El programa de radio Temas, Lemas y Dilemas, correspondiente al día 21 de junio de 2011, trata sobre la federación internacional de trabajadores, a la cual pertenece el Sindicato Mexicano de Electricistas, el objetivo es transitar por su vida y desarrollo, para permitirnos analizar, entre ustedes y nosotros, en el programa, las acciones bajo las cuales realiza sus actividades, y el por qué de su nula actuación, frente al conflicto que vive nuestra organización desde el 11 de octubre de 2009.
La Federación Sindical Mundial nace claramente bajo la égida del bloque soviético, quien desde la Asociación Internacional del Trabajo, fundada por Marx y Bakunin, primer intento de organización internacional de los trabajadores se puede señalar como el origen de la FSM, pasando por la Sindical Roja de los soviéticos quien después de la segunda guerra mundial, se había fortalecido a tal grado que surge la polarización de las naciones en el mundo, dando paso también a la llamada “Guerra Fría”, resulta casi inexplicable que el conjunto de trabajadores de los países en desarrollo no hayan comprendido desde sus inicios el carácter que jugaban estas organizaciones, que no es lo mismo por parte de las direcciones sindicales más avanzadas, quienes no tenían duda que no eran otra cosa más que una respuesta del bloque soviético a su contraparte, del mundo capitalista.
Una vez más, la política internacional haría naufragar la posibilidad de la organización mundial de los trabajadores, este tipo de instrumentos hace difícil en realidad el cristalizar la consigna tan actual y lacerante de: Proletarios del mundo uníos, lanzada por el Manifiesto Comunista de Marx y Engels, en 1848.
Para el caso que nos ocupa, La Federación Sindical Mundial, no ha sido para nada una parte actuante a favor de los intereses vulnerados del SME. ¿Pero quien en el pasado inmediato y en la actualidad imaginaría que viviríamos una situación como la presente?.
Nadie, así de categóricos, por ello estas viejas estructuras no resultan un elemento que nos pueda servir para nuestra lucha, que hacer entonces, salirse y aislarse ó continuar y remontar su burocratismo ahora en manos de los patéticos Cubanos, que al igual que la dichosa federación no han abierto la boca ni actuado para buscar la solidaridad mundial en los hechos, más allá de los discursos retóricos de "apoyo" al Sindicato Mexicano de Electricistas.
Nadie, así de categóricos, por ello estas viejas estructuras no resultan un elemento que nos pueda servir para nuestra lucha, que hacer entonces, salirse y aislarse ó continuar y remontar su burocratismo ahora en manos de los patéticos Cubanos, que al igual que la dichosa federación no han abierto la boca ni actuado para buscar la solidaridad mundial en los hechos, más allá de los discursos retóricos de "apoyo" al Sindicato Mexicano de Electricistas.
La dirección sindical ha hecho el trabajo necesario para remontar la inmovilidad y estulticia de esta organización y deberá continuar en esa línea, ya que al igual que con otros organismos de carácter internacional, como la OIT, debe hacer oír su voz, sin desfallecer, declarando que no se es ingenuo pero que en nuestra lucha histórica en contra del capitalismo, no se puede renunciar a cualquier instrumento en medio de un combate y menos en la actualidad, por ello consideramos que con la discusión y colectivización de la información nuestra dirección será más fuerte y tendrá el apoyo de la base para continuar la lucha en todos los foros, en todos los ámbitos, en todos los espacios legales, políticos y sociales, en donde podamos desplegar nuestra lucha. En todos los frentes solo así se logran las grandes transformaciones.
CAPSULA SOBRE LOS ORIGENES DE LA ORGANIZACIÓN OBRERA
EL ORIGEN DEL TRADE-UNIONISMO EN GRAN BRETAÑA
En los albores del siglo XIX, la industrialización produce enormes transformaciones en la sociedad británica, tales como el crecimiento de la llamada clase burguesa o el éxodo rural producto de la revolución agraria. Sin embargo, quizá los dos fenómenos sociales más reveladores de los cambios acaecidos sean el espectacular crecimiento demográfico y el nacimiento de una nueva e intensiva clase trabajadora formada por los obreros de las nuevas industrias.
La industrialización va a provocar un crecimiento de la población sin precedentes en la historia de la humanidad conocido como la Revolución Demográfica, consecuencia directa del aumento de la riqueza, de la mejora de la alimentación y de ciertas mejoras sanitarias e higiénicas. Éstas provocarán un crecimiento notable de la población, que servirá para multiplicar los habitantes de Europa en muy pocos años e incluso para poblar con emigrantes otros continentes.
Este aumento sostenido de la población explica el enorme crecimiento de las ciudades británicas a lo largo de los siglos XVIII y XIX.
Precisamente en algunas de estas ciudades, del crecimiento rápido, desordenado y sin criterios surgieron enormes suburbios en los que los trabajadores de las fábricas vivían hacinados y que se constituyeron pronto como núcleos de potenciales conflictos.
Estos suburbios que surgían muchas veces en torno a una fábrica estaban formados por los barracones donde vivían los operarios de la misma, cuyas condiciones de vida y laborales podría calificarse sin ambages de terribles (fábricas sucias, húmedas, oscuras, poco ventiladas y ruidosas), situación que se veía agravada por la nula preocupación de los patrones y dueños de las fábricas por las condiciones laborales de sus trabajadores.
La industrialización se tradujo también en el trabajo de mujeres y niños de muy corta edad, ya que con el empleo de las máquinas la fuerza dejó de ser un requisito indispensable para trabajar. Además, las mujeres y los niños percibían salarios dos y tres veces inferiores a los de los hombres.
Los niños fueron empleados en la industria textil, en las minas o en la industria siderúrgica y su trabajo no fue regulado en ningún momento por norma alguna, a excepción de la ley The Factory Act del parlamento británico que en 1833 dejaba la jornada laboral de los niños de nueve a trece años en “sólo” nueve horas diarias, mientras que de trece a dieciocho años el trabajo estaba fijado en diez horas y media.
La concentración de obreros en las fábricas y los suburbios que las rodeaban es con toda probabilidad el detonante del hecho de que estos trabajadores tomen conciencia de su situación y analicen qué acciones colectivas era necesario poner en marcha para tratar de mejorar sus condiciones de vida.
Las primeras formas de protesta obrera se detectan en Gran Bretaña en la segunda década del siglo XIX cuando surge el conocido Movimiento Ludita (o Ludismo), nombre que deriva de Ned Ludd, como cabeza visible de este movimiento de protesta que promulgaba la destrucción de la maquinaria, y que pronto se extenderá por varios condados de Inglaterra donde la industria textil se había convertido en la principal manufactura.
Mas tarde el llamado Movimiento Cartista (a mediados del siglo XIX) supone una versión más organizada del Movimiento Obrero. Debe su nombre a la denominada Carta del Pueblo, documento que llegó a conseguir la firma de cientos de miles de obreros y que era una petición elevada al Parlamento en la que se pedía el Sufragio Universal, el voto secreto y la igualdad en el valor de los votos.
Línea del Tiempo Mundial
Línea del Tiempo de México
Es de vital importancia señalar que la legislación británica (leyes aprobadas en 1799 y 1800) prohibía de una forma terminante la formación de asociaciones obreras, pues se consideraba que éstas chocaban con el espíritu del liberalismo económico: debía ser el mercado quien fijase los salarios y no la presión de los sindicatos.
Línea del Tiempo de México
Es de vital importancia señalar que la legislación británica (leyes aprobadas en 1799 y 1800) prohibía de una forma terminante la formación de asociaciones obreras, pues se consideraba que éstas chocaban con el espíritu del liberalismo económico: debía ser el mercado quien fijase los salarios y no la presión de los sindicatos.
Pero, a pesar de ello, diversas formas de asociacionismo obrero surgieron sostenidas por las cuotas que pagaban los trabajadores y que pretendían, ante todo, ofrecer protección para los asociados en caso de accidente o enfermedad. A partir de 1824 las leyes británicas autorizan el asociacionismo obrero, lo que dará origen a lo que hoy podemos considerar como los primeros sindicatos de obreros, las llamadas Trade Unions en las que, en principio se unían los trabajadores con un mismo oficio en una localidad.
En los años treinta esas asociaciones profesionales y locales se irán uniendo entre sí hasta formar enormes asociaciones que, a mediados de siglo, agrupaban ya a cientos de miles de obreros británicos de todos los oficios. La huelga, la negociación colectiva pacífica y, cuando lo permitan las leyes electorales, la participación en política, serán los instrumentos de los que se valdrá el sindicalismo británico para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores.
El temprano desarrollo del sindicalismo en Gran Bretaña es el causante probablemente del escaso éxito que tendrán las nuevas ideologías obreras revolucionarias (el marxismo y el anarquismo) que nacieron a mediados del siglo XIX. Cuando Marx (líder del socialismo) y Bakunin (líder anarquista) fundan la Asociación Internacional de Trabajadores (A.I.T.) en Londres, ésta tendrá un éxito importante en países como Francia y Alemania, mientras que en Gran Bretaña (país donde se fundó) nunca pudo competir con las Trade Unions.
Miguel Bakunin |
Los sindicatos se extienden por todos los países y adquieren distintas tendencias ideológicas (socialistas, anarquistas, cristianos). Además de difundir una conciencia social, logran la intervención del Estado en la vida laboral, mejoras sociales (seguros de accidentes, de enfermedad y de vejez) y reducción del horario de trabajo.
LA FASE REVOLUCIONARIA DEL SINDICALISMO EN OCCIDENTE (1864-1919)
La Segunda Revolución Industrial
Después de la primera revolución industrial, la industrialización tuvo momentos de especial expansión, como la que se produjo un siglo más tarde (entre finales del siglo XIX y principios del XX), que se ha denominado segunda revolución industrial. Se trata en realidad una segunda fase del mismo proceso en el que el carbón, la siderurgia y el algodón parecieron perder protagonismo como motores del crecimiento industrial frente a las enormes empresas y los nuevos métodos de producción con nuevas fuentes de energía (petróleo y electricidad), innovaciones en el transporte (automóviles, aviones) y en otros sectores de producción (industria química, telecomunicaciones).
Este periodo de nueva revolución industrial fue caracterizado por diversos elementos de avance y en primer lugar la utilización de nuevas fuentes de energía. Si el vapor había constituido la principal fuente de energía durante la Primera Revolución Industrial, durante la Segunda, se desarrollaron:
• El petróleo que sirvió de combustible al motor de explosión y a la automoción.
• La electricidad: su aplicación fue esencial para la iluminación, la transmisión de señales electromagnéticas, acústicas y en determinados motores como los que propulsaban metros y tranvías.
Otro acontecimiento de interés es la aparición de nuevos sectores de producción. De forma concreta:
• La industria química. Fabricaba colorantes, explosivos (la dinamita de Nobel), abonos, medicamentos, fibras artificiales (naylon), caucho, etc.
• La nueva siderurgia. Transformaba níquel, aluminio y otros metales. El hierro se sometió a novedosos procesos de refinado favoreciendo el desarrollo de la industria de armamentos que habría de alcanzar una progresión sin precedentes en los años previos a la I Guerra Mundial.
•Las “nuevas tecnologías” aplicadas a las industrias alimentarias: latas de conserva esterilizadas, frigoríficos industriales, etc.
Uno de los más importantes aspectos de esta época es la aparición de nuevas formas de control de la producción y del trabajo.
La complejidad del entramado empresarial y de los procesos de producción pusieron de manifiesto en esta segunda fase de la industrialización la necesidad de nuevos sistemas organizativos.
Se producen cambios en la organización del trabajo y de las empresas: aparece la “cadena de montaje”, que reduce el tiempo muerto y el desplazamiento de los trabajadores.
Destacaron dos: “el Taylorismo” que buscaba la planificación científica del proceso productivo en la empresa y el “Fordismo” o trabajo en cadena, que fue aplicado con éxito en las fábricas de automóviles de Henry Ford y que significa la máxima especialización del trabajo.
Estos procedimientos rompieron con los métodos de producción del pasado en los que la fabricación se organizaba artesanalmente y los trabajadores creaban y transformaban la materia prima dentro de un mismo proceso, sin apenas especialización.
Como consecuencia se produce un gran aumento de la producción y un gran desarrollo del comercio. Se desarrolla la gran industria y el sector terciario, y se incorporan al obrerismo sectores no especializados (estibadores, mineros, etc).
Aumentan las categorías profesionales, entre ellas los empleados del sector terciario (funcionarios, administrativos…), con lo que la situación del mundo laboral se hizo más compleja.
Las transformaciones sociales y laborales que produjeron la primera y segunda revolución industrial, sumadas al crecimiento demográfico, el creciente fenómeno urbano y el desarrollo de los medios de comunicación de masas tuvieron una repercusión directa en las filosofías y los sistemas políticos.
La implantación de los nuevos sistemas generó sin embargo importantes problemas de índole social pues llevaban consigo la deshumanización del trabajo y derivaron en la maduración del movimiento obrero iniciado años atrás. El crecimiento y la organización de este movimiento obrero dieron origen a una auténtica alternativa a la hegemonía política del liberalismo burgués.
El reconocimiento de que dimensiones como la libertad estaban vetadas al disfrute de la clase obrera, que debía centrarse en cubrir otro tipo de necesidades de carácter más básico y urgente, permitió que el movimiento obrero recogiera un número creciente de seguidores, hasta convertirse en el más serio contrincante del liberalismo en la disputa por el control del poder.
Aparecen en este escenario los sindicatos organizados por sectores profesionales. Las huelgas se convierten en expresión de descontento y no tanto de medidas de presión para forzar la negociación entre sindicatos y empresarios. En esta época a el estado quien era reclamado para intervenir en la mediación en determinados conflictos.
Se crean partidos políticos obreros, el más importante fue el Partido Socialdemócrata Alemán (1875), que propugnaba la democratización de la sociedad, el Estado de Bienestar y la regularización del mercado laboral.
EL MOVIMIENTO SOCIALISTA Y LA II INTERNACIONAL
La Asociación Internacional de los Trabajadores (A.I.T.) o Primera Internacional, fue la primera gran organización que trató de unir a los trabajadores de todos los países. Por primera vez, la teoría de Marx, que hacía del proletariado universal el sujeto de la historia y de la emancipación social, conseguía un reflejo organizativo destinado a tener gran trascendencia histórica.
Tras ella, la Segunda Internacional se organiza en 1889 en el Congreso de París, formando parte de ella todos los partidos socialistas existentes como organizaciones nacionales diferenciadas. Entre los hitos de mayor relevancia a la conformación de la Segunda Internacional está la declaración del 1° de mayo como Día Internacional del Trabajo1 en 1889 y, ya en 1910, la declaración del 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Sin embargo, esta experiencia mostró muy pronto sus limitaciones históricas, sobre todo a causa de las divergencias entre las posiciones de los movimientos socialistas de los distintos países, que con frecuencia se alinearon con los intereses del estado-nación frente al internacionalismo obrero.
Con el estallido de la Primera Guerra Mundial la contradicción entre las aspiraciones revolucionarias de las clases oprimidas y la política de la II Internacional (algunos partidos socialistas apoyaron la guerra) llegó al punto de que se produjera una escisión en el movimiento socialista, que supuso tras la Revolución rusa la creación de una Tercera Internacional, en 1919, que adoptó el nombre de Internacional Comunista (Komintern), para distinguirse del apego de la Segunda a los medios electorales.
La Segunda Internacional se reorganizó en 1920, pero muchos partidos se negaron a unirse a ella, formando la Unión de Partidos Socialistas para la Acción Internacional (UPSAI o Internacional Dos y medio) como alternativa. La UPSAI tuvo una corta vida, sin embargo, y en 1923 se fusiona junto con la Segunda Internacional en la Internacional Obrera y Socialista. La Segunda Guerra Mundial, sin embargo, acabó de disolver a las fuerzas que la integraban, y precipitó su desaparición en 1940.
Su contraparte en las centrales obreras y sindicales era la Federación Sindical Internacional y su rama juvenil, la Unión Internacional de Organizaciones Juveniles Socialistas.
LA INTERNACIONAL EN ESPAÑA: SOCIALISMO Y ANARCOSINDICALISMO DURANTE LA RESTAURACIÓN
En España, la revolución de 1868 posibilita el desarrollo de un asociacionismo obrero que encontrará su más adecuado respaldo y resonancia con su pronta integración en la A.I.T. No en vano, en 1869, con la llegada a España de Giuseppe Fanelli como propagandista de la A.I.T, el Internacionalismo prende con rapidez entre los grupos obreros. Alarmados, los grupos monárquicos buscaron por todos los medios ilegalizar a la A.I.T en España, pero su pretensión chocó contra el derecho internacional de asociación.
Las formas organizativas de la A.I.T. tendrán trascendencia en el futuro desarrollo del movimiento obrero en España. El 24 de noviembre de 1869 se constituye el núcleo madrileño de la A.I.T., y pocos días después, se elaboran los primeros ejemplares del Manifiesto de los Trabajadores Internacionales de la sección de Madrid a los Trabajadores de España, y desde julio de 1870 se editó el periódico La Federación, órgano de la federación barcelonesa de la A.I.T. El Congreso de Zaragoza de 1872 supuso la expulsión de los marxistas que fundaron la Organización Madrileña, origen poco años después del PSOE. Mientras, en el seno de las organizaciones fieles a la AIT se imponían definitivamente las tesis anarquistas (Congreso de Córdoba de 1873).
En este contexto hemos de señalar que la I República intentó dar satisfacción a varias de las reivindicaciones del movimiento obrero, se debatieron leyes que buscaban regular el trabajo, el trabajo infantil, limitar los horarios laborales en la industria o establecer Jurados Mixtos de Patronos y Obreros para negociar las condiciones de trabajo. Pero la resistencia del empresariado, la alta conflictividad social, y la propia brevedad del periodo Republicano impidieron que esta legislación se implantase.
Caida de Isabel II Revolución de 1868 Gloriosa o Septembrina
La alcarria obrera anarcos
Caida de Isabel II Revolución de 1868 Gloriosa o Septembrina
La alcarria obrera anarcos
CRISIS SOCIAL Y POLÍTICA DEL ESTADO DE LA RESTAURACIÓN
Con la Restauración de la Monarquía (en 1874) el asociacionismo obrero iba a entrar en una época de retroceso. Con la prohibición de su actividad hubo que pasar a la clandestinidad, especialmente en los primeros años.
El 10 de enero de 1874, la Internacional en España fue disuelta por el poder ejecutivo y pasó a la clandestinidad, lo que supuso su debilitamiento. Sin embargo, las secciones nacionales permanecieron, mientras que la española emerge tras 1881 con la denominación de “Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE)”.
La Sección Española de la AIT modificó entonces su estructura, suprimiendo los Congresos Generales y creando nueve comarcas con notable autonomía. Por otro lado, el minoritario sector marxista creaba sus primeras organizaciones: en Madrid tenía como base fundamental la “Asociación del Arte de Imprimir” en la que destacaban un grupo de tipógrafos; en Barcelona, feudo anarquista, los marxistas controlaban el “Centro Federativo de Sociedades Obreras”
La población rural y la población activa agraria habían venido disminuyendo progresivamente desde principios del siglo hasta 1930. Aunque mantenían un peso todavía importante en el contexto de España, el crecimiento urbano se vio notablemente incrementado por el importante flujo de emigrantes desde el medio rural a Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla, Córdoba, Zaragoza, como principales ciudades de acogida.
Todas ellas habían crecido muy lentamente en el siglo XIX y aceleraron su crecimiento entre 1900 y 1915. No hay sin embargo un modelo de ciudad industrializada generalizable en la que se origine la “vida industrializada” planteando como único elemento común a todas ellas, la independencia del Estado del proceso de Industrialización Español.
Como consecuencia de la I Guerra Mundial se agudizaron en España las tensiones sociales y políticas, la demanda de los países beligerantes condujo a un fuerte incremento de las exportaciones que enriqueció notablemente a los patronos y que combinada con un descenso de las importaciones condujo a un alza importante de precios internos; en algunos sectores los salarios crecieron también, pero en otros quedaron rezagados respecto a los precios y en concreto esto es lo que ocurrió con los sueldos de los funcionarios.
Ante el descontento generalizado y a pesar de que durante la Restauración no se profundiza en el problema social, si se observa una cierta tolerancia en relación con el mismo, especialmente en los primeros años. De hecho es en el Sexenio Democrático (1868 a 1874) cuando verdaderamente surge el asociacionismo obrero favorecido por las leyes de libertad de asociación y reunión y por los ideales democráticos.
Como secuencia de ello, en 1881, tras la apertura que trajo el primer Gobierno Sagasta (Liberal), se reconstituyó en Barcelona la “Federación de Trabajadores de la Región Española”. La federación desarrolló entonces dos corrientes diferenciadas; por un lado, la de los que defendían la prioridad de la organización para ejercer la lucha de clases; por otro lado, los que defendían la insurrección popular y la destrucción del Estado Burgués. Las tensiones entre los partidarios de la “Acción Directa” y los de la “Lucha Sindical” condujeron en 1888 a la autodisolución de la Federación.
A partir de la Ley de Asociaciones promovida por el Gobierno Liberal en 1887, el movimiento obrero pudo salir de su clandestinidad reconociéndose de forma abierta el derecho a la libertad sindical. Pablo Iglesias funda el PSOE en 1879. Su programa defendía la conquista del poder político por el proletariado, la socialización de la propiedad privada y la abolición de clases.
Sin embargo, este partido no será reconocido hasta 1887 con Sagasta. En agosto de 1888, los sindicatos marxistas se federaron en la UGT que en adelante trabajaría en estrecha relación con el PSOE.
Ya en 1903 se crea el “Instituto de Reformas Sociales” que contará con más recursos y del que saldrá el descanso dominical. Se dictan leyes que regulan el derecho a la huelga: 1909 “Ley de Huelga”.
A raíz de la I Guerra Mundial el PSOE participó en 1917 por primera vez en una huelga general revolucionaria, y en 1919, bajo el estímulo de la Revolución Rusa, optó por romper con los Republicanos y pedir el ingreso en la Internacional Comunista.
De hecho, en estos momentos se dieron una serie de hechos relevantes entre los que destacan la Movilización de reservistas y el embarque de tropas para contener los ataques marroquíes sobre Melilla. Los sindicatos dan la orden de huelga general en Barcelona, saldada trágicamente. Restablecido el orden, fueron puestas en marcha ciertas formas de represión contra el anarquismo. La izquierda protestó enérgicamente; los socialistas se lanzan a la huelga con radicales (partido republicano) y anarquistas en este momento se establece la “Alianza republicano-socialista”.
El anarco-sindicalismo representaba una fusión de la tradición anarquista que había arraigado en España a fines del siglo XIX con la nueva corriente del sindicalismo revolucionario surgido en Francia.
En 1919 la CNT, como gran central anarco-sindicalista, acordó su ingreso en la Internacional Comunista. A diferencia de la UGT, la CNT fue siempre muy reacia a aceptar cualquier intervención del Estado en las relaciones laborales. En medio de un clima de dificultades económicas, grandes huelgas fracasadas y represión generalizada, la afiliación a la CNT cayó en picado.
En este escenario, los fenómenos políticos y sociales, tales como la crisis y la degradación social del sistema político de la Restauración, y la creciente conflictividad social en las ciudades guardan una estrecha relación con los cambios experimentados por la población española en la época de la Restauración.
La primera manifestación de esos grandes cambios fue la repercusión que tuvo en España el inicio de la Revolución Rusa a comienzos de 1917. En el verano de ese mismo año, España vivió una grave crisis política que resultó de la suma de tres movimientos de protesta distintos, encabezados respectivamente por los militares, los partidos ajenos al sistema y los sindicatos obreros.
En su origen, la euforia económica de la I Guerra Mundial produjo una subida de precios muy superior a los salarios (debido al aumento de la demanda interna por la falta de importaciones de Europa y el auge de las exportaciones). El fin de la I Guerra Mundial acabó además con el desarrolló económico. El retroceso del movimiento comercial provocó el hundimiento de la producción minera y textil, e incluso de la agrícola. La consecuencia social fue el paro obrero y la insuficiencia de los salarios.
Los más afectados por esta desproporción precios-salarios fueron los obreros y funcionarios; esto provocó el malestar en los primeros. El movimiento obrero se radicaliza entonces y crecen las huelgas. La presión obrera consigue la reducción de la jornada laboral a 8 horas y una subida salarial.
Los anarquistas la CNT en Barcelona defienden la lucha directa contra el patrono. Las medidas de los patronos (cierre de fábricas) o del gobierno agravan más la situación.
Ante esta situación, en agosto de 1917, la Central Sindical Socialista (UGT), que tenía además un pacto con la Central Anarco-Sindicalista (CNT), se lanzó con ésta a una Huelga General Revolucionaria en respuesta a un conflicto surgido en el sector ferroviario; la huelga, que en algunos lugares dio origen a enfrentamientos muy violentos, fue un fracaso además de ser duramente reprimida por el ejército. en Internacional Obrera y Socialista. La Segunda Guerra Mundial, sin embargo, acabó de disolver a las fuerzas que la integraban, y precipitó su desaparición en 1940. Su contraparte en las centrales obreras y sindicales era la Federación Sindical Internacional y su rama juvenil, la Unión Internacional de Organizaciones Juveniles Socialistas.
Cuando en 1923 el General Primo de Rivera dio el golpe de Estado, la dureza de las luchas sociales en los años anteriores, junto con la experiencia de lo ocurrido en Rusia, había contribuido a que algunos sectores de la sociedad española se sintieran favorables al establecimiento de una dictadura que impusiera orden.
La llegada al poder de Miguel Primo de Rivera, sin embargo, acrecienta las divisiones entre sus partidarios y los que seguían apostando por las protestas obreras, tanto entre UGT como entre la CNT. Estas protestas derivan en una disolución de los segundos (que eligen el enfrentamiento con el nuevo régimen) y una cierta pérdida de actividad de los primeros.
La muerte de Pablo Iglesias, en 1925, deja la responsabilidad de UGT en manos de Indalecio Prieto, Julián Besteiro y Francisco Largo Caballero, tres figuras de relevancia para el socialismo español tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera en 1930. Por aquellas fechas, UGT contaba con casi 300.000 afiliados y se producía la decisiva incorporación de los campesinos a la lucha sindical.
Dirigentes del PSOE en la carcel de Cartagena España |
EL MOVIMIENTO OBRERO EN LOS AÑOS DE ENTRE GUERRAS
(1919-1939)
La Organización Internacional Del Trabajo (OIT) Un hecho de capital importancia en el periodo de entreguerras es la conformación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). La OIT fue creada en 1919, como parte del Tratado de Versalles que terminó con la Primera Guerra Mundial, y reflejó la convicción de que la justicia social es esencial para alcanzar una paz universal y permanente.
Su Constitución fue elaborada entre enero y abril de 1919 por una Comisión del Trabajo establecida por la Conferencia de Paz, que se reunió por primera vez en París y luego en Versalles. La Comisión, presidida por Samuel Gompers, presidente de la Federación Estadounidense del Trabajo (AFL), estaba compuesta por representantes de nueve países: Bélgica, Cuba, Checoslovaquia, Francia, Italia, Japón, Polonia, Reino Unido y Estados Unidos. El resultado fue una organización tripartita, la única en su género con representantes de gobiernos, empleadores y trabajadores en sus órganos ejecutivos.
EVOLUCIÓN ECONÓMICA DEL MUNDO OCCIDENTAL: DE LOS FELICES AÑOS 20 A LA GRAN DEPRESIÓN
La Crisis Económica De 1929
Al finalizar la I Guerra mundial, los Estados Unidos habían acumulado la mitad de las reservas del oro mundial, configurándose como la mayor potencia económica del mundo. Europa, por el contrario, había sufrido la devastación de la guerra, estaba muy endeudada y vivió unos primeros años de posguerra muy difíciles.
A partir de 1923 se produce una recuperación. El mundo vive un período de prosperidad y consumo conocido como los “felices años 20”.
Los problemas para la recuperación de la economía capitalista mundial comenzaron a superarse hacia 1924. Una eficiente agricultura abarató el precio de los alimentos y permitió la ampliación del consumo hacia los bienes manufacturados. La industria tuvo un desarrollo vertiginoso al aplicar los avances técnicos y organizativos de la segunda revolución industrial, pero también porque contó para su recuperación con una fácil financiación que permitía obtener los recursos necesarios para poner en marcha las empresas con créditos a corto plazo.
En la Unión Soviética también aumentaron los niveles de producción y consumo. Sin embargo a partir de 1928, Rusia optó por una economía planificada que se mantuvo al margen de los circuitos financieros capitalistas evitando así la crisis de 1929 y la depresión económica de la década de los 30.
Esa prosperidad pronto demostró asentarse sobre débiles bases. El capital disponible se había invertido en actividades especulativas como la bolsa, y no en la producción de bienes constitutivos de una economía real. Los beneficios de las acciones atrajeron incluso a pequeños inversores. La distancia entre la economía real y la especulativa era cada vez mayor. Y el gobierno -de acuerdo con la ideología del liberalismo económico- se mantenía al margen de toda intervención.
El 24 de octubre de 1929 -llamado el “jueves negro”- un fenómeno de pánico colectivo llevó al hundimiento de la Bolsa de Nueva York, en Wall Street. Los inversores se lanzaron a vender sus acciones y a retirar el dinero de los bancos. Millones de personas perdieron sus ahorros.
El efecto sobre la economía de los Estados Unidos fue devastador y se produjo en cadena. El cierre de empresas hizo quebrar a los bancos que las financiaban. A su vez, aumentó el número de desempleados. Y todo ello provocaba el descenso de la demanda interior, con lo que las consecuencias negativas se multiplicaban. El resultado fue la Gran Depresión.
La mayoría de las economías europeas dependían de la estadounidense, sobre todo después de la guerra. Inevitablemente, la crisis se extendió también -con intensidad variable- al resto del mundo capitalista.
EL ASENSO DE LOS TOTALITARISMOS
En este contexto hay que señalar que, desde principios de los años 30, en que los efectos de la depresión económica del 29 se manifestaron en toda su extensión (justo en el momento en que los Estados Unidos retiraron los capitales invertidos para dar prioridad a sus problemas internos) el sistema liberal entró en una profunda crisis. Algunos países como Gran Bretaña y Francia, países de larga tradición democrática, pudieron hacerle frente, aunque con grandes dificultades.
Sin embargo en otros casos comenzaron a desarrollarse con fuerza movimientos nacionalistas, totalitarios y anticomunistas: los fascismos que se iniciaron en el seno del clima de inseguridad vivido por las clases medias europeas desde el fin de la guerra. Al principio utilizaron un discurso extremista (una combinación de elementos nacionalistas y socialistas). Eso les permitió atraerse a una parte del proletariado y convertirse en auténticos movimientos de masas. Pero sólo alcanzaron el poder cuando consiguieron ganarse el apoyo de los grandes capitalistas, temerosos de una revolución como la que había triunfado en Rusia.
Los ejemplos más significativos del mencionado totalitarismo fueron el Fascismo italiano (en 1922) y el Nazismo alemán (en 1933).
LA BARBARIE |
LA REVOLUCIÓN SOVIÉTICA, LA III INTERNACIONAL Y EL SINDICALISMO DE ESTADO EN LA URSS
La caída del zarismo (Materiales CNICE. Ministerio de Educación) hay que entenderla en el contexto del descalabro que supuso la participación de Rusia en la I Guerra Mundial. Lo favoreció la aparición de focos de protesta entre el conjunto del pueblo y los grupos de oposición política.
En febrero de 1917 estallaron en Moscú una serie de manifestaciones espontáneas de mujeres en demanda de pan y paz. A estas quejas pronto se sumaron los obreros en huelga y otros grupos sociales. La represión fue contundente: el ejército sacó sus tropas a la calle, detuvo manifestantes y la Duma fue clausurada.
Pero las protestas continuaron, hasta el punto en que los soldados, desobedeciendo a sus superiores, se negaron a disparar sobre los manifestantes.
Estábamos ante el final del zarismo. Nicolás II tuvo que abdicar y Rusia se convirtió en una república dirigida por un Gobierno provisional de carácter liberal-democrático.
En paralelo, resurgió el Soviet de Petrogrado (así había pasado a llamarse San Petersburgo). Y siguiendo su ejemplo, proliferaron los soviets de obreros, campesinos y soldados por las ciudades más importantes del país.
El Gobierno provisional –presidido en su última etapa por Kerenski- fue muy impopular, mostrándose incapaz de imponer el orden y resolver las exigencias sociales cada vez más extendidas: el fin de la guerra, el abastecimiento de la población y el reparto de tierras entre los campesinos, mientras veía cómo los soldados desertaban del frente para volver a sus tierras.
En esas condiciones de desorganización, se produjo el regreso de Lenin a Rusia como máximo líder del Partido Bolchevique y cuyas tesis se resumían en el eslogan: “Paz, tierra y todo el poder a los soviets”.
El 25 de octubre los bolcheviques, apoyados por los obreros de Petrogrado, tomaron el control de los soviets y de los centros más importantes de la capital y asaltaron el Palacio de Invierno, sede del Gobierno provisional, en lo que se conoce como la Revolución rusa de Octubre de 1917.
Tras ello, el poder pasó a un Consejo de los Comisarios del Pueblo, presidido por Lenin y con destacados militantes bolcheviques como Trotski y Stalin. Entre sus primeras medidas las más relevantes son la legalización de la entrega de la tierra a los campesinos (era necesario ganarse a éstos para que la revolución pudiese triunfar) y el establecimiento de medidas de control de las fábricas por parte de los obreros.
El Partido Bolchevique pasó a llamarse Partido Comunista y se creó la III Internacional (el Komintern o La Internacional Sindical Roja) para coordinar el movimiento comunista mundial.
La creación de la III Internacional en Moscú, en marzo de 1919, influyó directamente en el movimiento internacional sindical de clase mundial y le dio un nuevo impulso.
En 1920 tuvo lugar en Moscú el primer Congreso de Sindicatos revolucionarios, en el cual participaron delegados de 41 países. Allí se creó la Internacional Sindical Roja.
Sus puertas estaban abiertas a todas las organizaciones sindicales que aceptaran el principio revolucionario de la lucha de clases, que unía la lucha de los obreros por reivindicaciones económicas a la lucha política, y que luchaba por denunciar al movimiento reformista representado por los dirigentes de la sindical de Ámsterdam.
La creación de esta Internacional Roja tuvo un papel importante en la lucha de la clase obreras del movimiento sindical mundial. Su auge se reflejó en un número creciente de afiliados que ascendía, en 1937, a los 20 millones.
LA AFIRMACIÓN DEL SINDICALISMO EN OCCIDENTE (1945-
1990)
La Evolución Del Trabajo En El “Mundo Libre”: Auge Y Crisis Del Fordismo. El Triunfo De La Socialdemocracia Y El Estado Del Bienestar
La II Guerra Mundial trajo como consecuencia la quiebra económica de potencias como Japón, Alemania y otras. Por otra parte la guerra no dejó tras de sí más que la desaparición de más de cincuenta millones de personas además de la devastación y el horror. En el ámbito económico, provocó una reducción drástica de la capacidad productiva de los países involucrados.
Mientras tras la Guerra Estados Unidos reafirmaba su poder económico, la reconstrucción de Europa se revelaba como una tarea casi imposible, pues millones de personas estaban sin casa ni medios de consumo a su alcance; a esto hay que añadir la inflación y el déficit financiero de los estados.
En los países europeos, la intervención del Estado en la reordenación de la vida económica y social fue un elemento decisivo que marcó un cambio respecto al pasado y permitió asentar las bases del Estado de Bienestar; eran necesarias unas nuevas políticas fiscales que introdujeran principios de igualdad social y fomentara la “distribución de la riquezas”. El modelo económico de Europa Occidental y EEUU se reequilibran a fin de contener el modelo del socialismo real.
En el orden político se fortalecieron la internacional socialista, la internacional comunista y surgió la Democracia Cristiana en el plano internacional.
En el sector sindical se creó la Federación Sindical Mundial (FSM), en Estados Unidos se fusionaron la AFL con la CIO, y se reorganizó el sindicalismo cristiano. Con la aplicación del Plan Marshall, para la reconstrucción de Europa, la Unión Soviética se separó de los Estados Unidos y sus aliados, que habían estado unidos en la lucha contra el Nazismo de Hitler en Alemania y el fascismo de Mussolini, en Italia. Ese hecho político repercutió en el mundo sindical con la división de la FSM y la creación de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL).
El sindicalismo cristiano perdió muchas organizaciones, especialmente en Alemania, Italia y otros países de Europa del Este, que nunca fueron recuperadas.
Obreros del Rockefeller Center |
FEDERACIÓN SINDICAL MUNDIAL
A la Conferencia de Londres asistieron 204 delegados de 53 organizaciones nacionales e internacionales en representación de 60 millones de trabajadores en todo el mundo. La Conferencia fue presidida por los representantes del TUC Británico, el Congreso de Organizaciones Profesionales (CIO) de Estados Unidos y el Consejo Central de Sindicatos de la URSS. Contaron con la ayuda de tres vicepresidentes – de la CGT de Francia, la Federación China del Trabajo y la Confederación de Trabajadores de América Latina. Walter Citrine, Secretario General del TUC Británico fue el Secretario General de la Conferencia.
El Primer Congreso de la Federación Sindical Mundial (París, 3 al 8 de octubre de 1945), se votó la fundación de la FSM con la participación de delegados en representación de 56 organizaciones nacionales de 55 países y 20 organizaciones internacionales, con una representación de 67 millones de trabajadores.
A la fundación de la FSM siguió la Conferencia de San Francisco en la que se creó la Organización de Naciones Unidas (ONU). El Estatuto de la ONU adoptado en San Francisco el 26 de junio de 1945 declaraba:
“Nosotros, el pueblo de las Naciones Unidas, determinado a salvar a las futuras generaciones de la lacra de la guerra, que dos veces en nuestra vida ha provocado un dolor incalculable a la humanidad; a reafirmar la fe en los derechos humanos fundamentales, en la dignidad y en el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos para hombres y mujeres y para personas de naciones pequeñas o grandes; a establecer las condiciones bajo las cuales la justicia y el respeto por las obligaciones que surjan de las amenazas y otras fuentes de leyes internacionales puedan ser mantenidas; a promover el progreso social y mejor calidad de vida en una mayor libertad y con estos fines, practicar la tolerancia y vivir juntos en paz unos con otros como buenos vecinos y unir nuestras fuerzas para mantener la paz internacional y la seguridad; a asegurar, mediante la aceptación de los principios y los métodos de institución, que la fuerza armada no sea usada más que por el interés común; y a emplear la maquinaria internacional para la promoción del progreso económico y social de todos los pueblos, hemos tomado la decisión de combinar nuestros esfuerzos para cumplir todos estos objetivos.”
El principal objetivo del Primer Congreso de la Federación Sindical Mundial no era otro más que el citado anteriormente del Estatuto de la ONU. El Estatuto de la ONU habla en nombre de “nosotros los pueblos de las Naciones Unidas”. El Congreso de París de la FSM habla en nombre de los trabajadores del mundo organizados en sindicatos que quieren un mundo libre de guerras y de injusticias sociales.
La fundación de la FSM se consideró un signo precursor de la nueva era que se iniciaba con la derrota del fascismo a manos de la alianza anti-fascista de estados. Los trabajadores y las fuerzas democráticas vieron en la victoria un nuevo futuro para el mundo, un futuro libre del imperialismo y del colonialismo y en el que la libertad, la paz, la democracia y la prosperidad progresarían por el bien de toda la humanidad.
Era obvio para los trabajadores y los sindicatos que las meras declaraciones de los gobiernos no bastaban. En la coalición anti-Hitler y en las mismas Naciones Unidas había gobiernos y estados que habían elogiado a Hitler y que, incluso tras la victoria ante el fascismo, intentaban abolir los movimientos liberales en los países que mantenían bajo el yugo colonial. Por ello, era necesario construir la unidad de los trabajadores y de las naciones oprimidas del mundo, para conseguir los objetivos de la humanidad, los cuales se incluían en las Declaraciones.
La unidad de los gobiernos mediante las Naciones Unidas, no era suficiente. Eran necesarias nuevas organizaciones de masas, de la clase obrera en particular. De ahí el llamamiento a la unidad sindical a escala mundial.
Estas preocupaciones se reflejaban claramente en el Manifestó emitido en la Conferencia de Londres:
“El trabajo organizado ha dado sus frutos tanto en el terreno de la lucha armada como en el de la producción, al crear y apoyar a las fuerzas gigantescas que ya han doblegado al fascismo y que mañana lo destruirán completamente y para siempre.
“Nuestra Conferencia histórica, celebrada en el momento en el que la lucha armada está todavía viva, es una muestra de la unidad de la clase obrera y evidencia de la victoria moral de las Naciones Unidas sobre las fuerzas del mal del fascismo.”
El trabajo organizado, que en tan gran medida ha contribuido a ganar la guerra, no puede dejar en manos ajenas – por muy buenas intenciones que tengan – toda la responsabilidad de la paz. La paz será real -duradera, un paz digna de los sacrificios realizados para conseguirla- solamente si refleja la firme determinación de los pueblos libres, sus intereses, sus deseos y sus necesidades.
Por todo ello, desde nuestra Conferencia Mundial hacemos un llamamiento a todos los trabajadores del mundo, a los hombres y mujeres de buena voluntad, para invitarlos a que se consagren a la construcción de un mundo mejor y para ello sacrificarse como se sacrificaron para ganar la guerra.
PRINCIPALES PROPÓSITOS Y OBJETIVOS DEL CONGRESO FUNDACIONAL
El Estatuto de la FSM fue adoptado en 1945 e incluía entre los propósitos de la FSM el de “Combatir la guerra y sus causas y trabajar por una paz estable y duradera.”
La Primera Resolución adoptada por el Congreso de París declaraba que “una de las tareas fundamentales de la FSM y de los movimientos sindicales de todos los países era la de luchar por la erradicación rápida y definitiva del fascismo. Reconocemos que las fuerzas de reacción se oponen a la destrucción total del potencial de guerra alemán y japonés. El mundo del trabajo debe tomar medidas para garantizar que estas fuerzas no prevalezcan…”
“El Congreso declara que el mundo del trabajo deber mantenerse siempre vigilante para impedir cualquier vacilación o debilidad en la aplicación de estas decisiones (los acuerdos Potsdam)”.
La segunda resolución adoptada por el Primer Congreso Sindical Mundial perfiló los principios de un estatuto fundamental sobre los derechos de los sindicatos y sus demandas inmediatas. El Congreso de París, en su segunda resolución, reafirmaba con fuerza las demandas fundamentales de los trabajadores.
Libertad de organización sindical para todos;
Abolición de cualquier tipo de discriminación basada en la raza, creencias, color o sexo.
El derecho al trabajo y a las vacaciones pagadas.
Sueldos adecuados y un mejor estilo de vida (vivienda, comida, etc.)
Seguridad social con garantías para el desempleo, la enfermedad, los accidentes y la vejez.
La resolución sobre el derecho de los pueblos a la autodeterminación impulsa claramente el lema de la independencia nacional:
“La victoria sobre los poderes del fascismo se ha basado en la fuerza militar de la ONU y en la lucha activa de los pueblos para asegurar el pleno disfrute de las libertades básicas y el derecho a la autodeterminación y a la independencia nacional.
De hecho, se trataría de una victoria incompleta si a los pueblos de las colonias y los territorios de todas las naciones se les denegara ahora el pleno disfrute de su derecho inherente a la autodeterminación y la independencia nacional.”
El Congreso añadió a esta reivindicación de independencia política el llamamiento para la independencia económica también. El Congreso de París decidió:
- Aumentar el progreso industrial y de las técnicas agrícolas bajo el control democrático en todos los países subdesarrollados para liberarlos de su posición actual de dependencia y mejorar la calidad de vida de su población
- Ver que este programa no se usa con fines monopolísticos, locales o extranjeros, lo que dañaría los intereses legítimos nacionales y sociales de estos países.
- Apoyar la ayuda que se puede ofrecer a estos países por medios técnicos o económicos por parte los países desarrollados en forma de préstamos a largo plazo y otros medios sin permitir que esto interfiera más tarde en los asuntos internos de los países necesitados o que los exponga a la influencia de compañías o cárteles internacionales.
- Asegurar la coordinación internacional de estas medidas para alcanzar una evolución armoniosa de todos los pueblos.
- Reclutar a todos los pueblos en el marco de este movimiento, no únicamente a los de los países subdesarrollados sino también a los de los desarrollados, cuyos intereses reales coinciden con los de los primeros.
El Congreso de Fundación de la FSM escuchó argumentos muy convincentes a favor de la cooperación y la unión sindicales.
Sydney Hillman, delegado del CIO de los EE.UU., dijo: “La historia -ese profesor tan duro- nos ha enseñado una lección muy costosa en la sangrienta década pasada: la lección de que la unidad entre las fuerzas democráticas del mundo es la única condición sin la cual la paz y el progreso no son posibles… El movimiento obrero internacional (antes de 1939) era débil y nada eficaz en la batalla contra el fascismo porque carecía de unidad, que es nuestra única fuente de fuerza.”
El delegado de AUCCTU de la Unión Soviética, V. Kuznetsov, apoyando a Sydney Hillman, declaró: “Los miembros de los sindicatos soviéticos hacen un llamamiento unánime a la unidad sindical mundial y destacan el hecho de que el establecimiento de contacto personal con los trabajadores de países democráticos es un gran paso adelante para conseguir la unidad.”
LAS CONTRADICCIONES Y EL MAL PRINCIPIO
Sin embargo, hubo controversias agudas y fuertes diferencias en el Congreso sobre diferentes asuntos. Por ejemplo, sobre la cuestión de la independencia nacional de los países coloniales, se presentaron diversas actitudes.
Cuando, por ejemplo, Shripad Amrit Dange (India) acogió con agrado las perspectivas abiertas por el establecimiento de la FSM de la siguiente manera: “Para nuestra clase trabajadora, la única y principal necesidad es la independencia nacional y por eso nuestro pueblo se une al movimiento sindical internacional”. Walter Citrine de la TUC Británica respondió que él no creía que la FSM fuera “el medio por el que se debía de resolver esta cuestión. Si nos internamos en el laberinto de la política…esta organización internacional perecerá.”
Cuando la Comisión del Reglamento propuso a resolución la condena del colonialismo en Vietnam e Indonesia, Kupers, delegado de los sindicatos holandeses, subió a la tribuna para negar la justificación de los pueblos indoneses de luchar por la independencia.
No obstante, el espíritu de los tiempos era tal que la unidad prevaleció y se adoptaron todos los documentos del Congreso. Así, el Congreso se convirtió en un evento excepcional en la historia del movimiento sindical mundial.
LOGROS DE UN MOVIMIENTO UNIDO
Los primeros cuatro años de la FSM (1945-1949) mostraron el gran potencial de un movimiento sindical mundial unido. A pesar de la oposición inicial de ciertos burócratas, se dio a la FSM estatus consultivo en el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas. La FSM tomó las iniciativas para la adopción de las convenciones de la OIT sobre el derecho a asociación y de negociación colectivas. Se dio gran apoyo a las luchas de los trabajadores por sus derechos y reivindicaciones.
Sin embargo, a medida que avanzaba la democracia de los pueblos, imponiéndose su derecho a asociarse y la acción unida por sus reivindicaciones económicas y sociales, se encontraban con la resistencia incondicional de las fuerzas imperialistas y reaccionarias.
El verdadero progreso de la democracia y la victoria de los movimientos de liberación nacional en las colonias en el periodo tras la segunda guerra mundial estuvo marcado por un papel activo de los trabajadores y de los sindicatos en estas grandes luchas por el progreso humano. La FSM y sus afiliados apoyaron activamente los movimientos de liberación nacional y las luchas contra las dictaduras militares y fascistas.
El aumento del número de miembros y la influencia de los movimientos sindicales de todo el mundo fueron hechos muy destacados de este periodo. El movimiento sindical internacional ayudó activamente al proceso de organización de los países recién independizados.
APARICIÓN DE LA GUERRA FRÍA
FRACASOS Y ESCISIONES
La situación internacional dio del peor de los giros con la guerra fría, que prevaleció a finales de los 40 con el rearme, la carrera armamentística y las políticas de confrontación.
La unidad de las centrales sindicales nacionales fue trastornada por los defensores de la guerra fría y la unidad sindical se vio seriamente debilitada.
Analizando los acontecimientos de ese periodo, el Secretario General de la FSM, Louis Saillant, escribió:
“Una central sindical nacional no debe intentar ejercer su hegemonía sobre la organización sindical internacional unitaria, como quería hacer las uniones americanas en relación al Plan Marshall. Propusimos en su momento, puesto que teníamos diferentes puntos de vista, que simplemente tomaríamos nota de la existencia del Plan Marshall y que la FSM no se pondría en situación de tener que adoptar una decisión a favor o en contra.
A pesar de todo, se intentó imponer una decisión, aunque hubiera una mayoría en contra del Plan Marshall en el seno de la FSM. No pedimos que se usara esta mayoría pero había algunas personas que buscaban ver cómo se usaba el voto mayoritario para provocar una ruptura.”
La ruptura llegó en forma de carta de parte de la TUC Británica.
La carta fue leída por su Presidente Arthur Deakin en la reunión del Buro Ejecutivo de la FSM en París, el 19 de enero de 1949 y en ella se exigía la “suspensión de todas las actividades de la FSM durante un periodo de 12 meses.” Dijo que si no se aceptaba esto, la TUC abandonaría la FSM.
James B. Carey de los EE.UU. fue más directo y brusco: “Es inútil seguir fingiendo, la FSM no es más que un cadáver, lo mejor es enterrarla.”
La moción fue rechazada porque no entraba en las competencias del Bureau Ejecutivo. El problema se traspasó al Consejo Ejecutivo y al Congreso. Tras esta decisión, Arthur Deakin, James B. Carey y E. Kupers (Holanda) se fueron del Congreso.
Poco después, algunas organizaciones abandonaron la FSM. La escisión se formalizó. En diciembre de 1949, los que se habían separado se reunieron en Londres y formaron la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL).
Queda así claro, que las organizaciones que hoy constituyen la FSM nunca intentaron dividir el movimiento sindical mundial. Siempre han luchado por promover la unidad de los trabajadores de todo el mundo.
La FSM celebró su Segundo Congreso Sindical Mundial, según lo planeado, en Milán (Italia) del 29 de junio al 4 de julio de 1949. Al congreso asistieron delegaciones de 61 países en representación de 71 millones de miembros.
El Congreso rechazó la propuesta de la TUC Británica de que cesaran las actividades de la FSM. El Congreso adoptó una carta dirigida a los activistas sindicales de los EE.UU., Gran Bretaña y otros países cuyas centrales se habían separado de la FSM. Es esta carta, se les instaba a encontrar un camino para alcanzar un acuerdo sobre los intereses comunes.
El Segundo Congreso Sindical Mundial estableció las prioridades en la lucha por la paz, los derechos democráticos de los pueblos y la unidad sindical internacional. Se adoptaron resoluciones sobre las demandas sociales y económicas de los trabajadores y sobre los problemas especiales de los trabajadores inmigrantes. El Congreso también decidió establecer las Uniones Internacionales de Sindicatos de Trabajadores (UIS) para organizar actividades en las diferentes ramas sindicales de la industria.
Giussepe Di Vittorio (Italia) fue elegido presidente y Louis Saillante (Francia) fue re-elegido Secretario General. Vice Presidentes eran: V. Kuznetsov (URSS), A. Le Leap (Francia), V. Lombardo Toledano (México), Lui Chao Chih (China), B. Blokzil (Países Bajos), F. Zupka (Checoslovaquia), S. A. Dange (India), L. Pena (Cuba) y A. Diallo (Guinea).
En las últimas cinco décadas, como reflejo de los cambios en el mundo, la composición de la FSM ha cambiado de forma significativa. Las escisiones ideológicas y políticas y los cambios en la política también han influido a ciertas organizaciones sindicales.
La FSM ha organizado once Congresos Mundiales durante los 46 años que han pasado desde el Congreso de Milán en 1949.
Estos congresos, que han tenido un carácter muy representativo, confirman que fue correcta la decisión tomada en Milán de continuar con las actividades de la FSM como una organización que se esfuerza por la unidad y por la solidaridad internacional de los trabajadores y los sindicatos en todos los países, para alcanzar los objetivos y propósitos de su Congreso de Fundación en París en 1945 y para buscar puntos de acuerdo para promover la unidad y la acción unida en el movimiento sindical mundial.
Estos congresos se han convertido en amplias plataformas en las que el movimiento sindical mundial puede intercambiar puntos de vista y decidir estrategias y políticas para avanzar en las luchas de los trabajadores en todo el mundo por sus derechos. La política de la FSM de celebrar tales congresos como forum abiertos ha ayudado activamente al desarrollo de la cooperación sindical mundial.
En el XIII Congreso Mundial de la FSM (Damasco 1994) participaron 418 delegados de 160 organizaciones sindicales locales, nacionales, regionales e internacionales en representación de 300 millones de trabajadores de 84 países de todos los continentes.
Las enmiendas constitucionales aprobadas por el Congreso de Damasco definen los propósitos y objetivos de la FSM de esta forma:
PROPOSITOS
De conformidad con la Declaración adoptada por la Conferencia Sindical Mundial, de febrero de 1945, y las resoluciones y principios aprobados por el I Congreso Sindical Mundial, celebrado en París, en octubre de 1945, la FSM es una organización sindical internacional democrática, c1asista, de lucha de todos los asalariados, que apoya y estimula la acción de los sindicatos de todos los países por el logro de derechos y reivindicaciones independientes de los trabajadores, para defender sus intereses, combatir toda forma de dominación y servilismo, explotación y opresión, por el desarrollo socioeconómico, que desarrolla y coordina la cooperación y la solidaridad.
Las organizaciones sindicales de todos los países del mundo que desean unirse sobre la base de los principios de la independencia, con el fin de conseguir objetivos comunes, se adhieren a la FSM sobre una base voluntaria, independientemente de las diferencias de sus convicciones políticas, filosóficas y religiosas, de la raza de sus miembros o de sus regimenes sociales. Como organización internacional, y no obstante las relaciones establecidas a nivel nacional por las organizaciones afiliadas, la FSM mantiene su independencia respecto de los Gobiernos, los partidos políticos y los empleadores.
La FSM considera esencial la renovación del movimiento sindical mundial para la consecución de estos objetivos, para defender con eficacia los intereses de los trabajadores.
Esta concepción, que tiene sus raíces lo mas cerca posible de los trabajadores y de la solidaridad concreta, parte de las luchas nacionales, regionales y profesionales y procura darles todo el vigor y la coordinación necesarios.
Su papel es el de un centro de cooperación, de dialogo, de presentación de propuestas, auténticos intercambios de información y experiencia y de movilización de los trabajadores por objetivos comunes e iniciativas solidarias entre las organizaciones que lo deseen, Todo esto estará al servicio de la renovación y de la unidad del movimiento sindical internacional, conforme al principio del respeto de la independencia.
Por esta razón, la FSM busca transformarse en una estructura general ágil, flexible, operativa, capaz de adaptarse a las necesidades de las organizaciones miembros, en una estructura que persiga el objetivo de su propia aspiración en un sindicalismo internacional profundamente transformado.
OBJETIVOS
Por consiguiente, la FSM declara que su objetivo primordial es contribuir a la emancipación de los trabajadores a través de la lucha :
- contra todas las formas de explotación del hombre por el hombre y lograr y garantizar para todos los trabajadores condiciones de vida y de trabajo que les permitan obtener los mayores beneficios posibles del fruto de su trabajo, a fin de lograr para si y sus familias el tiempo y los medios de vivir en las condiciones propias de nuestra época, que es la del impetuoso progreso de la ciencia y de la técnica;
- contra el colonialismo, el imperialismo, la dominación y el expansionismo en las esferas económica , social, política y cultural; por la eliminación del racismo y el subdesarrollo; por garantizar la soberanía, la libertad y la seguridad de las naciones, la no injerencia en sus asuntos internos, el respeto de su independencia política, económica y social y la instauración de un orden económico internacional nuevo y justo;
- por el derecho y la garantía del pleno empleo;
- por una legislación de seguridad social completa y adecuada que proteja a los trabajadores y a sus familias en caso de enfermedad y vejez, y todas las demás formas de asistencia y de seguridad social;
- por la formación, la educación y la cultura de todos los trabajadores, permitiéndoles tener acceso a todas las responsabilidades y cargos en función de sus capacidades;
- por la protección del medioambiente laboral, adoptando medidas eficaces para conservar y promover las normas ecológicas y el desarrollo sostenible.
- para lograr la democracia social, económica y política, la defensa y desarrollo de los derechos y libertades de los trabajadores y los sindicatos, el respeto de los derechos humanos y la aplicación de la Declaración Universal de los Derechos Sindicales.
- por la prevención de una guerra nuclear y por la disolución de todas las alianzas y bloques militares; contra la agresión y la guerra y por la promoción de la distensión internacional, la instauración de una paz justa y duradera, la coexistencia pacifica entre todos los Estados, la cooperación mutuamente ventajosa entre todos los pueblos y los Estados; el cese de la carrera armamentista, sobre todo la nuclear, y la completa prohibición y eliminación de las armas nucleares; y la reducción progresiva de los armamentos, hasta llegar al desarme general y completo.
MEDIOS
Para estimular y promover estos objetivos, la FSM emprende iniciativas a fin de contribuir a la movilización de todas las fuerzas del movimiento sindical internacional.
Para ello la FSM, sus afiliados y las estructuras profesionales y regionales:
a) utilizan todos los medios posibles para dar a conocer y explicar a los trabajadores de todos los países estos objetivos, junto con los programas y decisiones adoptadas por sus organismos dirigentes, así como las iniciativas unitarias que adopte;
b) despliegan todos los esfuerzos para organizar, impulsar y coordinar la solidaridad internacional;
c) estimulan todos los debates democráticos e intercambios de opiniones y experiencias sobre problemas de interés común de todos los trabajadores y sindicatos del mundo entero.
d) actúan ante y en el seno de las instituciones internacionales e intergubernamentales;
e) actúan en favor de acciones organizadas y realizadas a nivel regional para estimular y desarrollar las consultas, la cooperación y la solidaridad, con el fin de responder mejor a sus preocupaciones e intereses específicos; y a nivel profesional, para reforzar el lugar y el rol de las Uniones internacionales de Sindicatos (UIS);
f) preconizan y actúan en favor de la unidad;
g) cooperan con las organizaciones sindicales y las instituciones interesadas en la formación sindical de los trabajadores.
COMENTO
Con lo expuesto hasta aquí, se demuestra que la Federación, nunca ha representado una organización de lucha clasista y mucho menos, han entrado en sus planes, objetivos y acciones, eventos para brindar solidaridad material, que táctica y estratégicamente se requieren para hacer realidad los postulados a los que alude y menos para elaborar un programa de acción que logre mínimamente tener el perfil de las primeras acciones del conjunto de los trabajadores, aquellos que a finales del siglo XIX y principios del XX, lograron levantar las formidables banderas que han inflamado los pensamientos más claros y bondadosos en la lucha de clases por el conjunto de los trabajadores que si han peleado, discutido, analizado, pactado e impulsado los cambios que han hecho el avance, de las conquistas de la clase trabajadora. Conquistas que hoy se encuentran amenazadas en buena medida por Estas Federaciones en conjunción con los Organismos internacionales como la ONU y la OIT. PARA VERGÜENZA DE TODOS HAY QUE REVERTIR ESTE TIPO DE COSAS.
Para reiterar lo que hemos comentado solo baste revisar lo que es la escisión de la FSM.
CIOSL
El 19º Congreso Mundial de la CIOSL que se celebro en Viena del 1º al día 3 de 2006 fue el último de la CIOSL.
CMT |
Tras cerca de 57 años de historia, la CIOSL desapareció el 31 de octubre. Implementando la decisión adoptada por el Congreso de Miyazaki en 2004 de emprender un proceso para reforzar el sindicalismo internacional, la CIOSL se disuelve para dar paso a una nueva sindical internacional que agrupará a las organizaciones afiliadas de la CIOSL y de la CMT, además de ocho organizaciones que no cuentan de momento con ninguna afiliación internacional.
Creada en 1949, la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres agrupa actualmente a 241 organizaciones afiliadas en 156 países y territorios de los cinco continentes. Mas del 40% de sus 155 millones de miembros efectivos son mujeres. Al lo largo de su historia, la CIOSL ha venido cooperando estrechamente con la Organización Internacional del Trabajo. Goza, además, de estatus consultivo ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, y mantiene contactos con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio. Sus actividades se concentran en torno al respeto y la defensa de los derechos sindicales, la erradicación del trabajo forzoso e infantil, la implementación de las normas internacionales del trabajo, las multinacionales, las cuestiones de género, el tema de la migración y el desarrollo sostenible.
Para hacer frente de manera más eficaz a los nuevos desafíos globales planteados por la mundialización de la economía, el sindicalismo internacional debía reforzarse y modernizarse. Desde 1989 y la caída del muro de Berlín, ya no hay motivo para mantener divisiones entre los que creen en el sindicalismo democrático e independiente. Un diálogo, hasta entonces extremadamente difícil, se instauró entre las dos internacionales sindicales democráticas, finalmente desembocando en la creación de una nueva organización sindical internacional.
"El Congreso de disolución de la CIOSL constituye una etapa importante que se inscribe en el proceso de reforzamiento del sindicalismo internacional", declaró Guy Ryder, Secretario General de la CIOSL. "La unidad sindical a escala mundial resulta hoy en día indispensable para garantizar una representación más eficaz de los derechos e intereses de los trabajadores y trabajadoras en la economía mundial", añadió. Estamos orgullosos al despedirnos de una organización que en los últimos 57 años luchó por la libertad y el bienestar de los trabajadores del mundo. En este periodo el mundo ha cambiado mucho y de diferentes maneras. La creación de la CSI resulta del reconocimiento de estos cambios por los sindicatos, pero la tradición de solidaridad persistirá", concluyó Guy Ryder. (CIOSL En Línea, 30 de octubre de 2006 )
Y EN MEXICO QUE SUCEDIA
Con la represión a la COM en 1916, podríamos decir que termina la primera fase en la historia del sindicalismo Mexicano. El Estado que se funda a partir de la constitución de 1875 es francamente burgués, en esta fase de lento desarrollo de las fuerzas productivas, el desarrollo y las luchas del proletariado por mejores condiciones de vida se entrelazan en contra de la herencia feudal. En esta fase, una democracia burguesa como la que sueñan los constituyentes del 57, es imposible. El Estado a la par que impulsaba la industrialización, establecía para ello una alianza con el capital extranjero y con los terratenientes semifeudales del campo, únicos con el capital disponible para invertir.
En este contexto, la superexplotación de la mano de obra del campo y la ciudad no podía generar más que condiciones para una insurrección. En este sentido el Estado, especialmente el porfirismo, no podía aceptar la existencia de organizaciones sindicales como tal. Compró y protegió organizaciones mutualistas pero nada más. La organización sindical aparecía entonces como sinónimo mismo de subversión.
Las luchas de Cananea y Río Blanco son un emblema de lo que tenía que enfrentar el sindicalismo y el movimiento obrero en aquellos tiempos.
Con el advenimiento de la revolución, el Estado, que sustentaba su existencia con base en el apoyo del imperialismo y de los terratenientes colapsa, se abre entonces un vacío que la incipiente burguesía nacional va llenando poco a poco, no por sus cualidades sino por la falta de una fuerza social capaz de interponer un proyecto distinto al que empíricamente la burguesía va fraguando y que se traduce en la Constitución de 1917.
Ningún Estado y menos un Estado burgués se funda sobre la nada y en aquel entonces, la burguesía nacional se enfrentó al hecho consumado de que las masas campesinas habían destrozado las bases fundamentales de las estructuras semifeudales en el campo, ocupando tierras y liquidando físicamente a muchos terratenientes, y por otro lado la dinámica misma del proceso revolucionario había enfrentado a esta misma burguesía, al otro sustento económico del Estado porfiriano: el capital extranjero.
No quedaba otra más que optar por apoyarse en el ejército para sostenerse en el poder y asumir como propias ciertas reivindicaciones sociales del movimiento campesino y obrero, que si bien había sufrido importantes derrotas no estaba sofocado. Había en el seno mismo de la facción constitucionalista grupos muy radicales como los de Lucio Blanco y Francisco J. Mújica, que podían insubordinarse en el caso de que las "promesas" de Carranza y Obregón no asumieran un carácter de compromiso serio.
De esta forma la Constitución de 1917 es el acta de fundación de un Estado donde la burguesía tiene un poder endeble y muchas cuentas pendientes: educación, salud, trabajo, tierra, independencia, etc.
Segunda etapa: la era del corporativismo
El Estado que surge de la revolución, obligado -por su carácter de clase- a realizar el programa político de la burguesía, pero forzado por las fuerzas que lo llevaron al poder a realizar una serie de reformas, se ve en la necesidad de construir esos mecanismos de consenso que no posee y sin los cuales no podría aspirar a sostenerse. Como lo pueden mostrar los levantamientos armados que se sucedieron durante los siguientes 20 años, el ejército no podía ser el único garante de la estabilidad del gobierno.
Una de las principales características de este nuevo Estado, no fue el impedir que surgieran organizaciones de obreros y campesinos, por la convulsión revolucionaria éstas eran un hecho y el pretender como en el porfirismo, "matarlas en caliente" hubiera sido casi un suicidio. Lo que pretendió el Estado fue el organizar en torno a él ese movimiento que se estaba desarrollando. Así surgió una ideología3 que sustentaba la visión de un Estado Revolucionario basado en la "alianza con los obreros y campesinos" que fuera el único representante legal del movimiento armado y cuya fuerza fuera la "única garantía" de que algún día las promesas de la Constitución de realizarían.
Así, por obra y gracia de la supervivencia el Estado mexicano buscó la manera de organizar desde arriba a un movimiento que de todos modos no podría impedir organizarse. De esta forma bajo el auspicio de Carranza, que cede espacios en su natal Coahuila para tal efecto, se funda en Mayo de 1918 la Confederación Regional Obrera de México, con Luis N. morones a la cabeza. Los sindicalistas, que intuían la maniobra no participan en la formación de la CROM o se desprenden de ella y forman el Gran Grupo Central de Trabajadores (CGT), que en un año amenazaban con superar en tamaño y fuerza a la CROM oficial, por lo que Carranza decide su supresión por la vía de la represión en abril de 1919.
A partir de la CROM se funda el Partido Laborista Mexicano que fue una de las fachadas electorales de la campaña de Obregón y de Calles. La relación entre el caudillo del momento y la CROM es un antecedente de la sumisión de la CTM ante el presidente en turno. Es cierto que hubo grupos, tanto anarquistas como comunistas que intentaron crear un sindicalismo independiente del gobierno, pero siempre se enfrentaron a la respuesta que el CGT recibió de Carranza.
Ya desde entonces la simbiosis entre el sindicalismo corporativo y el Estado se desarrollaba de manera similar a la fase de consolidación del corporativismo, por ejemplo, la huelga ferrocarrilera de enero a marzo de 1921 en la que se agrupan también los electricistas, tranviarios y telegrafistas, la lucha era por el reconocimiento de una confederación sindical de ferroviarios ajena a la CROM y cercana a la CGT. El movimiento recibió la denuncia de la dirigencia de la CROM como "político" y "reaccionario", mientras que el Estado llevó la represión incluso al fusilamiento de un dirigente ferrocarrilero, al final los trabajadores vencieron y el gobierno se vio forzado a reconocer dicha lucha.4
Posteriormente la política del Estado se orientó a promover la CROM por doquier, llegando a acuerdos con esa central y desentendiéndose de la CGT u otros movimientos disidentes. El Partido Comunista Mexicano se caracterizaba en aquel entonces por una política sectaria, que nunca se enfrascó en la tarea necesaria de construir puntos de apoyo también dentro de la CROM.
Para finales de los veintes arriba el final de la CROM, su apoyo total a la figura de Álvaro Obregón le vale el enfrentamiento con Plutarco Elías Calles y la pérdida de los favores que le permitieron desarrollarse. Se abre entonces una fase de conflictos muy agudos entre el movimiento sindical y el gobierno. La inexistencia de una alternativa patrocinada por el gobierno, que pudiera hacer contrapeso a los movimientos que se desarrollaban en todos los sectores, llevó al Maximato a implementar la represión directa como principal medio de lucha contra las movilizaciones obreras, es entonces cuando se ilegaliza al PCM.
A partir de la CROM se funda el Partido Laborista Mexicano que fue una de las fachadas electorales de la campaña de Obregón y de Calles. La relación entre el caudillo del momento y la CROM es un antecedente de la sumisión de la CTM ante el presidente en turno. Es cierto que hubo grupos, tanto anarquistas como comunistas que intentaron crear un sindicalismo independiente del gobierno, pero siempre se enfrentaron a la respuesta que el CGT recibió de Carranza.
Ya desde entonces la simbiosis entre el sindicalismo corporativo y el Estado se desarrollaba de manera similar a la fase de consolidación del corporativismo, por ejemplo, la huelga ferrocarrilera de enero a marzo de 1921 en la que se agrupan también los electricistas, tranviarios y telegrafistas, la lucha era por el reconocimiento de una confederación sindical de ferroviarios ajena a la CROM y cercana a la CGT. El movimiento recibió la denuncia de la dirigencia de la CROM como "político" y "reaccionario", mientras que el Estado llevó la represión incluso al fusilamiento de un dirigente ferrocarrilero, al final los trabajadores vencieron y el gobierno se vio forzado a reconocer dicha lucha.
Posteriormente la política del Estado se orientó a promover la CROM por doquier, llegando a acuerdos con esa central y desentendiéndose de la CGT u otros movimientos disidentes. El Partido Comunista Mexicano se caracterizaba en aquel entonces por una política sectaria, que nunca se enfrascó en la tarea necesaria de construir puntos de apoyo también dentro de la CROM.
Para finales de los veintes arriba el final de la CROM, su apoyo total a la figura de Álvaro Obregón le vale el enfrentamiento con Plutarco Elías Calles y la pérdida de los favores que le permitieron desarrollarse. Se abre entonces una fase de conflictos muy agudos entre el movimiento sindical y el gobierno. La inexistencia de una alternativa patrocinada por el gobierno, que pudiera hacer contrapeso a los movimientos que se desarrollaban en todos los sectores, llevó al Maximato a implementar la represión directa como principal medio de lucha contra las movilizaciones obreras, es entonces cuando se ilegaliza al PCM.
Como parte de esa política represiva, se establece en 1931 la Ley Federal del Trabajo, la cual surge con una abierta intención de someter a una rigurosa normatividad la defensa de los intereses de los trabajadores con el fin de establecer un control sobre ellos: el Estado por medio de las juntas de conciliación y arbitraje, se abriga el derecho de declarar legal o ilegal una huelga, con lo cual, adquiere la potestad de manipular este derecho según sus necesidades. El Estado también se atribuye la capacidad de reconocer la existencia o no de un sindicato y así mismo establece que los contratos colectivos se tendrían que celebrar con un sindicato reconocido, estas medidas tenían como objetivo que las relaciones laborales sólo se establecieran con aquellos sindicatos que el gobierno considera conveniente, en este sentido, y en el contexto de aquella época, la promulgación de la Ley Federal del Trabajo tuvo un carácter reaccionario y conforma un elemento más por medio del cual, el Estado intentaba sujetar las manos del movimiento obrero.
A pesar de todo, las movilizaciones obreras no paraban, las organizaciones sindicales antigubernamentales cundían por doquier y la influencia del movimiento comunista crecía a pesar de las detenciones y la ilegalidad. En esas condiciones el periódico El Machete llegaba a tirar más de 50 mil copias. A pesar de su notable influencia, en comparación de su tamaño, el PC no asumió una posición correcta de frente al movimiento sindical oficialista y se conformó con mantener la Confederación Sindical Unitaria.
A principios de 1935 se crea el Comité Nacional de Defensa Proletaria, organización amplia en la que los comunistas aceptaron entrar como medio para enfrentar la represión estatal y preparar condiciones para regresar a la legalidad.
Las divisiones en el seno de la burguesía adquirieron un carácter crítico en 1935, cuando ante el auge del movimiento huelguístico, específicamente expresado en la lucha de los obreros de "La vidriera" de Monterrey, el gobierno nuevamente se ve en la disyuntiva de reprimir u obligar a los patrones a ceder. Plutarco Elías Calles, partidario de la represión, declaró públicamente la necesidad de dar un escarmiento a luchar "por el bien de la patria y la economía", lo que atizó el conflicto que terminaría con su expulsión del país un año después.
La posición de Cárdenas fue más bien de utilizar todas las armas legales para construir un movimiento obrero "aliado del gobierno revolucionario". de este modo lejos de poner trabas a la formación del Comité Nacional de Defensa Proletaria, impulsó la participación en él de las organizaciones sindicales afines al gobierno, las cuales por cierto, también se estaban impregnando de la radicalización de aquel entonces y emprendían luchas reivindicativas.
La CTM no surgió entonces como un producto de las intenciones gubernamentales para controlar al movimiento obrero, sino que fue un genuino proceso de unificación del movimiento sindical en proceso de radicalización y de construcción de una identidad propia, ante el cual Estado decidió involucrarse, o más bien, involucrar a sus organizaciones afines con el objetivo de evitar la pérdida definitiva de influencia sobre el mismo.
La CTM se constituyó en febrero de 1936 sobre la base de la intervención de la corriente oficial dirigida por Fidel Velásquez y los 5 “lobitos”, la de Lombardo Toledano y la Comunista. Mientras que Toledano llegaba a acuerdos con los oficialistas, la corriente comunista -víctima de la política de conciliación con la burguesía nacional dictada por la Internacional Comunista- no hizo ningún esfuerzo importante por impedir que el oportunismo de Lombardo-Velásquez se hiciera del control de la dirección de la CTM. Incluso aún teniendo la posibilidad real de disputar y ganar las posiciones más importantes.
A finales de 1936 estalló una crisis en el seno de la dirección de la CTM, Fidel reclamaba las principales posiciones de la misma, las cuales estaban controladas por comunistas, entre ellos Valentín Campa, la situación se resolvió en favor de Fidel Velásquez por iniciativa de Earl Browder:
"Aceptamos la realización del pleno, el cual tuvo lugar en julio de 1937, a los 4 meses de la división impuesta por Fidel Velásquez en el IV Consejo Nacional de la CTM. Browder, según nos informó después el camarada Laborde, primero discutió con él sobre la base de un documento de la internacional Comunista titulado "La unidad a toda costa! , planteando esa orientación política como resolución de la IC ante la cual el PCM debería disciplinarse. Browder discutía con Laborde sólo para convencerlo de lo correcto de la resolución y para examinar la forma de aplicarla. Laborde(...) concluyó por disciplinarse”.
El documento resolvía también "...reconocer los acuerdos del IV Consejo y la autoridad del Comité Nacional que encabeza el compañero Lombardo Toledano”.
El PCM fue obligado pues a aceptar su separación de la dirección de la CTM y a buscar la construcción de un supuesto Frente Popular Antifascista. La retirada no se concentró en el terreno sindical, tanto las ligas campesinas como la organización juvenil del partido se integraron al proyecto del Partido de la Revolución Mexicana.
Si nos hemos detenido aquí de una manera detallada es para demostrar que el corporativismo y su triunfo, fue producto no una fatalidad de la historia, o porque estuviera escrito en el destino del pueblo de México. En 1936-1938 se disputaban luchas importantísimas en todos los sectores, ferrocarrileros, petroleros, electricistas, las masas trabajadoras construían una identidad propia y el PCM tenía la oportunidad histórica de confluir en ese movimiento para darle un carácter genuinamente independiente de la burguesía y su Estado. Este, mientras tanto, actuaba a la defensiva apareciendo siempre detrás de un hecho consumado del lado del más fuerte. Al desertar de la lucha, el PCM dejó en bandeja de plata al movimiento en manos de la alianza burocrática oficialista que aprovechó la ocasión para construir un pacto sobre la base de la ideología de la burguesía nacionalista gobernante.
El Cardenismo, se basó en el oportunismo de dirigentes como Lombardo Toledano y Fidel Velásquez para establecer en el terreno de la relación con el gobierno, una subordinación total, la cual se comenzaba con cargos políticos por medio de un partido casi único.
En el terreno de la relación obrero patronal, la CTM tendió desde 1938 a evitar que los trabajadores estallaran luchas; así el número de huelgas pasó de 319 en 1938 a 98 en 19426 . Primero fue el pretexto de la unidad nacional en contra de la guerra , luego la construcción nacional, la protección del desarrollo estabilizador. Así la CTM fue asumiendo un papel paralizante en las luchas y la conciencia de los trabajadores.
En este marco una burguesía que actuaba a la defensiva en 1936, fue adquiriendo confianza y no sólo dejó de ceder sino que comenzó a exigir docilidad por parte del movimiento. La coyuntura posterior 1940-1970 (boom de la posguerra) permitió a la CTM un amplio margen de maniobra de frente a los movimientos independientes a él. El crecimiento económico permitía aumentos, al menos superiores a los de sus demás contrincantes independientes, por otro lado el control gubernamental de las juntas de conciliación y arbitraje permitieron enfrentar las luchas sin que estas rebasaran los marcos del sistema.
Bajo la tutela del Estado, se desarrolló una burguesía parasitaria totalmente dependiente tanto del capital internacional como de los subsidios y beneficios que le reportaba el sector estatal de la economía. No obstante el periodo que va de 1930 a 1970, transformó totalmente la realidad de los mexicanos, la población se concentró en las ciudades y el proletariado creció hasta convertirse en la fuerza social más importante.
En 1940 apenas el 20% de la población vivía en zonas urbanas, para 1978 el porcentaje era del 65%. En 1970 el 58.2% de la población laboraba en actividades del campo, para 1980 ese porcentaje había disminuido a menos del 30%, mientras que el sector manufacturero creció hasta llegar al 18% de la población ocupada; al mismo tiempo 41% se dedicaba a minería, construcción y servicios.
EL COMIENZO DELA CRISIS
Como resultado del proceso de diversificación del capitalismo en México, se crearon diversos estratos medios, sectores que van desde la pequeña burguesía urbana y rural hasta las capas más beneficiadas del proletariado; su crecimiento fue un balón de oxígeno para el régimen, que sin muchas contemplaciones reprime salvajemente cualquier expresión de lucha de los trabajadores y los jóvenes, siendo ejemplar la heroica lucha de los trabajadores ferrocarrileros, que fue aplastada en sangre en 1959 y la lucha estudiantil de 1968, la cual terminó en la matanza del 2 de octubre, por sólo citar dos ejemplos. El PIB per cápita llegó a su máximo histórico en 1980.
A pesar de lo ejemplar de las luchas, la mayor parte del aparato del Estado (ejército, policía, sistema de justicia, partido, etc.) parecía inamovible. Pese a la extensión y simpatía popular por dichas luchas, estas no se extendieron más allá de algunas capas de trabajadores avanzados. En particular en 1968, con una dirección correcta, el movimiento pudo haber generado una crisis profunda en el seno del aparato del Estado y en sus cimientos corporativos, especialmente los sindicatos, de hecho la decisión de aplastarlo, fue para evitar el desarrollo de esa posibilidad.
La crisis de mediados de los años setentas (75-76), puso fin a este periodo de crecimiento sostenido, a partir de ahí las crisis se han repetido de forma continua, 1982-83, 1987-88, 1994-95 y finalmente la actual, que aun no estalla en toda su expresión, han tenido efectos devastadores en la estabilidad -otrora envidiable- del régimen mexicano.
Las luchas de los trabajadores y jóvenes en todo este período obligaron a la burguesía a modificar sus mecanismos de control, pasando de priorizar la represión física de masas, a priorizar la represión selectiva, utilizando al máximo sus mecanismos de control ideológico.
La crisis de finales de 1994 aceleró el proceso de concentración y centralización de capital en nuestro país, ello con todas las consecuencias que implica, en particular la concentración del ingreso, la disminución de los salarios, el cierre de pequeñas y medianas empresas no competitivas, aumento del desempleo, incremento de la cartera vencida, disminución de las ventas, falta de liquidez de los bancos, entre otras cosas. Todo esto en el marco del fortalecimiento de un patrón de acumulación, basado en la exportación de productos manufacturados; lo que ha implicado e implicará –si no luchamos de manera decidida- la disminución del gasto social, la eliminación de subsidios a los productos básicos, aumento de impuestos, del precio de la gasolina, electricidad agua potable y la venta de las empresas paraestatales, etc.
El desgaste de el modelo capitalista mexicano basado en el Estado como capitalista dominante dentro del sistema, empezó a hacer crisis; una expresión inicial de este ocaso fue el movimiento estudiantil de 1968 y el nuevo auge de luchas obreras durante la primera mitad de los setentas.
Este movimiento aunque tampoco fue suficiente para acabar con el corporativismo, sí constituye un punto de inflexión con respecto al periodo anterior. La nueva época no viene marcada por el fortalecimiento del corporativismo CTM-CT sino por su paulatino debilitamiento.
Las luchas de la Tendencia Democrática de los Electricistas, de los telefonistas y de el movimiento sindical universitario, son las más significativas. Este periodo se caracteriza por triunfos parciales y también derrotas, pero la represión salvaje de otros tiempos no es la tónica general.
Es justo reconocer que en estos tiempos había una sobreestimación de fuerzas por parte del movimiento sindical independiente, bajo la idea de que el corporativismo estaba acabado, se puso de moda el crear sindicatos independientes. En lugar de utilizar todo el ambiente favorable existente en el rescate de los sindicatos existentes, toda una capa de cuadros sindicales se abocaron a la creación de sindicatos independientes, que en la práctica se aislaron del grueso de los trabajadores y al la larga se fueron paulatinamente burocratizando.
La realidad era que a pesar del desgaste, tanto el sistema como el sindicalismo corporativista conservaban importantes reservas, esto aunado a la práctica sectaria del independentismo, hizo que se lograra atravesar el temporal con un sindicalismo oficialista diezmado pero no acabado.
DE LA MADRID Y SALINAS
El periodo siguiente es el de la brutal crisis económica de los 80´s, sobre todo en el sexenio de Miguel de la Madrid durante el cual prácticamente no existió crecimiento económico.
El capitalismo mexicano entraba en la crisis más severa desde la posguerra. El gobierno recurrió a una serie de pactos económicos donde se condenaba a la población trabajadora a una brutal reducción salarial, tan sólo en el periodo de 1982 a 1992 el salario se hizo tres veces más pequeño, gracias a la inflación y a los topes salariales. La incapacidad de la burguesía nacional para desarrollar al país se puso manifiesta; coyuntura que permitió a una capa de tecnócratas totalmente afín a las políticas del imperialismo norteamericano, asumir el control de la situación.
El movimiento obrero fue severamente afectado, en los momentos en los que el problema de la economía de los más desposeídos no es vivir mejor sino sobrevivir, la lucha por lo indispensable se vuelve la única prioridad. Esta desbandada sin orden permitió al Estado emprender un ofensiva contra el movimiento democrático en el seno de los sindicatos, así como para debilitar al máximo al movimiento del sindicalismo independiente.
El sexenio de De La Madrid es característico de esta etapa, pero también se empieza a desarrollar otro proceso nuevo, las burocracias sindicales cada día reciben menos tajada del pastel, la misma debilidad económica de las finanzas públicas hace que el derroche de los charros se convierta en un privilegio que el Estado no se podía seguir dando, lo que genera una paulatina diferenciación entre los intereses de ciertos sectores de la burocracia sindical y los del Estado.
Pese a que el corporativismo y la burocracia sindical son instrumentos del Estado, estos también tienen cierto grado de autonomía y de participación dentro de las decisiones del aparato de Estado, un ejemplo de ello era el líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, la Quina, que en cierta medida como líder del sindicato tenía un poder político y económico sobre los Estados de la costa del golfo. El poder de estos grupos emanaba y aun emana directamente de la importancia del sindicato.
Contradicciones de este tipo se tienen que manifestar tarde o temprano y dado que el sindicato corporativo depende en última instancia del gobierno, a la larga los conflictos suscitados entre ambos se resolverán a favor de este último.
La detención de la Quina hace ya más de 13 años marcó el nuevo trato al que el Estado sometería al sindicalismo oficial.
Pese a lo que parezca, el Estado no es una instancia todo poderosa al margen de las clases, aunque tiene su dinámica propia, el Estado realiza la labor de control y coerción sobre la sociedad que requiere la clase dominante, en este caso la alta burguesía imperialista, que en un arranque de confianza inició a escala internacional desde la caída de el bloque soviético un ataque contra las organizaciones de los trabajadores.
Este periodo no estuvo exento de luchas, aunque el desgaste y la dispersión impidieron respuestas generalizadas. El movimiento magisterial especialmente dio una batalla histórica que demostró que la alternativa no es crear sindicatos independientes, sino democratizar los sindicatos de masas que ya existen, por cierto en la medida que el Charro del magisterio Jonguitud Barrios se mostró impotente para detener el embate magisterial, también fue declarado muerto político por parte del Estado y desplazado del sindicato
En el caso mexicano el mensaje para los sindicatos oficiales era muy claro de parte del Estado “da igual, ustedes son unos elefantes inútiles y estorbosos para nuestra modernización, si no se adaptan a los requerimientos de nuestros empresarios, pues los desaparecemos y ya esta”.
Ruptura del sindicalismo oficial
El día 28 de noviembre de 1998 en la ciudad de México se creó la Unión Nacional de Trabajadores, que integra a más de 150 sindicatos y en torno a un millón trescientos mil afiliados. Sin duda este es un acontecimiento que debemos valorar como un punto de inflexión en el movimiento sindical mexicano.
La época de lo que se ha dado en llamar neoliberalismo, caracterizada por una profunda embestida contra todos los derechos de los trabajadores, ha generado una profunda crisis en el seno del sindicalismo corporativo. Éste, acostumbrado a traficar con las diversas concesiones como la vivienda y la seguridad social entre muchas más, entra en crisis cuando el Estado se ve obligado a retirarlas ó minimizaras. No sólo eso, en determinado momento el sindicalismo corporativo resulta demasiado costoso para la burguesía, y demasiado ineficiente para garantizar el control del movimiento obrero, como para que ésta le otorgue todo su apoyo.
Cada vez era más difícil concentrar grandes contingentes para dar gracias al presidente por matar a los trabajadores de hambre. No sólo eso, cada vez era más problemático hacer que el obrero votara por el PRI.
El surgimiento de la UNT es producto de las presiones desde abajo, del fermento social en la base de los sindicatos. Fue así como algunos sectores del sindicalismo oficial decidieron que era el momento de adaptarse a los nuevos tiempos, con el fin de no perder sus posiciones privilegiadas en el seno de la burocracia sindical, cuya dirigencia máxima (Congreso del Trabajo y Confederación de Trabajadores de México) conforme se agudizan todas las contradicciones pierde poder de negociación con el régimen.
El primero en actuar fue el dirigente de los telefonistas Francisco Hernández Juárez, amigo personal de Carlos Salinas y actualmente miembro del Consejo Nacional del PRI. En el sexenio salinista organiza, junto con otros sindicatos, la formación de la Federación de Sindicatos de Bienes y Servicios (Fesebes), posteriormente en unión con Elba Esther Gordillo, de la cúpula del magisterio oficial y Antonio Rosado del Sindicato del Seguro Social, todos ellos alguna vez diputados del PRI y parte de su dirección nacional, forman en 1995 el Foro de Sindicatos ante la nación.
Ninguno de estos dirigentes tiene la idea de la emancipación de la clase obrera o algo por el estilo. De hecho todos ellos firmaron todos los pactos sociales que, tanto Salinas como Zedillo les propusieron para apretar aún más el cuello de la clase obrera mexicana.
El principal punto de convergencia de ellos es el cuestionamiento a la CTM y el CT como los voceros oficiales de la clase obrera mexicana ante el gobierno. Tampoco la defensa de la democracia sindical es uno de sus atributos, cuando así lo han considerado necesario, no han dudado en emplear grupos de choque para reprimir otras corrientes sindicales en su seno, implementar fraudes para mantenerse en el poder o meter el la cárcel a aquellos que les estorbaban.
Cuando muere Fidel Velásquez a mediados de 1998, hacen pública su intención de formar una nueva central, hecho que provocará una ruptura con aquellos sectores oficialistas que no estaban dispuestos a llegar al punto de escindir al Congreso del Trabajo (Elba Esther Gordillo).
Para Hernández Juárez y su gente era fundamental establecer dicha central de cara al proceso de ruptura que se acelera cada día más en el CT y la CTM.
EL NEOCHARRISMO DE LA UNT
Una cosa son las intenciones y otra la fuerza del movimiento obrero, que por medio de distintas manifestaciones muestra cada vez más una hostilidad al control corporativo de los sindicatos, ¿quién puede negar que desde los desfiles oficiales del 1° de mayo en los que se “agradecía” al presidente en turno, a la multitudinaria e histórica manifestación del 1° de mayo de 1995, ha habido un cambio sustancial en la situación? . Las últimas movilizaciones del primero de mayo con cientos de miles movilizándose en contra de dicho control, por democracia sindical y contra la política económica del gobierno, son sólo una pequeña muestra, el inicio de un proceso más generalizado, en el cual observamos:
La formación de corrientes sindicales democráticas en casi todos los sindicatos oficiales, la formación de la Coordinadora Primero de Mayo que ha significado un paso hacia la unidad de sectores del sindicalismo “independiente”, y un elemento muy sintomático, es el voto obrero hacia el PRD. Todo esto ha llevado a los sectores de la burocracia más sensibles a buscar adaptarse, los ha forzado a tomar o asumir posiciones aparentemente críticas al régimen y a favor de la clase obrera, pues de lo contrario podrían verse rebasados desde las bases.
Esto ha forzado a la nueva central a asumir un programa que se declara abiertamente en contra de la política económica del Estado, contra “las desviaciones, ineficiencia y corrupción del sindicalismo burocratizado (... y por... ) una reforma de poder que incluya cambios en materia laboral para resolver los verdaderos problemas estructurales de la economía, el empleo y el salario.” (La Jornada, 29 de noviembre 2001).
La dirección de la UNT declara que repudia todas las prácticas del viejo sindicalismo y que está por una verdadera defensa de los trabajadores, eso es positivo aunque hace falta más. Los miembros de base del PRD y sindicalistas democráticos y de izquierda tenemos que hacer un llamado a que dichos propósitos se realicen a través de una lucha sindical firmemente enraizada con la lucha por una transformación socialista de la sociedad, esta es la única forma de ser consecuentes con los intereses de los trabajadores.
En cambio, la estrategia que planea la actual dirección de la UNT es establecer un nuevo pacto social, es decir nuevos acuerdos entre patrones y trabajadores en los que comúnmente es el obrero el que siempre termina pagando los platos rotos.
LA SITUACION ACTUAL DEL PROLETARIADO
Durante los últimos 20 años, como hemos señalado, México ha vivido una reestructuración en torno a su estructura económica. Las ramas motrices de la economía han pasado, primero de las manos del Estado a las del sector privado, esto fundamentalmente durante los sexenios de De la Madrid y Salinas; Otro momento de esta transferencia fue el periodo zedillista, marcado por la crisis del 95 que determinó la consolidación de un entramado financiero industrial que controlaba para 1988 el 34% del PIB y que tenía como eje de articulación a la banca. Actualmente estamos viviendo una fase de transferencia del control de dicho entramado principalmente al capital norteamericano, no obstante todo este proceso, en lo que hace a la estructura industrial como tal, no se han sufrido grandes modificaciones, es decir este proceso no ha implicado una transformación de la estructura industrial, con excepción de la industria maquiladora, la cual genera más del 40% de la producción manufacturera.
Para 1990, del total de la población económicamente activa (PEA) el 66.2% correspondía a trabajadores asalariados (cerca de 16 millones), de este total de asalariados, el 47.3% estaban considerados como obreros (7,526,520) y de estos el 51.3% (3,862,294) estaban empleados en la industria de la transformación (manufactura, minería, electricidad, construcción, etc.)
En ese año el total de trabajadores sindicalizados urbanos era de 7,826,571, es decir un 49% del total de los trabajadores asalariados y un 30 % del total de la PEA. 7
Los datos de los años posteriores no señalan alguna disminución del peso de los asalariados en la PEA, ni del nivel de sindicalización: Entre 1988 y 1997 el porcentaje de población asalariada con respecto del PIB pasó del 71.6 al 70.8%, es decir, se mantuvo estable, en lo que se refiere al nivel de sindicalización, como ya señalamos, en 1990 constituía un 49% del total de los asalariado, para 1996 era el 46%.
En el año 2001 el 34.2% del empleo se concentra en la producción manufacturera, el 18.6% en comercio y el 19.4 en servicios personales.
El peso del sector manufacturero también se ha mantenido estable, especialmente por la expansión de las exportaciones, las cuales han aumentado un 400% en estos últimos 10 años, en este terreno los porcentajes de sindicalización tampoco han variado de manera significativa; en 1991 el 87% de las empresas grandes contaba con sindicato, para 1995 el porcentaje era del 89% y el porcentaje de sindicalizados era del 63.9%. En las empresas medianas el porcentaje pasó del 84 al 84.5% en el mismo periodo y en las pequeñas del 66 al 60.1% y en las empresas micro pasó del 6.9 al 9.5% es decir creció.
Aunque como podemos observar en el siguiente cuadro, el porcentaje de trabajadores sindicalizados en las empresas micro es del 14.2%, esto explica que pese al alto porcentaje de sindicalización en las empresas grandes, el porcentaje de trabajadores sindicalizados sea una minoría con respecto del total, ya que una proporción importante de trabajadores tienen su centro de trabajo en micro empresas.
Porcentaje de trabajadores sindicalizados en la industria manufacturera
Total: 42.2
Grande: 63.9
Mediana: 58.3
Pequeña: 46.5
Micro: 14.2
De estos datos podemos concluir que son falsos los planteamientos acerca de la disminución del peso de los trabajadores asalariados con respecto de la población económicamente activa y mucho menos, de que las transformaciones en el capitalismo han significado un debilitamiento de la influencia de los sindicatos debido a la disminución de sus agremiados con relación al porcentaje total. En suma, la crisis del sindicalismo no se debe buscar en una supuesta desaparición de los asalariados. De hecho, el número de trabajadores inscritos en los sistemas de seguridad social pasó de 11.5 millones en 1990, a más de 15 millones en el 2002 Y el número de trabajadores en la industria manufacturera llegó a 6 millones en 19979
Pese a lo que hemos señalado, también es cierto que el número de trabajadores en el empleo informal también ha crecido de manera significativa y que en el sector formal, el tipo de empleos que se ofertan es de carácter extremadamente precario.
Estructura del empleo urbano entre 1980 y 199210
SECTOR 1980 (%) 1992 (%)
Informal 49.1 56.0
Trabajo por
cuenta propia 18.0 30.5
Servicio
doméstico 6.2 20.2
Formal 50.9 44.0
Público 21.8 24.5
Privado 29.1 19.5
Pese a que la mayor parte de la década de los noventa reportó tasas de crecimiento, exceptuando 1995, el crecimiento de la población y la integración anual de 1.5 millones de jóvenes al mercado laboral, no pudo ser absorbida por este crecimiento; esto explica el crecimiento de los trabajadores por cuenta propia, que en la mayoría de los casos funciona como mecanismo indirecto de dependencia respecto de un patrón.
Otro de los elementos que ha caracterizado esta contrarrevolución en las relaciones laborales, ha sido el crecimiento del empleo precario, esto es, aquel que no ofrece ninguna seguridad y mucho menos prestaciones; durante los últimos años la aplastante mayoría de los empleos tanto en el sector público como el privado se circunscriben a este tipo de contratos, los cuales pueden adquirir múltiples formas. Una de ellas, tal vez la más significativa, es el trabajo de medio tiempo. En 1990 al rededor de 4.1 millones de trabajadores estaban contratados bajo este régimen, para 1996 eran 9.8 millones. Otra muestra de esta tendencia es el número de trabajadores que trabajaron más de 35 horas a la semana recibiendo menos de un salario mínimo que pasó de 4.5% del total en 1992, al 8.2% en 1996.
El número de trabajadores contratados sin prestaciones pasó del 44% al 49% en el mismo periodo y para 1998 la cifra se había elevado al 64%, así mismo el porcentaje de establecimientos con menos de 5 trabajadores pasó del 41 al 45% en el mismo periodo.
La reducción del salario es otro de los elementos claves en la política capitalista de frente a la clase obrera, si bien esta tendencia siempre se ha manifestado, en los últimos años producto de factores que explicaremos más adelante, se han acentuado de manera permanente. Tomando como base el año de 1980, el salario mínimo para 1992 representaba sólo el 38.9%, en la industria sólo el 69% y en la construcción el 55%. Para 1998 el 80% del total de los ocupados en México ganaba 3 salarios mínimos o menos, es decir el equivalente al salario mínimo de 20 años antes. Mientras que en los setentas como porcentaje del PIB los salarios representaban arriba del 28%, en 1998 significaban tan sólo el 28.8%. En el sector manufacturero, -uno de los más “privilegiados”-, los sueldos en promedio sólo representan el 93% del año 1993, los salarios el 95.4% y las prestaciones el 93.3%, es decir en un lapso aproximado 10 años la caída no se ha podido frenar. Si revisamos al personal ocupado en este mismo sector veremos que la caída anualizada era del 5% en lo que se refiere a obreros y el 3% en cuanto a empleados
La política económica de la burguesía ha significado el despido de miles de trabajadores de las empresas grandes y el aumento de la intensidad de trabajo, es decir la superexplotación de aquellos que lo conservan, como consecuencia se puede observar una reducción del los costos de la producción correspondientes al salario. Pongamos como ejemplo a la industria automovilística; en 1991 se invertía el 20% del total en salarios, para 1999 bajó al 9.2%. mientras tanto en ese mismo periodo la productividad de la industria se elevo un 66.3%.
La relación productividad-salarios ha sido un mecanismo más por medio del cual se ha disminuido el salario de los trabajadores, un ejemplo fue 1995, en ese año los convenios por productividad otorgaron aumentos en promedio de un 1.5%, mientras que la inflación fue superior al 50%.
En 1994 el 50% de los contratos firmados incluían cláusulas por productividad y ello representaba a el 78% de los trabajadores con contrato
En suma en los últimos 20 años hemos vivido un proceso de flexibilización de la relaciones laborales que ha significado aumento del desempleo, del empleo precario, de la intensidad del trabajo, disminución del salario, reducción de las prestaciones, esto se ha hecho, no a partir de una reducción del tamaño o influencia numérica de los sindicatos sino bajo la complacencia o sometimiento de los dirigentes sindicales.
Un argumento que se puede plantear es que los trabajadores ya no quieren luchar y que ante ese escenario no queda más que optar por ser "razonable" y "responsable" con el patrón, veamos los datos
En 1980 el número total de huelgas estalladas de jurisdicción local fue de mil 339, en 1996 fueron sólo 410, este dato podría hacernos pensar que la disposición a luchar de los trabajadores cayó, no obstante si revisamos el número de emplazamientos las cosas cambian: en 1980 hubo 19 mil 402 emplazamientos a huelga, en 1996 fueron 32 mil 973, casi el doble. Nuevamente corresponde al manejo de los dirigentes sindicales el estallar o no, pero la explosión en el número de emplazamientos no es resultado más que de una mayor presión por parte de los agremiados por luchar en contra de la ofensiva patronal, si ésta no se tradujo al final en acciones, se explica por un escenario en el que el trabajador no sólo se tiene que enfrentar al patrón sino incluso a sus propios "dirigentes".
Remitiéndonos nuevamente a los datos oficiales tenemos que en 1990 estallaron en total 829 huelgas que involucraron a 68 mil 782 trabajadores, mientras que para 1997 estallaron 461 con 24 mil 688 trabajadores participantes. Pero esto no significó armonía, ya que en 1990 se registraron 78 mil 956 demandas, esto es, juicios entablados directamente por los trabajadores ante Conciliación y Arbitraje; si bien la cifra por sí misma es significativa lo es más aún que en los años siguientes la cifra se duplicó, pasando a 131 mil 931 en 1993 , 158 mil 664 en 1995 y 149 mil 321 en 1996.
Efectivamente resulta evidente que ante los ataques de la burguesía, los trabajadores recurrieron a la presión a los dirigentes sindicales para emplazar, de ahí los más de 40 mil 000 emplazamientos de 1996, pero también está claro que dichos dirigentes optaron por la negociación, que más bien se trató en aceptación de todo lo que conocemos como "flexibilización".
Bajo estas circunstancias resulta absolutamente claro que la única opción que tuvieron los trabajadores fue la defensa individual en forma de demandas en Conciliación y Arbitraje.
Ello explica por otro lado, el afán cada día más creciente, por parte de los empresarios en pos de modificar las leyes laborales. Tal como expresamos en otro apartado del presente escrito, dichas normas no fueron creadas con el fin de proteger al trabajador, sino de controlarlo.
Revisemos un poco el balance de las luchas obreras de los últimos 20 años; durante el proceso de "reestructuración capitalista" desde 1982 al año 2000 hubo 11 mil 382 huelgas que involucraron a un millón 329 mil trabajadores. Tan sólo en el periodo de Ernesto Zedillo el número de huelgas estalladas fue mil 738 involucrando a 137 mil 779 trabajadores y el número de demandas podría superar las 900 mil14.
Los datos sobre el número de huelgas y de conflictos interpuestos contradicen el discurso sobre la disminución de la combatividad de la clase obrera, sobre todo si los comparamos con otras épocas en la historia del movimiento, específicamente en el periodo posterior al gobierno cardenista.
No obstante, lo que sí es un hecho, es que las direcciones sindicales han jugado un papel determinante para que las huelgas legalmente declaradas sean el principal método de lucha, un ejemplo de esto lo podemos observar en el conflicto magisterial de 1989, el cual significó la movilización de cientos de miles de trabajadores y que no se considera dentro del rubro de "huelga" y por tanto las estadísticas mienten.
La lucha de los trabajadores del sector público, a finales del sexenio salinista, la cual involucró a más de un millón trabajadores también queda fuera de la estadística. Los datos lamentablemente se remiten en su mayor parte al sector privado e incluso en este podemos observar una amplia variedad de expresiones de descontento que proviene de los más diversos sectores de la clase obrera.
Del total de huelgas entre 1995 y 2000 el 43.4% se debieron a violaciones al contrato colectivo; 16.9% a revisiones del contrato colectivo; otro 13.2% relacionadas con violaciones a los contratos Ley y otro 16.9% por revisiones salariales. Lo que nos demuestra que la mayor parte de las movilizaciones fueron de carácter defensivo, es decir en defensa de conquistas anteriores, dicho de otra manera, los ataques de la burguesía, siempre tendientes a enflaquecer los contratos colectivos e incluso a destruirlos fueron la tendencia general de los últimos años.
Sobre los sectores en huelga encontramos que el 21.6% de las huelgas estalladas fueron en la industria textil, en la elaboradora de alimentos el 9.9%, la automotriz y autopartes un 9.5%, cinematográfica un 9.1%, la químico farmacéutica un 8.8%, transporte un 6.6% (Trabajadores Op. Cit). Podemos extraer entonces que la rama que más se vio afectada por recortes y ataques y, así mismo, la que más respondió fue la textil.
Cerca de 140 mil trabajadores se lanzaron en los últimos 5 años en defensa de sus intereses y otros cientos de miles lo hicieron de manera individual, esto desmiente plenamente el discurso de "paz en las fábricas".
Otro dato que nos muestra las tendencias de las luchas del pasado reciente es el origen de los sindicatos en huelga. Del total el 50% se originaron en sindicatos de la CTM, el 30.8% en sindicatos que aún no siendo de la CTM forman parte del Congreso del Trabajo, finalmente el 23.8% por parte de los sindicatos denominados independientes. Estos datos, reiteramos la fuente, el trabajo de Raúl J Yescas con datos del INEGI y la Secretaría del trabajo, nos muestran de manera fehaciente lo que muchas veces hemos explicado los marxistas: que los trabajadores luchan utilizando los instrumentos que tiene a la mano y que a pesar del carácter francamente gangsteril de las organizaciones del Congreso del Trabajo, estas han sido los principales medios de lucha de los trabajadores del sector privado, que son los únicos que legalmente pueden ir a la huelga. Además, durante los últimos 5 años del sexenio zedillista tenemos que tomar en cuenta los convenios suscitados por conflictos de carácter individual o colectivo que no incluyeron emplazamiento, los cuales involucraban a casi 300 mil en los tres primeros años de aquel sexenio y que en función de las tendencias pudo haber superado a los 600 mil trabajadores.
Las raíces de la crisis de los sindicatos en México
Todo lo señalado anteriormente nos muestra que hubo una incapacidad por parte de los dirigentes sindicales para canalizar las demandas de los trabajadores, así mismo que a pesar de ello, los trabajadores lucharon utilizando sus instrumentos tradicionales, es decir los sindicatos, así como los medios a que tiene acceso; en suma hubo más de 700 mil trabajadores involucrados en conflictos con el sector privado entre 1995 y el año 2000, pero de ellos sólo 140 mil lo hizo por medio de la huelga.
La relación Estado-direcciones sindicales
La raíz de la crisis de los sindicatos debe buscarse no en su incapacidad para inscribir afiliados, ni en la importancia de la clase obrera en el conglomerado social, ni en el descenso de su combatividad, tres cuestiones que se han cuestionado por parte de los teóricos de la burguesía, sino en la relación que se ha construido con el Estado y que fue el eje de su existencia desde la derrota histórica de 1938 cuando los sectores oficialistas se adueñaron de la CTM y dieron pie a lo que se conocería en México como charrismo. No obstante este proceso no fue privativo de México, los países estratégicos de América Latina como Brasil y Argentina vivieron etapas similares que se pueden caracterizar por una supeditación de las direcciones sindicales, ya sea de manera voluntaria o forzosa a las burguesías nacionales representadas en el llamado Estado populista.
Esta relación era complementaria, mientras que el Estado brindaba facilidades al sindicato corporativo para hegemonizar en conjunto del movimiento sindical, los dirigentes charros garantizaban la "paz social", es decir ellos mismos se encargaban de eliminar cualquier indicio de movimiento opuesto al Status Quo.
La corrupción se constituía como una correa de transmisión extra-legal que cobijaba este pacto, es decir permitía el beneficio y enriquecimiento de los dirigentes sindicales por medio del Estado y por este medio garantizaba lealtades.
La relación de supeditación de la dirección charra con el Estado nunca a implicado supeditación del conjunto de la clase obrera frente al Estado y la burguesía, las luchas de los trabajadores no dejaron de repetirse año tras año dejando una estela de ejemplos de heroicidad y abnegación que las presentes generaciones de trabajadores deben rescatar para futuras luchas. No obstante las direcciones burocratizadas, charras en los 50´s y 60´s poseían medios para ir desvirtuando el proceso de toma de conciencia de la clase obrera de manera que torcían los conflictos de clase y cuando esto no era posible operaban como verdaderos agentes de la burguesía, los grupos de golpeadores que aún nutren muchos de estos sindicatos son una muestra evidente de ello. La cláusula de exclusión, se convirtió en un mecanismo por medio del cual el dirigente charro tenía el derecho de despedir al trabajador de la empresa. Este mecanismo represivo en ocasiones no era suficiente para frenar a los obreros disidentes, entonces se llegaba el turno del Estado propiamente dicho.
La represión desde el mismo aparato sindical era un complemento de la acción directa del Estado, el sindicato corporativo la justificaba e incluso promovía; Lombardo Toledano acusaba a los activistas sindicales combativos de agentes de la CIA y Fidel Velásquez fue conocido por sus llamados a reprimir el movimiento estudiantil del 68.
No obstante, esto no hubiera sido posible si los dirigentes sindicales se hubiesen presentado con las manos vacías de frente a los trabajadores.
El mecanismo para hacer digerible esta farsa cruel fue sin duda el clientelismo, es decir la política de concesiones materiales condicionadas al apoyo, como explicaremos más adelante el clientelismo se dio durante esta fase gracias a que la situación económica lo permitía y a que el esquema de reproducción capitalista tenía como eje propulsor al Estado burgués, el cual aprovechaba esta función para distribuir recursos en sectores de la burocracia partidista y sindical. El clientelismo fue un mecanismo que fortaleció la dominación de la burocracia charra.
La relación de supeditación de la dirección charra se fue traduciendo en la construcción de una ideología especial en el seno de la clase obrera, una ideología producto de la relación charro-Estado y que se traducía en la transmisión de toda una serie de valores y aspiraciones de carácter pequeño-burgués que poco a poco fue dominando en los sectores un poco más privilegiados de los trabajadores, o al menos en aquellos con una posición más estable. Esta conciencia falsa sigue siendo aún un mal a combatir por parte del movimiento marxista dentro de los sindicatos y por supuesto también está entrando en crisis con la misma dirigencia charra.
Durante todo este periodo la posición de fuerza de un sindicato se definía en función de su posición con el Estado más que con su capacidad de movilización, de hecho cuando se movilizaban eran los mecanismos coercitivos-clientelares los que "atraían" a las masas.
Esta relación de los sindicatos con el Estado se traducía también en una relación de poder con respecto de la dirección de la fábrica o empresa. El charro se mostraba dócil con su gran patrón (el Estado) pero a veces prepotente con su patrón directo.
El charro era "alguien", era un participante importante en el sistema, muchas veces sus servicios eran pagados con cargos públicos o posiciones en la burocracia gubernamental, un ejemplo de ello fue Luis Gómez Z, dirigente charro de los ferrocarrileros que terminó a finales de los setentas como director general de Ferrocarriles Nacionales.
El Estado ejercía el papel de gran capitalista que dictaba las reglas y poseía los medios materiales para ejercer un control sobre los diversos sectores de la producción, no obstante desde la segunda mitad de los años setentas este esquema de reproducción de capital entró en crisis la cual no pudo ser solventado por los medios tradicionales, a este tipo de capitalismo correspondía también un tipo de sindicalismo, el cual podemos identificar en el caso de México con el charrismo, cuyos elementos principales ya hemos señalado.
El nuevo esquema de reproducción capitalista transfiere los principales motores económicos al sector privado y por ende facilita su integración al capitalismo global por vía de los grandes consorcios financieros, industriales comerciales y bancarios. En el periodo anterior, la preocupación del Estado como gran capitalista era la de mantener una cierta estabilidad y las concesiones al sindicalismo charro provenían no tanto de un criterio económico sino político. En el caso del "nuevo esquema de acumulación capitalista" el gran consorcio es el que, en función se su horizonte, define las prioridades, las cuales son en primer lugar, lograr la reducción del costo de la fuerza de trabajo y así mismo emplearla más intensivamente. El desechar esta fuerza de trabajo cuando sus características ya no le satisfagan, es para el gran capitalista una prioridad en la medida que se enfrenta a una competencia más encarnizada por parte de otros capitalistas. El principal criterio para la relación Estado-direcciones sindicales era la de mantener una cierta estabilidad política, dado que en el marco del conjunto del sistema había cierto margen para hacer algunas concesiones y comprar paz social. En la situación actual el principal criterio de la relación Estado-direcciones sindicales, que por cierto en la sociedad capitalista siempre la dicta el Estado, es disminuir al mínimo las posibilidades de que los trabajadores actúen de forma colectiva en defensa de sus derechos, en la medida que estos últimos se han convertido en un obstáculo para las ganancias que los capitalistas quisieran.
Antes, el Estado regulaba las relaciones obrero patronales, actualmente el Estado pretende abocarse a garantizar que las relaciones obrero patronales estén plenamente controladas por los patrones.
En la época en que el Estalinismo se mostraba como una posible alternativa par muchos países, el anterior esquema de relación Estado-direcciones sindicales era hasta cierto punto una necesidad. Después de la caída del estalinismo este criterio político también perdió peso.
El sindicato es para el capitalismo un lastre con el que se ve forzado a convivir. Sin duda lo mejor para ellos sería su desaparición y el establecer con los obreros una especie de contrato comercial individualizado, no obstante esta perspectiva no está ni estará en el horizonte de la burguesía, en el convulsivo periodo en que las clases se enfrentan y enfrentarán decididamente, un periodo en el que los dirigentes serán rebasados ú obligados a ponerse al frente de las luchas, por lo tanto a la burguesía le resultará cada vez más difícil encontrar un sindicalismo que se amolde a sus necesidades y que se reduzca a una simple asociación mutualista sin fuerza política ni capacidad de negociación, le será difícil llevar adelante su nueva cultura laboral que pretende una especie de club de amigos de la empresa en donde desaparezca todo vestigio de lucha de clases, de ahí devienen los elementos que caracterizan a la actual crisis del sindicalismo en México, la cual no está en el sindicato mismo sino en su dirección.
Los sindicatos burocratizados de corte corporativo están en crisis porque su estructura no corresponde a las necesidades de la burguesía en la medida que mantenerlos es costoso y no garantiza la estabilidad de antaño, por otro lado porque en un momento dado, en el marco de un proceso de lucha pueden ser retomados por los trabajadores con consecuencias impredecibles para la patronal. Así pues, las direcciones charras ya no son útiles ni a la burguesía ni a los trabajadores. Un sector de los charros temen más a los trabajadores que a la burguesía y para intentar recuperar su interlocución, oportunistamente intentan e intentarán colocarse a la cabeza del descontento de las bases, mientras que otro sector de charros ha tomado la decisión de apoyar con uñas y dientes los dictados de la burguesía esperando que cambien los vientos favorablemente, pero en realidad, una vez que las masas sindicales se muevan de manera decidida, el apoyo charro a la burguesía se traducirá en que las dirigencias serán barridas por los trabajadores.
Reiteramos, una cosa son los charros y otra los sindicatos mismos. El hecho que Rodríguez Alcaine avale las reformas a la Ley Federal del Trabajo no significa que los trabajadores lo hagan, pero ese aval lo marcará un capitulo más en su declive. Cierto es que el Estado intentará apoyarse en ellos pero también es cierto que la nueva relación corporativa que se fragua entre charros, gobierno y patrones tiene bases tan endebles que se romperá con las embestidas obreras.
Los dirigentes de los sindicatos neocorporativos, como la UNT, no son más un reagrupamiento de burócratas de corte oficialista deseosos de construir sus propios canales de interlocución con el gobierno y la burguesía, no obstante. en el fondo son víctimas de la misma problemática de los charros de viejo tipo, aunque sumidos en la necesidad de diferenciarse y en el afán de ganar nuevos adeptos adquieren fraseología un tanto más izquierdista, lo cual no es gratuito sino reflejo de las presiones de abajo. Lo más probable es que una oleada de luchas los obligará a posicionarse del lado de los trabajadores sin que ello signifique que en realidad representen los verdaderos intereses de los obreros.
Los llamados sindicatos independientes, en la medida en que no defienden un horizonte distinto al de los charros en términos sociales, adoptan tarde que temprano las mismas prácticas de concertación y falta de vínculos con sus propias bases. El sectarismo, que en los setentas podría sonar a defender la pureza de sus ideales ahora no pasa de ser un simple mecanismo de protección de pequeños privilegios. El discurso de autonomía frente a partidos políticos o de independencia ideológica, les llevó primero al apoliticismo, luego a una política totalmente economisista sin más horizontes que la próxima revisión del contrato colectivo y posteriormente a desarrollar en su seno corrientes de derecha concertadora que han ido copando también la dirección de estos sindicatos. Este tipo de sindicalistas irán a la cola de los acontecimientos y se posicionarán al lado de lo que suene más de moda para mantener su fama de izquierdistas pero al mismo tiempo de gente seria, esgrimirán su "independencia" para obstruir el desarrollo de cualquier corriente que atente contra su Status, pero sin duda serán fácilmente rebasados por los acontecimientos.
La crisis del capitalismo restringirá las posibilidades de negociación y por tanto de base social de cada uno de estos sindicalismos. En el futuro el único sindicalismo verdaderamente consecuente con los intereses de los trabajadores tendrá que caracterizarse por elementos como los que se señalan a continuación.
-Una visión revolucionaria, es decir de ruptura con el régimen social imperante, único factor que permite asumir la disciplina, el sentido de responsabilidad, la honradez y la lealtad que deben caracterizar al nuevo sindicalismo.
-La creación de una estructura de organización militante, esto es, basada en programa, ideas, estructura y métodos homogéneos que retome a la célula de fábrica y no tanto al comité ejecutivo como su principal eje de existencia.
-El agrupamiento por rama de actividad por encima de por empresa es fundamental, el nuevo sindicato no debe llamar a crear estructuras sindicales oficiales aparte, sino a luchar por rescatar las existentes. La afiliación deberá ser individual y en función de la actividad militante sin que la pertenencia a determinada empresa sea factor determinante.
-El movimiento obrero debe reorganizarse tomando en cuenta las grandes concentraciones y las pequeñas, allí donde hay dos empleados o hay donde hay 10 mil, por lo tanto no se deberá aceptar ninguna restricción por este concepto.
-En este marco la acción representada por la Huelga General representará en el futuro la mejor manera de defender de manera colectiva y efectiva a aquellos trabajadores que por el tipo de empresa o por su dispersión se vean en una situación desfavorable de frente al patrón.
-El movimiento por tanto deberá asumir la tarea de forzar a la burguesía y a su Estado al establecimiento de contratos nacionales por rama de actividad que protejan no solo a los trabajadores de determinadas empresas o sindicatos afiliados, sino a los de toda la rama entera, así sean tres los empleados de un pequeño taller estos deben estar protegidos por un contrato nacional que les garantice condiciones mínimas.
-Un programa que abarque los intereses de la clase obrera en su conjunto y no sólo los de un gremio. Que supedite la lucha u obtención de triunfos locales a los intereses generales del movimiento.
-Una lucha abierta y tenaz contra el apoliticismo y la llamada "autonomía sindical" que en el fondo es sólo basura ideológica burguesa.
"Gris es la teoría y verde es el árbol de la vida". Nunca ningún planteamiento teórico podrá igualarse a la capacidad creativa de las masas, las cuales hacen su propia historia siguiendo los derroteros no de los libros sino aquellos que la lucha de clases les impone. La tarea de aquellos realmente comprometidos con la clase obrera, no puede ser la de sustituir el movimiento vivo, sino de fundirse con él y por medio de la actividad política revolucionaria contribuir al proceso de sacar conclusiones que abran nuevos horizontes de desarrollo. La lucha ideológica por tanto, no implica el establecer en el seno del movimiento ideas ajenas a su experiencia real sino el ayudar a orientar esas experiencias reales en la lógica de la creación de una visión distinta a la de la que aporta la burguesía, si esto no lo hace el revolucionario en el seno del movimiento sindical y en aquellos en donde participa, entonces sólo prepara al movimiento a la adaptación al sistema. De sobra esta decir que en éste sentido la labor del sindicato no puede ser autosuficiente. Toda actividad sindical que no incluya también una lucha ideológica y una propuesta política que se complemente con la acción del partido de la clase obrera, es en el fondo insuficiente, mirando las cosas en perspectiva histórica
En muy pocos casos el movimiento sindical abarca a la mayoría de la clase obrera, la tarea del sindicalismo de carácter militante será, no la de abarcar a la totalidad de los obreros sino representarlos realmente, de tal modo que sea posible movilizar al conjunto de la clase cuando sea necesario.
El sindicalismo revolucionario del siglo XXI deberá romper los límites de la fábrica sin que ello implique abandonarla, deberá aspirar a romper la dinámica impuesta por las leyes del Estado burgués sin que deje de tomarlas en cuenta, deberá aspirar a luchar por una sociedad distinta sin olvidar que para lograrlo hay que empezar luchando en la actual. Deberá confiar exclusivamente en sus propias fuerzas y basarse exclusivamente en su propia clase, nuestra clase obrera.
Seria importante que tanto la Federación Sindical Mundial así como muchos militantes de izquierda, recordaran o leyeran, el discurso de Nikita Khrushchev, del Informe Secreto
al XX Congreso del PCUS del 25 de febrero de 1956.
Es un buen ensayo sobre la autocrítica, que obviamente se puede mejorar en términos de sinceridad y de verdad pero lo ponemos a su disposición por la trascedencia del hecho
Informe Secreto
al XX Congreso del PCUS del 25 de febrero de 1956.
de Nikita Khrushchev
El discurso de Khruschev fue "secreto" en tanto que fue pronunciado en sesión cerrada del Congreso y no formó parte de los informes y resoluciones oficiales emitidas por él. Sin embargo, sí se distribuyeron copias a las diversas dirigencias regionales del PCUS y a algunos gobiernos extranjeros. El texto completo del discurso se hizo publicó recién el 18 de marzo de 1956 y entonces sólo en Belgrado y Washington. Las revelaciones hechas por Khrushchev y la esperanza de "des-estalinización" crearon grán expectativa en Europa oriental pero provocaron rechazo y revueltas callejeras en Georgia, tierra natal de Stalin.
El texto completo del discurso no se publicó en la URSS sino hasta 1988.
Camaradas:
En el informe que presentó el Comité Central del Partido al XX Congreso, en numerosos discursos pronunciados por delegados a ese Congreso, y también durante la reciente sesión plenaria del C.C., se dijo mucho acerca de los efectos perjudiciales del culto a la personalidad.
Después de la muerte de Stalin el Comité Central del Partido comenzó a estudiar la forma de explicar, de modo conciso y consistente, el hecho de que no es permitido y de que es ajeno al espíritu del marxismo-leninismo elevar a una persona hasta transformarla en superhombre, dotado de características sobrenaturales semejantes a las de un dios. A un hombre de esta naturaleza se le supone dotado de un conocimiento inagotable, de una visión extraordinaria, de un poder de pensamiento que le permite prever todo, y, también, de un comportamiento infalible.
Entre nosotros se asumió una actitud de ese tipo hacia un hombre, especialmente hacia Stalin, durante muchos años. El objeto del presente informe no es valorar la vida y las actividades de Stalin. Los méritos de Stalin son bien conocidos a través de un sinnúmero de libros, folletos y estudios que se redactaron durante su vida. El papel de Stalin en la preparación y ejecución de la revolución socialista, en la guerra civil, en la lucha por la construcción del socialismo en nuestro país, es conocido universalmente. Nadie lo ignora. En este momento nos interesa analizar un asunto de inmensa importancia para el partido, tanto ahora como en el futuro... Nos incumbe considerar cómo el culto a la persona de Stalin creció gradualmente, culto que en momento dado se transformó en la fuente de una serie de perversiones excesivamente serias de los principios del Partido, de la democracia del Partido y de la legalidad revolucionaria.
Debido a que todos no se han dado cuenta cabal de las consecuencias prácticas derivadas del culto al individuo, del gran daño causado por el hecho de que se haya violado el principio de la dirección colegial en el Partido, concentrando un poder limitado en las manos de una persona, el C.C. del Partido absolutamente necesario exponer los detalles de este asunto al XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética.
Durante la vida de Lenin, el C.C. del Partido fue la expresión real de un tipo de gobierno colegial, tanto para el Partido como para la nación. Debido a que fue un revolucionario marxista militante que jamás dejó de acatar los principios esenciales del Partido, Lenin nunca impuso por la fuerza sus puntos de vista a sus colaboradores.
LENIN CONTRA STALIN
Vladimir Ilich Lenin, fuera de las importantes contribuciones que hizo a la victoria de la clase trabajadora, en bien de la victoria de nuestro Partido y de las ideas implícitas en el comunismo científico respecto a la vida, tuvo la visión, debido a su clara inteligencia, de percibir a tiempo en Stalin esas características negativas que posteriormente tuvieron consecuencias tan nefastas.
Temiendo por el futuro del Partido y de la nación soviética, Lenin diagnosticó por escrito el carácter de Stalin y en forma absolutamente concreta, señalando que era necesario examinar la necesidad de desplazar a Stalin de su puesto de Secretario General, puesto que era un ser insolente en exceso hacia sus camaradas y también, porque, siendo caprichoso, podría abusar del poder.
En diciembre de 1922, en una carta al Congreso del Partido, Lenin dijo: «Después de tomar posesión del cargo de Secretario General, el camarada Stalin ha acumulado en sus manos un poder desmedido y no estoy seguro de que sea siempre capaz de usar este poder con el debido cuidado».
Esta carta, que es un documento político de inmensa importancia, conocida en la historia del Partido como testamento de Lenin, ha sido distribuida a los delegados del XX Congreso del Partido. Uds, la habían leído ya y sin duda la leerán nuevamente. Convendría que Uds. meditaran las francas palabras de Lenin, puesto que ellas expresan la ansiedad que sentía Vladimir Ilich respecto al Partido, al pueblo, al Estado y a la futura dirección de la política del Partido. Dijo Lenin
«Stalin es excesivamente insolente y este defecto, que puede ser tolerado en un militante cualquiera del Partido, se transforma en un defecto inaceptable en una persona que ocupa el cargo de Secretario General. Es por esto que propongo que los camaradas vean la manera de alejar a Stalin de este cargo y de colocar allí a otro hombre, uno que, sobre todas las cosas, difiera de Stalin en lo siguiente: mayor tolerancia, más lealtad, más bondad y una actitud más considerada y un temperamento menos caprichoso, etc., etc...»
Este documento de Lenin se dió a conocer a los delegados al XIII Congreso del Partido, quienes discutieron la conveniencia de transferir a Stalin a otro cargo que no fuera el de Secretario General. Los delegados se declararon en favor de mantener a Stalin en su puesto, expresando su esperanza de que él tomaría en cuenta las críticas de Lenin y izaría lo posible por sobreponerse a los defectos que causaban tanta inquietud a este último.
Camaradas: el Congreso del Partido debe familiarizarse con dos nuevos documentos que confirman que el carácter de Stalin era tal cual lo había revelado Lenin en su testamento. Estos documentos son cartas de Nadejda Constantinovna Krupskaya [esposa de Lenin], a Kamenev, que en ese tiempo encabezaba el Buró político, y una carta personal de Lenin a Stalin.
Leeré ahora estos documentos:
«Lev Vórisovich! Debido a una breve carta que escribí con palabras que me dictara Vladimir Ilich, con permiso de sus médicos, Stalin se permitió ayer dirigirse a mí con una violencia inusitada. Durante mis treinta años de militante, nunca había oído a un camarada dirigir palabras tan insolentes a otro. Los asuntos del Partido y de Ilich no son de menos significación para mí que para Stalin. En este momento necesito el máximum de dominio sobre mí misma. Lo que uno puede y lo que uno no puede discutir con Ilich lo sé yo mejor que cualquier médico, puesto que yo sé lo que le pone nervioso y lo que no le perturba; de cualquier modo sé estas cosas mejor que Stalin. Recurro a Ud. y a Grigory, por ser los camaradas que se hallan más cerca de V. I., y les ruego que me protejan de insolentes intromisiones en mi vida privada y de viles invectivas y amenazas. No tengo la menor duda respecto a cuál será la unánime decisión de la Comisión de Control, con la cual Stalin me amenaza; no obstante, tampoco tengo la fuerza ni el tiempo disponible para malgastarlo en querellas insensatas. Además, soy un ser humano que soporta en estos momentos una tensión nerviosa excesiva.»
Nadejda Constantinovna escribió esta carta el 23 de diciembre de 1922. Dos meses y medio después, en marzo de 1923, Lenin envió a Stalin la siguiente carta
Al camarada Stalin. Copias para Kamenev y Zinoviev.
«Estimado camarada Stalin:
Ud. se permitió la insolencia de llamar a mi esposa por teléfono para reprenderla duramente. A pesar del hecho de que ella prometió olvidarse de lo dicho, tanto Zinoviev como Kamenev supieron del incidente, porque ella los informó al respecto. No tengo intención alguna de olvidarme fácilmente de lo que se hace en contra de mí y no necesito insistir aquí de que considero que lo que se hace en contra de mi esposa, se hace contra mí también. Le pido entonces que Ud. medite con cuidado acerca de la conveniencia de retirar sus palabras y dar las debidas explicaciones, a menos que prefiera que se corten nuestras relaciones completamente.
Le saluda, Lenin.
5 de marzo de 1923».
Camaradas: No discutiré estos documentos, puesto que ellos hablan por sí solos. Observaré sólo que si Stalin pudo comportarse de esta manera durante la vida de Lenin y hacia Nadejda Constantinovna Krupskaya, a quien el Partido bien conoce y valora altamente debido a su leal amistad con Lenin y al hecho de que fuera una activa batalladora por la causa del Partido desde su creación, entonces nos es permitido imaginarnos fácilmente cómo Stalin trataría a otra gente.
Como los hechos posteriores lo han probado, la inquietud de Lenin fue justificada inmediatamente después de la muerte de Lenin, Stalin respetó en cierto modo los consejos de Lenin, pero más tarde comenzó a ignorar estas serias advertencias.
Cuando analizamos la forma en que Stalin dirigió al Partido y al país, cuando nos detenemos a considerar todo lo que hizo Stalin, llegamos al convencimiento de que los temores de Lenin eran bien fundados. Las características negativas de Stalin, incipientes durante la vida de Lenin, lo llevaron, durante los últimos años de su vida a abusar del poder, lo que ha causado al Partido un daño ilimitado. Debemos meditar detenidamente y analizar en forma correcta este asunto con el objeto de desterrar para siempre la posibilidad de que se repita, en cualquier forma, en el futuro todo aquello que aconteció durante la vida de Stalin, un ser que rehusó absolutamente tolerar una dirección colegial del gobierno y del trabajo y que procedió con una violencia salvaje, no solamente contra quienes se le oponían, sino también contra todo lo que pareciese, a su carácter despótico y caprichoso, contrario a sus conceptos. Stalin actuaba no a través de explicaciones [una palabra ilegible], y de cooperación paciente con la gente, sino imponiendo sus concepciones y exigiendo una sumisión absoluta a su opinión. El que osara oponerse a algún concepto o intentara probar la corrección de su punto de vista y de su actitud, estaba condenado a que se le relegara del grupo dirigente colectivo y que se le sometiera posteriormente a la aniquilación física y moral. Esto es especialmente cierto en lo que se refiere al período posterior al XVII Congreso del Partido, cuando muchos dirigentes del Partido y simples trabajadores honrados y afanosos del Partido, todos dedicados a la causa del comunismo, cayeron víctimas del despotismo de Stalin.
Debemos atestiguar que el Partido ha tenido que reñir serias luchas contra los trotskistas, derechistas y nacionalistas burgueses, y que desarmó ideológicamente a los enemigos de Lenin. Esta guerra ideológica se llevó a cabo con éxito y, como resultado de ello, el Partido se templó y se fortaleció. En todo esto Stalin desempeñó un papel positivo. El Partido libró una gran lucha política y espiritual contra miembros de él que propusieron tesis antileninistas, que presentaron una línea política hostil al Partido y a la causa del socialismo. Esta fue una lucha enconada y difícil, pero necesaria, porque la línea política tanto del bloque trotskista-zinovievista, como del bujarinista conducía a la restauración del capitalismo y a la capitulación ante el mismo. Consideremos por un instante lo que hubiese sucedido si la línea política de desviación hacia la derecha, o sea la orientación hacia una industrialización de «percal» o hacia el Kulak, etc., hubiese prevalecido. Entonces no tendríamos nuestra poderosa industria pesada, no tendríamos los koljoses y nos encontraríamos débiles y desarmados.
STALIN CREO LA NOCION DE «ENEMIGO DEL PUEBLO»
Vale la pena destacar que aún durante el proceso de la furiosa lucha ideológica contra los trotskistas, los zinovievistas, los bujarinistas y otros, no se usaron extremas medidas represivas contra ellos; la lucha se realizó en un terreno ideológico. Pero algunos años después, cuando el Socialismo en nuestro país estaba fundamentalmente estructurado, cuando las clases explotadoras estaban liquidadas, cuando la estructura social del Soviet había cambiado radicalmente, cuando la base social no permitía movimiento político o grupos hostiles al Partido, cuando los oposicionistas ideológicos del Partido se encontraban vencidos políticamente desde hacía tiempo, entonces comenzó una política de represión contra ellos.
Fue precisamente durante este período [935-1937-1938] que se inició la práctica de llevar a cabo persecuciones en masa a través de los mecanismos del Gobierno, primero contra los enemigos del leninismo, o sea trotskistas, zinovievistas, bujarinistas, derrotados desde hacía tiempo por el Partido, y posteriormente, también contra comunistas honrados y contra esos dirigentes del Partido que habían soportado la pesada carga de la guerra civil y los primeros y más difíciles años de la industrialización y la colectivización y que habían luchado activamente contra los trotskistas y derechistas para mantener la línea leninista del Partido.
Stalin inventó el concepto de «enemigo del pueblo». Este término hizo automáticamente innecesario que los errores ideológicos de los hombres expresados en una controversia se comprobasen; este término hizo posible que se usaran los más crueles métodos de represión, violándose así todas las normas de la legalidad revolucionaria, cada vez que alguien estaba en desacuerdo con Stalin o que se sospechara en él una intención hostil o debido simplemente a que tenía una mala reputación. Este concepto de «enemigo del pueblo», finalmente, eliminó todas las posibilidades de que se desarrollaran luchas ideológicas o de que alguien pudiese dar a conocer su punto de vista respecto a cualquier problema, aunque ellos fuesen meramente de carácter práctico. En general y en realidad, la única prueba de culpabilidad valedera era la confesión y ella se usaba contra todas las normas de la legalidad, por cuanto se ha podido demostrar posteriormente que esas confesiones se obtenían presionando por medios físicos al acusado. Esto condujo a abiertas violaciones de la legalidad revolucionaria, y al hecho de que muchas personas enteramente inocentes, que antes habían defendido la línea del Partido, se transformaran en víctimas.
Debemos establecer, respecto a esas personas que en cierta época se opusieron a la línea del Partido, que frecuentemente los cargos no eran tan serios como para justificar que se les aniquilara físicamente. La fórmula «enemigo del pueblo» se creó con el objeto específico de aniquilar físicamente a tales individuos. Es un hecho que muchas personas que fueron aniquiladas posteriormente como enemigos del pueblo, habían trabajado con Lenin durante su vida. Algunas de estas personas habían cometido errores en tiempos de Lenin; no obstante esto, Lenin sacó beneficio de su trabajo, los corrigió e hizo todo lo posible para retenerlos en las filas del Partido, induciéndolos a que le siguieran. La sabiduría de Lenin como conductor de hombres se manifestó siempre en la forma en que trabajó con los miembros del Partido.
Una relación enteramente diferente con el pueblo caracterizó a Stalin. Las virtudes de Lenin, paciencia para trabajar con la gente, persistencia para educarla, habilidad para inducirlos a seguirle sin utilizar métodos represivos sino más bien recurriendo a influencias ideológicas, le eran enteramente ajenas a Stalin. Stalin descartó el método de lucha ideológica, reemplazándolo por el sistema de violencia administrativa, persecuciones en masa y terror. Procedió a un ritmo siempre creciente a imponerse a través de los organismos punitivos, violando así con frecuencia todas las normas de la moral y las leyes soviéticas.
El comportamiento arbitrario de una persona estimuló la arbitrariedad en otras. Las detenciones y las deportaciones en masa de muchos miles de personas, las ejecuciones sin previo juicio y sin una investigación normal del comportamiento de los acusados, engendraron condiciones de inseguridad, temor y aun de desesperación. Esto, es claro, no contribuyó a reforzar la unidad del Partido, sino, por el contrario, produjo la aniquilación y la expulsión del Partido de muchos trabajadores leales, pero molestos para Stalin.
Nuestro Partido luchó por consolidar los planes de Lenin para la construcción del Socialismo. Se trataba de una lucha ideológica. Si hubiesen seguido prevaleciendo los principios de Lenin durante el desarrollo de la lucha, si hubiese imperado siempre la devoción del Partido a estos principios en combinación con una aguda preocupación por el bienestar del pueblo, si todo esto no se hubiese aplicado mal y rechazado sino más bien utilizado en beneficio de nuestros ideales, no se hubiesen producido tan brutales violaciones del régimen legal revolucionario y miles de personas no habrían caído víctimas del sistema de terror. Medidas extremas se habrían aplicado sólo en contra de aquellas personas que efectivamente habían cometido actos criminales contra el sistema soviético.
KAMENEV, ZINOVIEV Y LOS TROTSKISTAS
Recordemos algunos hechos históricos.
En vísperas de la Revolución de octubre, dos miembros del Comité Central del Partido bolchevique -Kamenev y Zinoviev- se declararon contra el plan de Lenin que auspiciaba un levantamiento armado...
Sin embargo, después de la gran revolución de octubre, Zinoviev y Kamenev, como es sabido de todos, fueron colocados en posiciones de importancia. Lenin los situó en puestos de gran responsabilidad, desde los cuales influyeron en las altas tareas del Partido, participando activamente en la labor de los principales organismos del Partido. Es sabido que Zinoviev y Kamenev cometieron otra serie de errores durante la vida de Lenin, quien en su testamento establece que la actuación de Zinoviev y Kamenev durante la Revolución de octubre no era, por supuesto, un accidente, Sin embargo, Lenin no sugirió que se les apresara o fusilara.
Tomemos ahora como ejemplo a los trotskistas. En este momento, después de un período histórico bastante amplio, podemos hablar de la lucha contra los trotskistas con calma y podemos analizar este asunto con suficiente objetividad. Al fin y al cabo en torno a Trotski había gente cuyo origen no puede llamarse burgués. Un grupo de ellos pertenecía a la intelectualidad del Partido y otros formaban parte de la clase trabajadora. Podemos identificar individualmente y nombrar a muchos que en su tiempo se unieron a los trotskistas, pero esto no quita que ellos participaron activamente en los movimientos obreros anteriores a la Revolución, durante la misma Revolución socialista de octubre y también en la consolidación de la victoria de la más grande de las revoluciones. Muchos de ellos rompieron con los trotskistas y volvieron a la posición leninista. ¿Era, necesario aniquilar a esa gente? Estamos profundamente convencidos de que si hubiese vivido Lenin no se habrían utilizado contra ellos métodos tan extremos.
He ahí unos cuantos hechos históricos. ¿Pero, podríamos decir que Lenin no se decidió a emplear incluso las medidas más severas contra los enemigos de la Revolución cuando fue imperativo hacerlo? No, nadie podría decir tal cosa. Vladimir Ilich exigió siempre un trato sin consideraciones para los enemigos de la Revolución y de la clase trabajadora y, cuando lo estimaba necesario, aplicaba los métodos más severos.
La severidad de Lenin era extrema sólo cuando lo consideraba indispensable, cuando las clases explotadoras existían todavía, y se oponían vigorosamente a la revolución, cuando la lucha por la supervivencia adquiría agudos contornos, mientras se proseguía la guerra civil. Stalin, por otra parte, utilizó métodos extremos en una época en que la revolución ya había vencido, Parece claro que Stalin demostró en un sinnúmero de oportunidades su intolerancia, su bestialidad y su abuso del poder. En vez de probar su corrección política y de movilizar a las masas, con frecuencia escogió el camino de la persecución y de la aniquilación física, no sólo contra enemigos verdaderos, sino también contra individuos que no habían cometido crimen alguno contra el gobierno o contra el Partido. Aquí no vemos signo alguno de sabiduría, sino más bien de esa fuerza bruta que tanto alarmó a Lenin.
Ultimamente, en especial después que se desenmascarara a la camarilla de Beria, el C.C. examinó una serie de asuntos fabricados por esta camarilla. Ello reveló un cuadro horroroso de brutalidad obcecada como consecuencia del comportamiento incorrecto de Stalin. Los hechos demuestran que Stalin, utilizando su poder ilimitado, cometió muchos abusos en nombre del C.C. y sin consultar la opinión de los miembros del Comité o siquiera de los miembros del Buró Político del C.C.; con frecuencia no informaba acerca de sus decisiones personales respecto a asuntos muy importantes del Partido y del gobierno. Lenin, por el contrario, jamás creyó inoportuno consultar cualquier asunto con el C.C. para que él lo aprobara, o al menos, con los miembros del Buró Político.
En el período más difícil de la vida de nuestro Partido y de nuestro país, Lenin creyó indispensable convocar regularmente congresos, conferencias del Partido y sesiones plenarias del C.C., en los cuales los más importantes asuntos se discutían y en que se tomaban resoluciones cuidadosamente estudiadas en conjunto por los dirigentes.
STALIN VIOLÓ BRUTALMENTE LOS PRINCIPIOS LENINISTAS
Así se procedía durante la vida de Lenin. ¿Se observaron los sagrados principios leninistas del Partido después de la muerte de Vladimir Ilich? Durante los primeros años, los congresos del Partido y los planes del C.C. se realizaron en forma más o menos regular; posteriormente, cuando Stalin comenzó a abusar de su poder en forma creciente, estos principios se violaron totalmente. En los últimos quince años de su vida esta situación empeoró. ¿Podría considerarse normal que transcurriesen trece años entre el XVIII y el XIX Congreso del Partido, años durante los cuales nuestro Partido y nuestro país vivió tantos acontecimientos importantes? Estos acontecimientos exigían categóricamente que el Partido resolviera acerca de ellos por cuanto afectaban, primero, la defensa del país durante la guerra patriótica, y, luego, en la época en que se construía para la paz, graves asuntos internos. Aun después de la guerra no se reunió un Congreso durante más de siete años.
Los plenos del C.C. no se celebraron casi nunca. Debiera bastar que se mencione que durante todos los años de la guerra patriótica no se verificó un solo pleno del C.C.
Es cierto que se intentó celebrar un pleno del C.C. en octubre de 1941, cuando se llamó a todos sus miembros de los diversos puntos del país, reuniéndoseles en Moscú. Esperaron dos días la inauguración de ese pleno, pero en vano; Stalin no quería ni siquiera reunirse y conversar con los miembros del C.C. Este hecho demuestra lo desmoralizado que se encontraba Stalin en los primeros meses de la guerra, y con cuanta altivez y desdén trataba a los miembros del C.C.
En la práctica, Stalin ignoraba las normas de la vida del Partido y pisoteaba los principios leninistas de gobierno colegial. La tendenciosa actitud de Stalin hacia el Partido y el C.C. se puso plenamente en evidencia después del XVII Congreso del Partido, que se realizó en 1934.
Disponiendo ahora de numerosos datos que comprueban su incalificable actitud hacia los líderes del Partido, el C.C. ha creado una Comisión del Partido bajo el control del Presidium del C.C. A esta Comisión se le encargó de investigar todo aquella que hizo posible las represiones en masa contra la mayoría de los miembros del C.C. y los candidatos elegidos para que actuaran en el XVII Congreso del Partido Comunista de toda la Unión.
LAS TERRIBLES «DEPURACIONES» DE 1937-1938
La Comisión se ha familiarizado con una gran cantidad de material existente en los archivos de la N.K.V.D. y con otros documentos, y ha establecido muchos hechos que conciernen la fabricación de cargos contra comunistas, las falsas acusaciones y los descarados abusos de la legalidad socialista que tuvieron como consecuencia la muerte de gente inocente. Es obvio que muchas de las actividades del Partido, del Soviet y de la economía se tildaron en 1937-1938 de «enemigas», cuando en realidad no las realizaban ni enemigos ni espías ni saboteadores, etc., sino comunistas honrados. Se trataba de gente acusada injustamente, que - no pudiendo soportar tanta bárbara tortura - se autoacusaban, por orden de los jueces investigadores y de los falsificadores, de toda clase de crímenes graves e increíbles. La Comisión ha presentado al Presidium del C.C. un material extenso y bien documentado referente a las represiones en masa llevadas a cabo contra los delegados del XVII Congreso del Partido y contra miembros del C.C. elegidos en ese Congreso. Este material ha sido estudiado por el Presidium del C.C. y éste ha comprobada que de los 139 miembros y candidatos del C.C. del Partido que se eligieron en el XVII Congreso, 98 de ellos, es decir el 70 %, fueron detenidos y fusilados [la mayor parte entre 1937 y 1938]. (Indignación en la sala). ¿Cuál era la composición de los delegados que participaron en el XVII Congreso? Se sabe que el 80 % de, los participantes con voto del XVII Congreso ingresó en el Partido en la época de la conspiración anterior a la revolución y durante la guerra civil; esto significa antes de 1921. El origen social de la masa de los delegados era la clase trabajadora (60 % de los miembros con voto). Por esta razón es inconcebible que un Congreso así constituido eligiese al C.C. una mayoría compuesta por enemigos del Partido. La única razón por la cual se tildó al 70 %c de los miembros del C.C,, y de los miembros elegidos al XVIII Congreso de «enemigos del pueblo y del Partido», es porque se difamó a comunistas honrados por medio de acusaciones fabricadas, minando así gravemente la legalidad revolucionaria.
El mismo destino hallaron no sólo los miembros del C.C., sino también la mayoría de los delegados al XVII Congreso del Partido. De los 1.906 delegados que fueron allí ya sea para votar o para aconsejar, 1.108 fueron apresados y acusados de crímenes contra la revolución, es decir un número superior a la mayoría. Este mero hecho demuestra cuán absurdos, cuán contrarios al sentido común fueron los cargos de crímenes «contra-revolucionarios» esgrimidos en contra de ellos, ya que no nos es posible entender cómo la mayoría de los componentes del XVII Congreso pudiesen haber merecido tales acusaciones. (Indígnación en la sala).
Recordaremos que el XVII Congreso, del Partido se conoce históricamente como el Congreso de los Victoriosos. Los delegados a ese Congreso habían participado activamente en la construcción del Estado Socialista; muchos de ellos habían sufrido y soportado lo indecible por el Partido durante los años pre-revolucionarios. Ellos lucharon contra el enemigo valientemente y enfrentaron la muerte cara a cara, sin temor. Cómo nos va a ser posible crer que esa gente se demostrase posteriormente traidora y que hubiese ingresado en las filas de los enemigos del socialismo durante el período posterior a la liquidación política de los zinovievistas, trotskistas y derechistas y después de las grandes conquistas de la construcción socialista? Lo cierto es que todo esto fue el resultado de la forma en que Stalin abusó del poder y comenzó a utilizar el terror contra los jefes del Partido.
¿Cuál es la razón por la cual las persecuciones en masa contra los activistas se incrementaron más y más después del XVII Congreso? Es porque en este tiempo Stalin se había colocada por encima del Partido, por encima del país, de tal modo que había dejado de tomar en cuenta tanto al C.C. como al Partido. Stalin siguió considerando en cierto modo la opinión colectiva hasta el XVIII Congreso, pero después de la liquidación política de los trotskistas, zinovievistas y bujarinistas, cuando -como resultado de la lucha y de las victorias socialistas- el Partido había logrado la unidad, Stalin dejó de valorar aún en grado mínimo a los miembros del C.C. del Partido y aun a los del Buró Político; Stalin pensó que ahora podía decidirlo todo por su cuenta, y que necesitaba sólo la ayuda, de datos, estadísticos, y lo cierto es que trataba a todos los que no estudiaban las estadísticas, de un modo tal que sólo les era posible escucharle y alabarle.
Después del asesinato criminal de S. M. Kirov, el amigo más íntimo de Stalin, miembro del Politburó y jefe del Partido en Leningrado [su asesinato en 1934 fue el pretexto para iniciar una gran purga], comenzaron las persecuciones en masa y las violaciones brutales de la legalidad soviética. En la tarde del 10 de diciembre de 1934, por iniciativa de Stalin (sin la aprobación del Politburó), el Secretario del Comité Central Ejecutivo, Yenukidze, firmó la siguiente directiva:
«1. - Se ordena a los servicios de investigación que aceleren los casos de las personas a quienes se acusa de la preparación y ejecución de actos de terror.
2. - Se ordena a los organismos judiciales que no aplacen las ejecuciones de las penas de muerte dictadas por crímenes de esta categoría para examinar las posibilidades de indulto, porque el Presidium del Comité Central Ejecutivo de la URSS no considera posible aceptar peticiones de esta índole.
3. - Los organismos del Comisariado de Asuntos Interiores deben ejecutar las penas de muerte contra los criminales de la categoría arriba mencionada inmediatamente que se dicten las sentencias. » [Yenukidze, uno de los más antiguos amigos de Stalin, ejecutado en 1937].
Esta directiva fue la base de una serie de acusaciones en masa y de abusos contra la legalidad socialista. Durante muchos de los juicios fabricados se acusó a los reos de preparar actos de terrorismo; esto les privaba de la posibilidad de que sus casos fuesen reabiertos aun cuando ellos declararan ante el Tribunal que se les había hecho confesar a la fuerza o cuando, de un modo convincente, rechazaban las acusaciones esgrimidas contra ellos.
UNA PROVOCACIÓN DE LA G.P.U.: EL ASESINATO DE KIROV
Debe afirmarse que hasta el momento las circunstancias que rodean el asesinato de Kirov encubren muchos asuntos inexplicables y misteriosos que exigen un examen más cuidadoso. Hay razones que permiten suponer que el asesino de Kirov, Nikolayev, fue ayudado por uno de los hombres asignados para proteger la persona de Kirov. Mes y medio antes del asesinato, Nikolayev fue apresado por suponérsele un comportamiento sospechoso, pero se le dejó en libertad y ni siquiera se le registró. Es causa de sospecha el hecho de que cuando el miembro de la Cheka designado para proteger a Kirov fue conducido para ser interrogada el 2 de diciembre de 1934, murió en un accidente automovilístico, del cual salieron ilesos todos los otros ocupantes del vehículo. Después del asesinato de Kirov, altos funcionarios del N.K.V.D. en Leningrado fueron condenados sin severidad, pero en 1937 se les fusiló. Podemos presumir que se les fusiló con el objeto de cubrir los rastros de los organizadores del asesinato de Kirov (agitación en la, sala).
Las persecuciones en masa aumentaron inmensamente de 1936 en adelante y después de un telegrama de Stalin y Jdanov [antes de su muerte repentina en 1948, se consideraba a Jdanov como el posible sucesor de Stalin] fechado en Sochi el 25 de septiembre de 1936 y, dirigido a Kaganovich, Molotov y otros miembros de Politburó. Decía este telegrama lo siguiente
«Consideramos absolutamente indispensable que el camarada Yejov sea nombrado Comisario del Pueblo para los asuntos interiores. Yagoda ha demostrado ser incapaz de desenmascarar al bloque trotskista-zinovievista. La O.G.P.U. lleva un atraso de cuatro años en este asunto. Ello lo han notado todos los militantes del Partido y la mayoría de los representantes de la N.K.V.D.»
Yagoda y Yejov fueron jefes de la Policía Secreta en períodos sucesivos. Yagoda, después de iniciar la gran purga cayó preso en ella y fue liquidado en 1938, Yejov asumió la dirección de las purgas y las prolongó enormemente, hasta que fue reemplazado por Beria en 1938, quien -aparentemente- lo hizo ejecutar.
Esta formulación stalinista de que la N.K.V.D. [término intercambiable con O.G.P.U.] llevaba cuatro años de atraso en sus investigaciones represivas y de que era necesario recuperar el tiempo perdido, indujo a los miembros de la N.K.V.D. a realizar ejecuciones y detenciones en masa.
Debemos recalcar que se impuso esta formulación a la Sesión Plenaria del Comité Central del Partido Comunista, celebrada entre febrero y marzo de 1937. La Sesión Plenaria aprobó la resolución basándose en el informe Yejov intitulado «Lecciones que surgen de las actividades nefastas de espionaje y diversión organizadas por agentes japoneses, alemanes y trotskistas». Por lo cual se acordó lo siguiente:
«El Pleno del Comité Central del Partido Comunista Bolchevique considera que todos los hechos revelados durante la investigación de una actividad anti-soviética de origen trotskista, apoyada por sus secuaces en las provincias, demuestran que el Comisariado del Pueblo de Asuntos Interiores se ha atrasado por lo menos cuatro años en el trabajo destinado a desenmascarar a los inexorables enemigos del pueblo.»
Es así que las persecuciones en masa se estimulaban en este tiempo en nombre de la lucha contra el trotskismo. ¿Es cierto que los trotskistas en ese tiempo constituían un peligro para el Partido y el Estado Soviético? Debemos recordar que en 1927, en vísperas del XV Congreso del Partido, el movimiento trotskista-zinovievista de oposición sólo obtuvo 4.000 de los 724.000; votos emitidos. Durante los diez años que transcurrieron entre el XV Congreso del Partido y el Pleno de febrero y marzo del C.C. del Partido, el trotskismo se había debilitado del todo, muchos trotskistas de antes habían variado de opinión y trabajaban en diversos sectores por la construcción del socialismo. Queda en claro que la marcha de la construcción socialista era tal que no justificaba el terror y las represiones en masa por todo el país.
Lo cierto es que Lenin enseñó que sólo era necesario recurrir a la violencia revolucionaria cuando existía resistencia de parte de las clases explotadoras y tenían poder. Tan pronto como la situación política de la nación hubo mejorado, cuando en enero de 1920 el Ejército Rojo se apoderó de Rostov, logrando su más importante victoria sobre Denikin, Lenin dió órdenes a Deherjinsky [primer jefe de la Policía Secreta Bolchevique] de cesar el terror y de abolir la pena de muerte. Lenin justificó esta importante medida política del Estado Soviético del siguiente modo en su informe a la Sesión del Comité Central Ejecutivo del 2 de febrero de 1920:
«Nos vimos obligados a recurrir al terror debido a que el terror lo practicó la Entente cuando poderosas potencias del mundo lanzaron sus hordas contra nosotros. No hubiésemos durado dos días si no hubiésemos respondido a estos atentados de la oficialidad y de la Guardia Blanca sin dar cuartel. Tuvimos que recurrir al terror, pero fue la Entente, debido a sus métodos terroristas, la que nos obligó a hacerlo. Pero tan pronto como logramos una victoria decisiva y aún antes de que terminase la guerra, inmediatamente después de la toma de Rostov, renunciamos a la pena de muerte, probando así nuestra decisión de llevar a cabo nuestro programa en la forma en que lo habíamos prometido.
Decimos ahora que nuestra decisión de recurrir a la violencia es consecuencia de nuestra determinación de neutralizar a los explotadores, los grandes terratenientes y los capitalistas. Tan pronto como se logró esto, abandonamos el uso, de métodos despiadados. Lo hemos probado en la práctica.»
Stalin renegó de estos claros preceptos de Lenin. Stalin lanzó al Partido y la N.K.V.D. a una política de terror cuando las clases explotadoras de nuestro país habían sido liquidadas, por lo cual no había razón que la justificara.
Este terror tenía como objeto no eliminar los restos de las clases explotadoras, sino perseguir a trabajadores honrados del Partido y del Estado Soviético; contra ellos se esgrimieron acusaciones difamantes, falsas y absurdas, atribuyéndoseles intenciones ocultas de espionaje, sabotaje y la prepara ión de complots ficticios, etc.
En el Pleno del Comité Central celebrado entre febrero y marzo de 1937, muchos de sus miembros pusieron en duda la justeza del curso que se había impuesto a los acontecimientos al mantener las represiones en masa bajo el pretexto de que se combatía intenciones ocultas.
El camarada Postyshev, jefe del Partido en Ucrania, quien desapareció en 1937, expresó con mucha habilidad sus dudas al respecto, observando:
«Mi pensamiento me induce a considerar que los severos años de lucha han terminado; los miembros del Partido que han perdido su vigor, se han desmoralizado y unido al campo del enemigo; elementos saludables siguen luchando por el Partido. Estos han sido los años de la industrialización y la colectivización. No me es posible pensar que después del período de severidad, Karpov y gente como él se encuentren junto al enemigo. (Karpov fue un miembro del Comité Central Ucraniano que Postyshev conocía bien). Y ahora, según lo que aquí se muestra, resulta que Karpov fue reclutado en 1934 por los trotskistas. Personalmente no creo que en 1934 un miembro honrado del Partido, que durante largo tiempo marchó sin cejar por el duro camino que imponía la lucha contra los enemigos del Socialismo y del Partido, podría traicionar en esa forma. Yo no lo creo... No me puedo imaginar que sea posible estar con el Partido durante los años difíciles y luego, en 1934, pasarse a los trotskistas. Esto es algo muy raro...» (Agitación en la sala).
Utilizando la formulación de Stalin que establece que mientras más cerca nos hallamos del socialismo, más enemigos le surgen, y basándose en la resolución aprobada por el Plena del C.C. celebrado entre febrero y marzo y que es consecuencia del informe de Yejov, provocadores que se habían infiltrado en los organismos de seguridad del Estado comenzaron a proteger -en nombre del Partido- la persecución en masa que se realizaba contra los miembros del Partido, los líderes del Estado Soviético y los simples ciudadanos soviéticos. Basta anotar que el número de personas apresadas por crímenes «contrarrevolucionarios» aumentó diez veces entre 1936 y 1937.
La mayoría de los miembros y candidatos del Comité Central elegidos durante el XVII Congreso y apresados entre 1937 y 1938, fueron expulsados ilegalmente, lo que constituye un abuso brutal de los Estatutos del Partido, por cuanto el C.C. reunido en Pleno jamás estudió sus casos.
Ahora bien, cuando se examinaron las acusaciones contra estos presuntos espías y saboteadores se encontró que se habían inventado sus crímenes. Las confesiones de culpabilidad de muchos de esos presuntos enemigos del pueblo se obtuvieron sometiéndolos a torturas inhumanas y crueles.
Al mismo tiempo Stalin, según nos han informado los miembros del Politburó de ese tiempo, jamás mostró a ese organismo las declaraciones hechas por los acusados ante el Tribunal Militar, en las cuales, negaban sus confesiones y solicitaban que se reabriera su proceso. Declaraciones de ese tipo había muchas y Stalin las conocía.
El C.C. considera indispensable informar al Congreso acerca de muchos de estos casos fabricados contra los miembros del Comité Central del Partido elegidos en el XVII Congreso.
Un ejemplo de provocación vil, de falsificación detestable y de violación criminal de la legalidad revolucionaria es el caso del que fuera candidato al Politburó del Comité Central, un eminente trabajador del Partido y del gobierno soviético, el camarada Eikhe, que había ingresado en el Partido en 1905. Se detuvo al camarada Eikhe el 29 de abril de 1938 a raíz de un informe difamante, sin la sanción del fiscal de la URSS, que se recibió finalmente quince meses después de que se le detuviera. La investigación del caso Eikhe se verificó de un modo que violó la legalidad soviética en forma absoluta y sobre las bases de una falsificación consciente de los hechos.
Se le obligó a Eikhe, bajo tortura, a firmar antes de tiempo un protocolo de sus confesiones preparado por los jueces a cargo de la investigación, que lo acusaban de actividades antisoviéticas.
El 1° de octubre de 1939 Eikhe envió una declaración a Stalin, en la cual negó categóricamente su culpabilidad y solicitó que se revísara su caso. En esa declaración decía: « No hay miseria más grande que estar sentado tras las rejas de una cárcel del gobierno por el cual uno ha luchado con todas sus fuerzas». Una segunda declaración de Eikhe, que él envió a Stalin el 27 de octubre de 1939, se ha conservado. Se puede leer en ella lo siguiente:
«El 25 de octubre de este año se me informó que una investigación de mi caso había culminado y se me permitió acceso a los documentos de esa investigación. Si fuese cierta la centésima parte de los crímenes de que se me acusa no me habría atrevido a enviarle esta declaración antes de que se me ejecutara: no obstante no soy culpable de una sola de esas acusaciones y mi corazón se encuentra limpio aún de la sombra de una bajeza. Jamás en mi vida le he dicho a Ud. una sola mentira y ahora que tengo mis dos pies en la tumba, tampoco le miento. Todo mi caso es un ejemplo típico de provocación, difamación y violación de las bases elementales de nuestra legalidad revolucionaria... Las confesiones que se incluyen en mi expediente no sólo son absurdas, sino que contienen además declaraciones difamantes acerca del C.C. del Partido Bolchevique y del Consejo de Comisarios del Pueblo, por cuanto resoluciones correctas del Comité Central del Partido Bolchevique y del Consejo de Comisarios del Pueblo, que no se tomaron a raíz de una iniciativa mía y en las cuales no intervine, se presentan como actos hostiles de organizaciones contrarrevolucionarias realizados por insinuación mía.
Ahora me refiero a la parte más vergonzosa de mi vida, o sea, a mi confesión de estar envuelto en actividades contrarrevolucionarias... El caso es el siguiente: No me fue posible soportar las torturas a que me sometieron Ushakov y Nikolayev (oficiales de la N.K.V.D.), y especialmente el primero, que, sabiendo que tenía las costillas rotas y que ellas todavía no se habían soldado, me causó mucho dolor, obligándome así a acusarme a mí mismo y a otros.
La mayor parte de mi confesión me fue sugerida o dictada por Ushakov, el resto es mi reconstrucción del material proporcionado por la N.K.V.D., referente a Siberia Oriental y por él asumo toda responsabilidad. Cada vez que alguna parte de lo que se había dictado, o sea, de la historia fabricada por Ushakov, se mostraba inconsistente, se me obligaba a firmar una modificación.
(...)
Le ruego y solicito que estudie nuevamente mi caso y no con el objeto de que se me indulte, sino con la finalidad de desenmascarar la vil provocación que como una serpiente se ha envuelto en torno a muchas personas como consecuencia de mezquindad y difamación criminal. Yo nunca lo he traicionado a Vd. ni al Partido. Sé que muero debido al vil y mezquino trabajo de enemigos del Partido, del pueblo, que han fabricado esta provocación contra mí.»
Parecería que una declaración tan importante merecía llevarse al C.C. para que él la examinara. Esto no se hizo y la declaración fue enviada a Beria mientras se seguía maltratando al candidato al Politburó, camarada Eikhe. El 2 de febrero de 1940 se llevó a Eikhe ante el tribunal.
El 4 de febrero, Eikhe fue fusilado. (Indignación en la sala). Ahora se ha establecido en forma definitiva que el caso de Eikhe fue fabricado enteramente; se le ha concedido una rehabilitación póstuma.
El camarada Rudzutak, candidato a miembro del Politburó, miembro del Partido desde 1905, que había sufrido diez años de encarcelamiento durante el régimen zarista, renegó absolutamente ante el Tribunal de la confesión que se le había obligado a firmar. Los protocolos de la sesión del Colegio del Tribunal Supremo Militar contienen la siguiente declaración de Rudzutak:
«...La única petición que hace el Tribunal es que el Comité Central del Partido Comunista Bolchevique sea informado de que la N.K.V.D. cuenta entre los suyos con un núcleo que hábilmente fabrica documentos acusatorios que obligan a gente inocente a confesar; no se le da a uno oportunidad de demostrar que no ha participado en los crímenes que las confesiones de otras personas establecen. Los métodos de investigación son tales que obligan a mentir a las personas y a difamar a gente enteramente inocente fuera de los que ya soportan una acusación. Le pide al Tribunal que se lo permita informar al C.C. del Partido Comunista Bolchevique acerca de todo esto por escrito. Él asegura al Tribunal que personalmente no ha tenido nunca intenciones malignas respecto a la política de nuestro Partido, porque siempre ha estado de acuerdo con la política del Partido en lo que concierne a las actividades culturales y económicas.»
Esta declaración de Rudzutak se ignoró a pesar de que Rudzutak era en ese momento jefe de la Comisión de Control Central que se había organizado de acuerdo con las concepciones de Lenin con el objeto de luchar por la unidad del Partido... De este modo cayó el jefe de este alto organismo víctima de una voluntad bestial y antojadiza; ni se le hizo comparecer ante el Politburó del C.C., porque Stalin no quería hablar con él. En veinte minutos se decidió su sentencia y fue fusilado. (Indignación en la sala). Después de estudiar cuidadosamente este caso en 1955, se estableció que la acusación contra Rudzutak era falsa y que se basaba en material difamante. Rudzutak ha sido rehabilitado después de su muerte. La forma en que trabajaba la N.K.V.D. para fabricar diversos centros ficticios antisoviéticos y bloques de la misma índole con la ayuda de métodos provocadores se esclarece en la confesión del camarada Rosenblum, miembro del Partido desde 1906, a quien se detuvo en 1937 en Leningrado por orden de la N.K.V.D.
LA G.P.U. FABRICA «CENTROS ANTISOVIÉTICOS»
Durante el examen a que fue sometido en 1955 el caso de Komarov, se supo lo siguiente acerca de Rosenblum: Cuando Rosenblum fue detenido en 1937, se le torturó en forma terrible y se le ordenó que confesara informaciones falsas respecto a su persona y a otras. Entonces se le llevó a la oficina de Zakovsky (alto oficial de la Policía Secreta), quien le ofreció su libertad a condición de que confesara ante el Tribuna lo que se había fabricado contra él en la N.K.V.D. en 1937, referente a sabotaje, espionaje y trabajo en un centro terrorista de Leningrado. (Agitación en la sala). Con cinismo increíble Zakovsky habló revelándome cómo operaba el vil mecanismo para la ingeniosa creación de complota antisoviéticos ficticios.
«Con el objeto de informarme al respecto -dijo Rosenblum- Zakovsky me insinuó varias posibles variantes de la organización del centro de Leningrado y sus sucursales. Después de explicarme la organización en detalle, Zakovsky me dijo que la N.K.V.D. estudiaría el caso de este centro, observando que el juicio sería público. Ante los tribunales se acusaría a cuatro o cinco supuestos miembros de este centro, a Chudov, Ugarov, Smorodin, Pozern, Shaposhnikova (esposa de Chudov) y otros, conjuntamente con dos o tres miembros de las sucursales de éste centro... Ud. mismo, dijo Zakovsky, no necesitará inventar nada. La N.K.V.D. preparará para Ud. una reseña respecto a cada sucursal del Centro; la tendrá que estudiar muy bien y recordar en detalle las preguntas y las respuestas que puedan surgir en el Tribunal. Este caso estará listo dentro de unos tres o cuatro meses o quizás medio-año.
Durante todo este tiempo Ud. ha de prepararse de modo que no comprometa ni la investigación ni a su persona. Su futuro dependerá del desenlace del juicio y sus resultados. Si Ud. comienza a mentir y atestiguar falsamente, cúlpese Ud. mismo. Si logra soportarlo, salvará su cabeza y nosotros lo alimentaremos, y vestiremos a expensas del gobierno hasta el día de su muerte.»
Este es el tipo de vileza que se practicaba en ese tiempo. (Agitación en la sala). Kamarov, un viejo bolchevique, fue liquidado en la gran purga y rehabilitado en 1955. Rosenblum cayó víctima de la gran purga.
La práctica de la falsificación de casos puesta en marcha por la N.K.V.D. afectó aún más a las provincias que a la metrópoli. El material de investigación de ese tiempo demuestra que en casi todas las regiones y provincias de la República existían supuestos grupos de derechistas-trotskistas dedicados al espionaje y al terror, organizados en centros de sabotaje y lo curioso es que los jefes de todas estas organizaciones, no sabemos por qué razón, eran siempre los Primeros Secretarios de los Comités Centrales del Partido Comunista en las provincias o repúblicas de la Unión Soviética. (Agitación en la sala).
Muchos miles de comunistas inocentes y honrados han muerto como resultado de estas monstruosas falsificaciones y como consecuencia del hecho de que se aceptó todo tipo de confesiones difamantes obtenidas por la fuerza y en las cuales existían autoacusaciones y acusaciones a otro. De esa manera se fabricaron los casos contra los eminentes trabajadores del Estado y del Partido: Kossior, Chubar, Postyschev, Korsaryev y otros.
Durante esos años se aplicó la persecución en gran escala y de ello resultó la pérdida de muchos leales servidores del Partido. Se aceptó la viciosa práctica de permitir que la N.K.V.D. preparase lista de personas cuyos casos caían bajo la jurisdicción del Colegio Militar y las sentencias de esas personas se preparaban de antemano. Yejov enviaba estas listas a Stalin para que él las aprobara en persona y sugiriera el castigo. Entre 1937 y 1938, 383 de estas listas que contenían los nombres de muchos miles de miembros del Partido, del Gobierno, del Komsomol, del Ejército y de la Economía se enviaron a Stalin. Él aprobó esas listas.
Un gran número de estos casos se está revisando ahora y muchos de ellos se han anulado porque se basan en falsificaciones. Basta que se diga que desde 1954 hasta el momento, el Colegio Militar del Tribunal Supremo ha rehabilitado a 7.679 personas, muchas de las cuales están muertas. Detenciones en masa de trabajadores del Partido, de la Economía, del Soviet y del Ejército han causado enorme daño a nuestro país y a la causa del desarrollo socialista. La persecución en masa tiene una influencia negativa sobre las condiciones político-morales del Partido, puesto que crean una situación de incertidumbre y un ambiente de sospechas malsanas que destruye la confianza entre los comunistas. Todo tipo de difamadores y de trepadores se aprovechó de esta circunstancia.
Las resoluciones del Pleno del C.C. del Partido Comunista, celebrado en enero de 1938, habían mejorado en parte la organización del Partido. No obstante, ene 1938 continuaban las persecuciones. Sólo porque este Partido tiene a su disposición un fondo moral y político tan poderoso ha podido sobrevivir tras la difícil etapa de 1937-1938.
STALIN ORDENA QUE SE APLIQUEN TORTURAS FÍSICAS
Con justicia acusamos a Yejov por las prácticas degeneradas que puso en marcha en 1937. Pero debemos contestar las siguientes preguntas: ¿Es posible que Yejov detuviera a Kossior sin el consentimiento de Stalin? ¿Hubo un cambio de opiniones o alguna decisión del Politburó al respecto? No, no hubo, como tampoco lo hubo en otros casos semejantes. ¿Podría Yejov haber decidido por su cuenta un asunto tan importante como el que atañe a la vida de un eminente miembro del Partido? No seria ingenuo creer que toda esto es la obra particular de Yejov. Es obvio que estos asuntos los decidía Stalin y que si él no hubiese ordenado y sancionado todo, Yejov no habría podido operar.
Hemos examinado los casos de Kossior, de Rudzutak [uno de los miembros del Politburó, que desapareció en 1938], de Postyshev, de Kosaryev y otros y los hemos rehabilitado. ¿Por qué causa se detuvo y sentenció a estas personas? Al revisar la evidencia, no se encuentra razón para ello. Ellos, como muchos otros, fueron detenidos sin el conocimiento del fiscal. En tal caso no hay necesidad de que se sancione nada y ¡qué sanción se iba a necesitar cuando Stalin lo decidía todo! Él era en estos casos el fiscal. Stalin no sólo estaba de acuerdo con estas detenciones, sino que él las ordenaba por iniciativa propia. Debemos decir esto para que los delegados del Congreso puedan valorar los hechos y llegar a las debidas conclusiones. Los acontecimientos prueban que muchos de los abusos fueron ordenados por Stalin sin tomar en cuenta ninguna de las normas del Partido o de la Ley Soviética. Stalin era un hombre desconfiado, enfermizamente suspicaz; nosotros lo conocíamos, porque trabajábamos con él. Podía mirar a un hombre y decir: «¿Por qué están tan esquivos tus ojos hoy?» o «¿Por qué vuelves los ojos hacia otro lado y evitas mírarme de frente?» Sus enfermizas sospechas creaban en él una desconfianza general que envolvía aun a los más destacados miembros del Partido que conocía desde hacía muchos años. En todas partes veía enemigos, agentes dobles y espías. Puesto que poseía un poder ilimitado, daba rienda suelta a su carácter voluntarioso, asfixiando moral y físicamente a las personas. Surgió una situación que hacía imposible que uno expresara su voluntad. Cuando Stalin decía que era necesario detener a tal o cual persona, había que aceptar dogmáticamente que se trataba de un «enemigo del pueblo». Mientras tanto la pandilla de Beria, que dirigía los organismos de seguridad del Estado, se superaba fabricando las pruebas de la culpabilidad de los detenidos y de la veracidad de los documentos que falsificaba. ¿Y qué pruebas se ofrecían? Las confesiones de los detenidos; y los jueces instructores aceptaban estas confesiones. ¿Y cómo es posible que una persona confiese haber realizado crímenes que no ha cometido? Sólo si se aplican métodos de tortura física que la reduce a un estado de inconsciencia, que la priva de su juicio y la despoja de su dignidad de ser humano. De esta manera se obtenían las confesiones.
Cuando la ola de detenciones en masa empezó a disminuir en 1939 y los líderes territoriales de las organizaciones del Partido comenzaron a acusar a los miembros de la N.K.V.D. de usar métodos de presión física, entonces Stalin despachó un telegrama en clave, el 20 de enero de 1939, al Comité de Secretarios de Regiones y Territorios, a los Comités Centrales de los Partidos Comunistas de las Repúblicas Populares, a, los Comisarios- de Asuntos Interiores y a los jefes de la N.K.V.D. Establecía este telegrama:
«El Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética precisa que la aplicación de métodos de presión física por la N.K.V.D. es aceptada desde 1937 de acuerdo con el permiso dado por el Comité Central del Partido Comunista Bolchevique en 1937... Es cosa sabida que todos los servicios policíacos de los burgueses, utilizan medios físicos para influir sobre los representantes del proletariado socialista y que los usan en sus formas más escandalosas. Cabe preguntarse: ¿por qué el Servicio de Inteligencia Socialista ha de ser más humanitario con los enloquecidos agentes de la burguesía, con los mortales enemigos de la clase trabajadora? El Comité Central del Partido Comunista Bolchevique considera que se debe presionar físicamente, aunque sólo cuando se trate de conocidos y obstinados enemigos del pueblo, siendo en estos casos justificable y apropiado.»
De esta manera sanciona Stalin, en nombre del C.C. del Partido Comunista Bolchevique, la más vil violación de la legalidad socialista, la tortura y la opresión, todo lo cual condujo a difamantes acusaciones por parte de gente inocente.
Estos y otros muchos hechos demuestran que todas las normas correctas del Partido para la solución de diversos problemas se anularon, de modo que todo dependía del capricho de un hombre.
EL «GENIO MILITAR» DE STALIN
El poder acumulado en las manos de una persona, Stalin, condujo a serios errores de nefastas consecuencias durante la gran guerra patriótica.
Cuando vemos muchas de nuestras películas, leemos muchas de nuestras novelas y estudios históricos y científicos, la labor de Stalin en la guerra patriótica aparece como algo enteramente inverosímil. Stalin lo había previsto todo. El ejército soviético, basándose en planes estratégicos preparados mucho antes por Stalin, y utilizando tácticas denominadas de «defensa activa», es decir, tácticas que permitieron a los alemanes llegar hasta Moscú y Stalingrado, gracias al genio de Stalin, quebró la ofensiva y subyugó al enemigo. La victoria épica lograda por el poderío armado de la tierra soviética, por el heroísmo de su pueblo, se atribuye enteramente en estas novelas, películas y estudios científicos al genio estratégico de Stalin.
Debemos analizar este asunto con cuidado, porque tiene inmenso alcance desde el punto de vista no sólo histórico, sino también político, educativo y práctico.
Durante y después de la guerra, Stalin adelantó la tesis de que la tragedia que nuestra nación vivió en la primera parte de la guerra era consecuencia de que Alemania atacó inesperadamente a la Unión Soviética. Pero, camaradas, esto no es verdad. Tan pronto como Hitler llegó al poder en Alemania, se asignó a sí mismo la tarea de liquidar al comunismo. Los fascistas confesaban esto abiertamente y ellos no escondieron sus planes. Con el objeto de obtener esta finalidad agresiva, Hitler creó toda suerte de pactos y bloques, tales como el famoso Eje Berlín-Roma-Tokio. Muchos hechos anteriores a la guerra demuestran que Hitler tenía la intención de lanzarse contra la Unión Soviética, y que había concentrado grandes unidades armadas como también cuerpos blindados cerca de la frontera soviética.
Documentos que se han publicado, demuestran que el 3 de abril de 1941, Churchill, a través de su embajador en la URSS, Cripps, advirtió personalmente a Stalin que Hitler estaba reagrupando sus fuerzas armadas con el objeto de atacar a la Unión Soviética. Es evidente que Churchill no hizo esto debido a que abrigaba un sentimiento de amistad hacia la Unión Soviética. Tenía muy presentes sus miras imperialistas, a las cuales convenía una sangrienta guerra entre Alemania y la URSS para así fortalecer al Imperio británico. No obstante, Churchill afirmaba en su nota que deseaba prevenir a Stalin y llamarle la atención respecto al peligro que le amenazaba. Churchill hizo hincapié repetidas veces en esto, tanto en sus despachos del 18 de abril como en los de los días siguientes. Pero Stalin no hizo caso de estas advertencias; más aún dió órdenes de que no se atribuyera importancia a esta clase de información para no provocar la iniciación de operaciones militares. Debemos reafirmar que informaciones de este tipo respecto a concentraciones alemanas destinadas a invadir el territorio soviético llegaban también a través de nuestros servicios militares y diplomáticos. No obstante, puesto que nuestros líderes estaban preparados para no aceptar esas informaciones, ese tipo de noticias se enviaba con temor y se valoraba con reserva.
Un cable de nuestra Embajada en Londres, con fecha 18 de junio de 1941, dice: «Desde ahora Cripps está absolutamente convencido de que es inevitable un conflicto entre Alemania y la URSS, y que éste se iniciará a más tardar a mediados de junio. Según Cripps, los alemanes, hasta el presente, tienen concentradas 147 divisiones (incluyendo fuerza aérea y unidades auxiliares) a lo largo de la frontera soviética...»
A pesar de estos avisos extremadamente serios, no se tomaron las medidas necesarias para preparar debidamente al país para su defensa o para prevenir que se le tomara de sorpresa. ¿Contábamos con el tiempo y con la capacidad para prepararnos? Sí, tuvimos tiempo y teníamos capacidad. Nuestra industria había ya logrado un desarrollo tal, que era capaz de proveer totalmente al Ejército soviético. Esto lo prueba el hecho de que aunque durante la guerra perdimos casi la mitad de nuestra industria, e importantes zonas industriales y productoras de alimentos, como resultado de la ocupación de Ucrania, del Cáucaso del Norte y de otras partes occidentales del país, la nación soviética pudo aún organizar su producción de equipo militar en las regiones orientales y proveer a nuestras fuerzas armadas con todo lo necesario para destruir al enemigo. Si se hubiese movilizado nuestra industria debidamente y a tiempo para que proveyese al Ejército con el material necesario, nuestras pérdidas de guerra habrían sido decididamente inferiores. Esa movilización no se comenzó, sin embargo, cuando se debía. Y ya en los primeros días de la guerra se hizo obvio que nuestro Ejército estaba mal equipado, que no teníamos suficiente artillería, tanques o aviones.
La ciencia y la tecnología soviéticas produjeron excelentes modelos de tanques y piezas de artillería antes de la guerra. Pero no estaba organizada la producción en masa y lo cierto es que comenzamos a modernizar nuestro equipo en vísperas de la guerra. Como resultado de todo esto, en el momento que se produjo la invasión enemiga del territorio soviético, no teníamos la suficiente cantidad ya sea de maquinaria antigua que no se utilizaba para la producción de armamentos o de maquinaria nueva que pensábamos introducir en la producción de armas de guerra. La situación, en lo que se refiere a artillería antiaérea, era especialmente débil; no habíamos organizado tampoco la producción de municiones antitanque. Fue imposible defender muchas regiones fortificadas tan pronto como se las atacó, porque los armamentos antiguos se habían retirado y los nuevos no estaban en producción. Esto afectaba no sólo la situación referente a la producción de tanques, artillería y aviones. Al estallar la guerra no teníamos siquiera el suficiente número de fusiles para equipar a los movilizados. Recuerdo que en esos días llamé de Kiev al camarada Malenkov y le dije: «El pueblo se ha presentado voluntariamente con el objeto de ingresar en el nuevo ejército y pide armas. Ud. debe enviarme armas». Malenkov, entonces miembro del Consejo Interior de Guerra, me contestó: «No podemos enviarle armas; estamos enviando todos nuestros fusiles a Leningrado y tendrán que armarse ustedes mismos.» (Agitación en la sala).
Tal era la situación armamentista entonces. En este sentido no podemos olvidarnos, por ejemplo, del siguiente hecho. Poco después de la invasión de la Unión Soviética por el ejército de Hitler, Korponos, entonces jefe del Distrito Militar Especial de Kiev (que posteriormente murió en el frente) escribió a Stalin diciéndole que los alemanes habían llegado al río Bug y se estaban preparando para un ataque y que en un futuro muy cercano probablemente iniciarían una ofensiva, Por eso Korponos sugería que se organizara una fuerte línea defensiva, que se evacuaran 300.000 personas de la zona fronteriza y que varios puntos fuertes se organizaran ahí con zanjas antitanques y trincheras para soldados, etc. Moscú respondió a esta sugestión insinuando que esta medida constituiría una provocación y que no le era permitido iniciar trabajos defensivos en la frontera, ya que no se podía dar a los alemanes pretexto alguno para que iniciaran operaciones militares. Así es, pues, que nuestras fronteras no se hallaban preparadas para repeler al enemigo.
Cuando los ejércitos fascistas invadieron el territorio soviético y comenzaron las operaciones militares, Moscú emitió una orden, en virtud de la cual se prohibía contestar al fuego alemán. ¿Por qué? Porque Stalin seguía convencido, a pesar de los hechos, de que la guerra no había aún comenzado, y que esto era sólo una acción de provocación de parte de diversas secciones indisciplinadas del ejército alemán, y que nuestra reacción podría ser causa de que los alemanes comenzaran la guerra.
Lo siguiente también es bien conocido. La víspera de la invasión del territorio de la Unión Soviético por el ejército de Hitler, cierto ciudadano alemán cruzó nuestra frontera y declaró que los ejércitos alemanes habían recibido órdenes de iniciar la ofensiva contra la Unión Soviética en la noche del 22 de junio a las 3 de la mañana. Stalin fue informado al respecto inmediatamente, pero aun esta advertencia fue ignorada por él.
Como se ve, todo se ignoró: las advertencias de ciertos comandantes de ejército, las declaraciones de desertores del ejército del enemigo y aun la abierta hostilidad del enemigo. ¿Es éste un ejemplo de lo alerta que estaba el jefe del Partido en un momento histórico particularmente significativo?
¿Y cuál fue el resultado de esta actitud indifernte, de este desconocimiento de los hechos? El resultado fue que ya a pocas horas y días de iniciarse el ataque, el enemigo había destruído en la región de la frontera gran parte de nuestra aviación, de nuestra artillería y otro equipo militar; había aniquilado un gran número de nuestros comandos militares y desorganizado nuestro mando; a consecuencia de esto, no pudimos evitar que el enemigo penetrara profundamente en nuestro territorio.
Muy serias consecuencias, especialmente en lo que se refiere a la etapa inicial de la guerra, siguieron al hecho de que Stalin hubiese aniquilado a tantos comandantes del ejército y comisarios políticos entre 1937 y 1941. Durante los años de represión, sufrieron numerosos núcleos del Comando Militar, comenzando literalmente desde el nivel del comandante de batallón y compañía hasta llegar a los más altos niveles de la jerarquía militar; durante ese tiempo los núcleos de jefes que habían adquirido experiencia militar en España y en Extremo Oriente, fueron liquidados casi completamente.
La política de persecuciones en gran escala contra los núcleos militares minó la disciplina militar, porque durante varios años oficiales de todos los rangos y aun soldados del Partido y del Komsomol debían, en sus respectivas células, desenmascarar a sus superiores como a enemigos ocultos. (Agitación en la sala).
Es lógico que esto influyera en forma negativa sobre la disciplina militar en el período inicial de la guerra. Uds. saben que teníamos antes de la guerra excelentes mandos, cuya lealtad al Partido y a la patria era indudable. Baste con decir que aquellos que lograron sobrevivir, a pesar de las torturas que debieron soportar en las prisiones, demostraron ser desde los primeros días de la guerra, verdaderos patriotas y que pelearon heroicamente por la gloria de nuestro país. Pienso en estos momentos en camaradas como Rokossovsky (que, como se sabe, había estado preso), Gorbatov, Meretskov (que es un delegado en el presente Congreso), Poklas (que fué un excelente comandante y que pereció en el frente), y muchos, muchos otros. No obstante, numerosos comandantes de este temple perecieron en campos y prisiones y el Ejército no volvió a verlos más. Fueron éstas las causas de la situación que se produjo al comienzo de la guerra y que tanto hizo peligrar a la patria, No sería correcto olvidar que después de los primeros severos desastres en el frente, Stalin pensó que se estaba ante el fin. En uno de sus discursos de esos días dijo: « Todo aquello que Lenin creó, se ha perdido para siempre».
Después de esto, por un buen tiempo, Stalin se alejó de la dirección de las operaciones militares y se dedicó a no hacer nada. Volvió a asumir la dirección activa sólo cuando el Politburó lo visitó para decirle que era necesario tomar ciertas medidas para mejorar la, situación en el frente. Por lo tanto, la amenazadora situación que se cernió sobre la nación en el primer período de la guerra, fue consecuencia de métodos erróneos empleados por Stalin mismo.
No hablamos, sin embargo, solamente de los momentos en que la guerra se iniciaba, cuando la desorganización de nuestros ejércitos trajo como consecuencia severas pérdidas. Meses después, la histeria y el nerviosismo de Stalin le impulsaron a intervenir en las operaciones militares, causando serios daños al ejército. Stalin estaba lejos de comprender lo que acontecía en el frente. Esto era natural, porque durante toda la guerra patriótica nunca visitó ningún sector del frente, ni ciudad liberada alguna, salvo una breve excursión hacia Mozhaisk cuando la situación allí se había estabilizado. A este incidente se han dedicado muchas obras literarias saturadas de fantasía y también muchos cuadros.
Simultáneamente, Stalin se estaba entrometiendo en las operaciones y dictando órdenes que no tomaban en cuenta la situación real en un sector determinado del frente y que no podían sino culminar en grandes pérdidas humanas.
Me permitiré en esta ocasión hacer resaltar un hecho característico que ilustra cómo Stalin dirigía las operaciones del frente. Está presente en este Congreso el Mariscal Bagramyan, que fue en un tiempo jefe de operaciones del Cuartel General del frente sud-occidental y que podrá confirmar lo que les digo. Cuando surgió una situación extremadamente seria en la región de Jarkov, él había decidido correctamente suprimir una operación cuyo objetivo era rodear Jarkov, porque la situación real en ese momento hacía pensar que podrían producirse consecuencias fatales si se continuaba la operación. Informamos de esto a Stalin haciéndole ver que la situación exigía cambios en el plan de operaciones para evitar que el enemigo liquidara una concentración considerable de nuestro ejército. Stalin, desafiando el sentido común, ignoró nuestras sugestiones y ordenó que se continuara la operación destinada a rodear Jarkov, a pesar del hecho de que en ese instante muchas concentraciones del ejército se encontraban amenazadas y podían ser rodeadas y liquidadas. Llamé por teléfono a Vasilevsky, entonces jefe del Estado Mayor, y le rogué en estos términos: «Alejandro Mikhailovich, lleve un mapa (Vasilevsky se encuentra ahora con nosotros) y muéstrele al camarada Stalin la situación que se ha desarrollado». Haremos notar que Stalin planeaba las operaciones en un globo terráqueo. (Animación en la sala). Sí, camaradas, usaba un mapamundi esférico para trazar las líneas de los diverso, frentes. Yo le dije al camarada Vasilevsky: «Muéstrele la situación en el mapa, ya que en la presente encrucijada no podemos continuar la operación concebida. La antigua decisión debe cambiarse por razones muy justificadas». Vasilevsky me respondió diciendo que Stalin ya había estudiado el problema y que él, Vasilevsky, no volvería a tratar el asunto otra vez con Stalin porque éste no quería oír nuevos argumentos acerca de esta operación. Después de esta conversación con Vasilevsky, telefoneé a Stalin a su villa, pero Stalin no contestó al teléfono, sino Malenkov. Le dije al camarada Malenkov que llamaba desde el frente y que debía conversar personalmente con Stalin. Stalin me informó, a través de Malenkov, que yo tenía que conversar con Malenkov.
Por segunda vez insistí que deseaba informar personalmente a Stalin de la grave situación que había surgido para nosotros en el frente. Pero Stalin no consideró conveniente acercarse al teléfono y declaró que debía hablar a través de Malenkov, aunque se hallaba a unos pocos pasos del aparato. Después de que escuchara así, indirectamente, lo que solicitábamos, Stalin respondió : «Que todo quede tal cual está». ¿Y cuál fue el resultado de esta decisión? Lo peor que ya nos habíamos imaginado. Los alemanes rodearon las concentraciones de nuestros ejércitos y como consecuencia de ello perdimos cientos de miles de soldados. He ahí una muestra del genio militar de Stalin y de lo que él nos costó. (Inquietud en la sala). En una ocasión, después de la guerra, durante una reunión con Stalin y los miembros del Politburó, Anastasio Mikoyan mencionó que Krutchev parecía haber tenido la razón cuando telefoneó acerca de la operación de Jharkov y que era desafortunado el hecho de que sus sugestiones no se hubiesen aceptado. ¡No pueden imaginarse la furia de Stalin! ¡Cómo era posible que no se reconociera que él, Stalin, había tenido razón! Él era, al fin y al cabo, un genio y un genio no puede equivocarse.
Todos pueden errar pero Stalin consideraba que él nunca erraba, que él siempre tenía la razón. Nunca reconoció ante nadie que él se hubiese equivocado jamás ni en la menor cosa, a pesar del hecho de que no fueron pocos sus errores en cuanto a las actividades teóricas y prácticas. Después del Congreso del Partido es posible que tengamos que revalorar muchas de las operaciones militares de la guerra para, presentarlas en su perspectiva debida. Las tácticas que insistió en imponer Stalin sin conocer la esencia de la conducta de las operaciones militares nos costaron mucha sangre. Los militares saben que aún a fines de 1941 Stalin seguía insistiendo en grandes ataques frontales y en la captura de aldea tras aldea en vez de aprobar operaciones envolventes que permitiesen penetrar en el campo enemigo por la retaguardia. Por esta razón sufrimos muchas bajas hasta que nuestros generales, sobre cuyas espaldas descansaba el peso de la conducción de la guerra, lograron cambiar la situación y pasar a un tipo de operaciones más flexibles, que inmediatamente produjo en los frentes serios cambios muy favorables a nosotros.
Más vergonzoso aún es el hecho de que después de nuestra gran victoria sobre el enemigo, que tanto nos costó, Stalin comenzase a degradar a muchos de los comandantes que más contribuyeron a lograr esa victoria y sólo porque Stalin no deseaba que se honrara a nadie, salvo a él, por los éxitos logrados en el frente.
Stalin tenía gran interés por conocer la apreciación que merecía el camarada Jukov (ahora ministro de Defensa) como jefe militar y me pidió con frecuencia mi opinión sobre Jukov, yo le dije: «He conocido a Jukov mucho tiempo; es un buen general y un buen jefe militar. Después de la guerra, Stalin comenzó a contar una serie de cuentos absurdos acerca de Jukov, entre ellos el siguiente:
«Uds. alaban a Jukov, pero no lo merece. Se dice que antes de cada operación en el frente, Jukov hacía lo siguiente: Cogía un puñado de tierra y lo olía y luego decía: «Podemos comenzar el ataque», o lo contrario, «la operación planeada no puede realizarse». Yo le dije en una ocasión: «Camarada Stalin: no sé quién habrá inventado eso, pero no es cierto».
Es posible que el camarada Stalin inventase estos cuentos con el objeto de quitar importancia al papel militar y al talento del mariscal Jukov. En este sentido, Stalin utilizó mucha energía para popularizarse él mismo como un gran líder; recurrió a todos los medios posibles para convencer al pueblo de que todas las victorias ganadas por la nación soviética durante la guerra patriótica eran consecuencia de su coraje, su intrepidez y su genio. Del mismo modo que Kuzma Kryuehkov (un cosaco famoso que realizó notables actos de heroísmo contra los alemanes), él vestía a siete con un solo traje al mismo tiempo. (Animación en la sala).
Con este mismo espíritu consideramos por un instante nuestras películas históricas y militares y algunas de nuestras creaciones literarias. Ellas nos causan náuseas. Su verdadero objetivo es alabar el genio militar de Stalin. Recordemos la película «La caída de Berlín». En ella, Stalin actúa, da órdenes en un salón, en el cual hay muchas sillas vacías y sólo se le acerca un hombre, y éste para informarle de algo -se trata de Poskrebyshev, su leal escudero- (Risa en la sala).
¿Y qué hay del mando militar? ¿Del Politburó? ¿Del gobierno? ¿Qué hacen ellos y do qué se ocupan? En la película, sencillamente, no aparecen. Stalin obra por todos, no cuenta con nadie, no se hace asesorar. Al menos, todo se le muestra al país bajo esta luz falsa. ¿Por qué? Con el objeto de rodear a Stalin de una gloria que contradicen los hechos y que no corresponde a la verdad histórica. En vano nos preguntamos: ¿Dónde están los militares que soportaron el peso de la guerra? La película no los muestra; estando Stalin ahí, no hay cabida para nadie. Pero no fue Stalin, sino el Partido como entidad, el gobierno soviético, nuestro heroico ejército, sus inteligentes jefes y sus valientes soldados, toda la nación soviética, los que aseguraron la victoria en la guerra patriótica. (Tempestuosos y prolongados aplausos).
El papel principal y el mérito principal por la duradera victoria conseguida en la guerra pertenecen a nuestro Partido Comunista, a nuestras fuerzas armadas, y a las decenas de millones de personas que forman el pueblo soviético y que el Partido alentó. (Aplausos atronadores y prolongados).
DEPORTACIÓN DE NACIONES ENTERAS
Camaradas, examinemos otros hechos. La Unión Soviética se considera con justicia el modelo de un Estado multinacional, porque hemos asegurado en la práctica la igualdad y la amistad de todas las naciones que conviven en nuestra tierra. Tanto más monstruosos, por eso, son los actos cuyo iniciador fue Stalin y que constituyen una vil violación de los principios básicos de la política nacional del Estado soviético, tal cual la enunció Lenin. Aludimos a las deportaciones en masa, que alejaron de su tierra natal a naciones enteras junto con todos los comunistas sin excepción alguna. Estas deportaciones no podían justificarse por consideraciones de orden militar.
Así, ya a fines de 1943, cuando se quebró el frente de la Unión Soviética, se tomó y puso en ejecución una decisión referente a la deportación de todos los Karachai de las tierras en que vivían. En el mismo período, a fines de diciembre de 1943, corrió la misma suerte toda la población de la República autónoma Kalmyk. En marzo de 1944, se deportaron todos los Chechen y los Inkush y se liquidó la República Autónoma Chechen-Inkush.
En abril de 1944, fueron deportados todos los balkars a regiones lejanas del territorio de la República Autónoma Kabardyno-Balkar y a la república misma se le cambió el nombre por República Autónoma Kabardinia. Los ucranianos se salvaron de correr esta suerte solamente porque eran muchos y no había ningún lugar a donde deportarlos. De lo contrario, también se les habría deportado. (Risas y animación en la sala).
Ningún marxista-leninista ni ninguna persona de sentido común puede comprender cómo se puede responsabilizar, por actividades hostiles, a naciones enteras, incluyendo a mujeres, niños y gente de edad, comunistas y komsomols y cómo se puede deportar a tanta gente y exponerla a la miseria y sufrimiento por actos hostiles de individuos o grupos de personas.
Después del fin de la guerra patriótica, la nación soviética daba realce con orgullo a las magníficas victorias ganadas con grandes sacrificios y tremendos esfuerzos. El país pasó por un período de entusiasmo político. El Partido salió de la guerra unido como nunca. En la hoguera de la guerra se templaron los núcleos del Partido. En estas condiciones, nadie podía haber siquiera pensado en la posibilidad de una conspiración dentro del Partido.
Y fue precisamente en ese tiempo que surgió el llamado «affaire de Leningrado» que, como lo hemos probado ahora, fue fabricado. Entre los que inocentemente perdieron la vida por este «affaire», se cuentan los camaradas Voznesensky, Kuznetsov, Rodionov; Popkov y otros.
Voznesensky fue, como miembro del Politburó, el principal planificador. Desapareció en 1949 y se sabe, ahora que fue fusilado. Como se sabe, Voznesensky y Kuznetsov fueron líderes inteligentes y eminentes. Colaboraron con Stalin muy de cerca en un tiempo. Basta mencionar que Stalin hizo a Vosnesensky primer adjunto del presidente del Consejo de Ministros y Kuznetsov fue elegido secretario del Comité Central. El hecho mismo de que Stalin encargara a Kuznetsov la supervigilancia de los organismos de seguridad del Estado muestra la confianza de que gozaba.
¿Cómo sucedió que estas personas fueran señaladas como enemigas del pueblo y liquidadas? Los hechos han comprobado que el «Affaire de Leningrado» también fue el resultado de una actitud tendenciosa y obstinada contra los núcleos del Partido.
Si la situación hubiese sido normal en el Comité Central del Partido y en el Politburó del C.C., asuntos de esta naturaleza se habrían examinado ahí de acuerdo con la práctica del Partido, y se habrían valorado todos los hechos pertinentes, de modo que ni este “affaire” ni ningún otro semejante habría ocurrido.
LOS CRÍMENES DE LA POSTGUERRA
Debemos declarar que, después de la guerra, la situación se complicó más. Stalin se volvió más caprichoso aún, más irritable y brutal; aumentó considerablemente su desconfianza. Su manía de persecución alcanzó dimensiones increíbles. Muchos trabajadores se transformaban en enemigos suyos ante sus propios ojos. Después de la guerra. Stalin se separó aún más de la colectividad. Todo lo decidía él solo, sin ninguna consideración por nadie ni por nada.
Esta increíble desconfianza fue hábilmente aprovechada por el provocador, abyecto y vil enemigo Beria, que había asesinado a miles de comunistas y soviéticos leales. El ascenso de Voznesensky y Kuznetsov alarmó a Beria. Ahora hemos comprobado que fue precisamente Beria quien sugirió a Stalin la fabricación, por él y sus confidentes, de material en forma de declaraciones y cartas anónimas, y en forma de diversos rumores y conversaciones.
El C.C. ha examinado este llamado «Affaire de Leningrado», personas que sufrieron inocentemente han sido rehabilitadas y las gloriosas organizaciones del Partido de Leningrado han reconquistado su honor. Abakumov y otros, que habían fabricado este «affaire» fueron puestos a disposición de los tribunales y se les procesó en Leningrado condenándoseles porque lo merecían.
Surge esta pregunta: ¿Por qué causa vemos sólo ahora la verdad de este asunto, y por qué no hicimos algo antes, durante la vida de Stalin, por evitar la pérdida de vidas inocentes? Fue porque Stalin personalmente supervigiló el «Affaire de Leningrado» y la mayoría de los miembros del Politburó no conocían, en ese tiempo, las circunstancias de este asunto y, por lo tanto, no podían intervenir.
Cuando Stalin recibió cierto material de Beria y Abakumov, sin examinar este difamatorio material, ordenó una investigación del «affaire» de Voznesensky y Kuznetsov. Con esto se selló su destino.
Igualmente instructivo es el caso de la organización nacionalista Mingrelian, que existía, supuestamente, en Georgia. Como se sabe, el C.C. del Partido Comunista de la Unión Soviética tomó acuerdos referentes a este asunto en noviembre de 1951 y en marzo de 1952. Estos acuerdos se tomaron sin previa discusión con el Politburó. Stalin personalmente los había redactado. Ellos contenían serias acusaciones contra muchos comunistas leales. Sobre la base de documentos falsificados, se probó que existía en Georgia una supuesta organización nacionalista cuyo objeto era la liquidación del poder soviético en esa república con la ayuda de poderes imperialistas.
En relación a esto fueron arrestados en Georgia muchos miembros responsables del Partido y del Soviet. Posteriormente se probó que ésta fue una calumnia dirigida contra la organización del Partido de Georgia.
Sabemos que se han producido algunas veces manifestaciones locales de tipo nacionalista burgués en Georgia, como en diversas otras repúblicas. Hemos de preguntarnos: ¿Sería posible que durante el período en el cual se tomaron las resoluciones a que se ha hecho referencia más arriba, las tendencias nacionalistas crecieran tanto que existiera el peligro de que Georgia abandonara la Unión Soviética y se uniera a Turquía? (Animación en la sala. Risa).
Esto es, naturalmente, un disparate. Es imposible imaginarse cómo estas suposiciones pudieron caber en la mente de nadie. Todos saben cómo Georgia se ha desarrollado económica y culturalmente bajo el gobierno de los Soviets.
La producción industrial de la República de Georgia es 27 veces mayor de lo que era antes de la revolución. Muchas nuevas industrias han surgido en Georgia que no existían antes de la revolución: una fundición de hierro, una industria petrolera, una industria constructora de maquinarias, etc. Hace tiempo que ha desaparecido el analfabetismo que, en la Georgia prerrevolucionaria, abarcaba al 78 % de la población.
¿Podrían los georgianos, al comparar la situación de su república con la dura situación por la cual atraviesan las masas trabajadoras de Turquía, aspirar a unirse a Turquía? En 1955, Georgia produjo 18 veces más acero por persona que Turquía. Georgia produce nueve veces más energía eléctrica por persona que Turquía. De acuerdo con el censo disponible de 1950, el 65 % de la población total de Turquía es analfabeto, y de las mujeres, el 80 % son analfabetas. Georgia tiene 19 instituciones de altos estudios con aproximadamente 39.000 habitantes. La prosperidad de la clase trabajadora ha aumentado considerablemente en Georgia bajo el gobierno soviético.
Es claro que a medida que se desarrollaron la economía: y la cultura y a medida que crece la conciencia socialista de las masas trabajadoras en Georgia se desvanece la fuente de la cual extrae sus fuerzas el nacionalismo burgués.
Resultó finalmente que no había organización nacionalista alguna en Georgia. Sin embargo, hubo miles de víctimas inocentes a causa de medidas caprichosas y desordenadas. Todo esto sucedió bajo el gobierno «genial» de Stalin, «el gran hijo de la nación georgiana», como llaman a Stalin los georgianos. (Animación en la sala).
Lo caprichoso y obstinado que era Stalin se notaba no sólo en sus decisiones referentes a la vida interna del país, sino también en las relaciones internacionales de la Unión Soviética.
El Pleno de julio de C.C. estudió en detalle las razones del desarrollo del conflicto con Yugoslavia. Fué vergonzoso el papel que Stalin desempeñó en esto. El asunto yugoslavo no surgía de problema alguno que no se pudiese resolver por medio de discusiones entre camaradas. No existía base alguna de importancia que justificara este conflicto. La ruptura de relaciones con este país pudo evitarse. Esto no quiere decir, sin embargo, que los líderes yugoslavos no hubiesen errado o fuesen perfectos. Pero estos errores y defectos los exageró en forma monstruosa Stalin, por lo cual se produjo la ruptura de relaciones con un país amigo.
Recuerdo los primeros días del conflicto entre la Unión Soviética y Yugoslavia y como se infló artificialmente. Una vez, cuando vine de Kiev a Moscú, fui invitado a visitar a Stalin, quien, mostrándome la copia de una carta enviada hacía poco a Tito, me preguntó: «¿Ha leído Ud. esto?»
Sin esperar mi respuesta, me contestó: «Moveré el dedo meñique y Tito dejará de existir. Caerá». Hemos pagado muy caro ese movimiento de su dedo meñique. Esa afirmación de Stalin era un reflejo de su manía de grandeza, y lo cierto es que siempre actuaba así. «Moveré mi dedo meñique y desaparecerá Kossier», «moveré otra vez mi dedo meñique y desaparecerán Postyshev y Chubar», «moveré otra vez mi dedo meñique y ahora desaparecerán Voznesensky y Kuznetsov».
Pero esto no sucedió con Tito. Por más que moviera su dedo meñique o aun todos los dedos de la mano, Tito no caía. ¿Por qué? La razón es que en este desacuerdo con los camaradas yugoslavos, Tito contaba con el respaldo de un pueblo y de un Estado que se habían templado en una lucha por la libertad y por su independencia y que apoyaban totalmente a sus jefes. Uds. ven a qué extremos llegó Stalin debido a su manía de grandeza. Había perdido todo sentido de la realidad, de tal modo que demostraba su altivez y su suspicacia no sólo en su trato con el pueblo de la URSS, sino también en su trato, con partidos y con naciones. Hemos reexaminado cuidadosamente el caso de Yugoslavia y hemos encontrado una solución adecuada, que es aceptable para los pueblos de la Unión Soviética y de Yugoslavia, como también para todas las democracias populares y los elementos progresivos de toda la humanidad. La solución de nuestras relaciones anormales con Yugoslavia convenía a los intereses de todo el mundo socialista, puesto que fortalece la paz en el mundo.
Recordemos también el asunto del complot de los médicos. (Animación en la sala.) Lo cierto es que no existió tal complot y que la única prueba de él la constituyó una declaración hecha por la doctora Timashuk, que seguramente había recibido órdenes de alguien o sugestiones (al fin o al cabo era una colaboradora no oficial de los organismos de seguridad del Estado) para que escribiera una carta a Stalin, estableciendo que los doctores le sometían a tratamientos médicos impropios. A Stalin, una carta así le bastaba para llegar a la conclusión de que los médicos de la Unión Soviética complotaban. Emitió órdenes de detención en contra de eminentes especialistas soviéticos. Dirigió personalmente las investigaciones y estableció el método a usar en los interrogatorios. Dijo que había que encadenar al académico Vinogradov y que otros debían ser flagelados. Se halla presente en este Congreso, como delegado, el camarada Ignatiev, antes ministro de Seguridad del Estado. Stalin le dijo a él bruscamente: «Si no obtienes confesiones de los médicos, rebajaremos tu altura en una cabeza». (Tumulto en la sala).
Stalin llamó personalmente al juez a cargo de la investigación para darle instrucciones acerca de los métodos que debía emplear; la fórmula era simple: ¡Torturar, torturar!
Poco después de la detención de los médicos, nosotros -los miembros del Politburó- recibimos los protocolos que contenían sus confesiones. Después de distribuir estos protocolos, Stalin nos dijo: «Uds. son gatitos; ¿qué les sucederá sin mí? El país perecerá porque ustedes no saben reconocer a sus enemigos».
El caso se presentaba de tal manera que era imposible verificar los hechos en los cuales se basaba la investigación. No era posible tratar de confirmar las acusaciones estableciendo contacto con los acusados que habían confesado su culpa. Nos parecía, sin embargo, que este caso era dudoso. Conocíamos a algunas de estas personas, porque las habíamos consultado. Después de la muerte de Stalin, estudiamos los cargos y descubrimos que se habían inventado de principio a fin. Este caso ignominioso fue gestado por Stalin; no tuvo, sin embargo, tiempo para concluirlo tal cual lo había concebido y ésta es la razón por la cual estos médicos todavía viven. Ahora se les ha rehabilitado a todos y trabajan donde siempre habían trabajado.
STALIN Y BERIA
En la organización de todos estos «casos vergonzosos» desempeñó un papel bajísimo un rabioso enemigo de nuestro Partido y agente del Servicio de Inteligencia de una nación extranjera -Beria- quien había ganado la confianza de Stalin. ¿De qué manera pudo este agitador lograr una posición tan destacada en el Partido y en el Estado hasta llegar a ocupar el cargo de vicepresidente del Consejo de Ministros de la Unión Soviética y miembro del Politburó del C.C.? Se ha establecido que este villano trepó a los más altos cargos del Gobierno por una escalera formada por innumerables cadáveres.
¿Existían indicios de que Beria fuese un enemigo del Partido? Sí, los había. Ya en el Pleno del Comité Central, celebrado en 1937, el entonces Comisario del Pueblo de Sanidad, Kaminsky, dijo que Beria trabajaba para el Servicio de Inteligencia Mussavat. Pero apenas terminó el Pleno del C.C., se detuvo a Kaminsky y se le fusiló. ¿Había examinado Stalin las aseveraciones de Kaminsky? No, porque Stalin creía en Beria y eso le bastaba. Y cuando Stalin creía en una persona o en alguna cosa, entonces nadie podía decir nada que contradijese su opinión. Quien se atreviera a oponérsele, era liquidado en la misma forma en que lo fue Kaminsky. También existían otros indicios. Las declaraciones hechas al C.C. del Partido por el camarada Snegov y que son interesantes. (Snegov, funcionario de la organización del Partido en la región caucásica, ha sido rehabilitado recientemente, después de haber estado preso durante diecisiete años. Kartvelishvili, que se menciona abajo, fue liquidado en 1931). La declaración de Snegov dice: «En relación con la propuesta rehabilitación del antiguo miembro del C.C., Kartvelishvili Lavryentiv, he puesto en manos del representante del Comité de Seguridad del Estado un estudio detallado que se refiere a la intervención de Beria en la deposición de Kartvelishvili y que elucida los criminales motivos que llevaron a Beria a actuar como lo hizo. En mi opinión, es indispensable recordar un hecho importante referente a este caso y hacerlo llegar al C.C., ya que no consideré propio incluirlo en el documento de la investigación, y es el siguiente:
El 30 de octubre de 1931, en una sesión del Buró de Organización del C.C., Kartvelishvili, siendo secretario del Comité Transcaucásico, presentó un informe. Estaban presentes todos los miembros del Comité. Hoy soy yo el único que vive de todos ellos. Durante esta sesión, Stalin propuso, en un discurso referente a la organización del Secretariado Transcaucásico, lo siguiente: Primer Secretario, Kartvelishvili; Segundo Secretario, Beria. (Esta es la primera vez en la historia del Partido que el nombre de Beria aparece mencionado como candidato a un puesto de funcionario). Kartvelishvili contestó diciendo que conocía a Beria muy bien y que por esta razón se negaba categóricamente a trabajar junto a él. Stalin propuso entonces que este asunto quedara en suspenso y que se resolviera en el proceso del trabajo. Dos días después se acordó que Beria recibiría el nombramiento y que se deportaría de Transcaucasia a Kartvelishvili. Este hecho lo pueden confirmar los camaradas Mikoyan y Kaganovich que se hallan presentes en la sesión.
La larga enemistad entre Kartvelishvili y Beria se conocía; data del tiempo en que el camarada Sergo participaba activamente en los asuntos transcaucásicos. (Kartvelishvili era el más íntimo colaborador de Sergo). Esa enemistad impulsó a Beria a fabricar una acusación contra Kartvelishvili. Es digno de notarse que el caso de Kartvelishvili contiene una acusación de terrorismo realizada por él contra Bería. La posterior acusación contra Beria discute muchos de sus crímenes. Debemos recordar algunos, especialmente debido a que es posible que no todos los delegados a este Congreso hayan leído el documento. Deseo recordar la forma bestial en que Beria manejó los casos de Kedrov, Golubiev y la madre adoptiva de Golubiev, Baturina, personas que querían informar al C.C. respecto a las viles actividades de Beria. Se les fusiló sin previo juicio y se les condenó después de muertos.
He aquí lo que el camarada Kedrov escribió al C.C. a través del camarada Andreyev (Andreyev era entonces secretario del C.C.; Kedrov, amigo personal de Lenin, fue liquidado en la gran purga)
«Apelo a su ayuda desde una oscura celda en la prisión de Lefortorsky. Que mi grito de horror llegue a sus oídos; escúcheme, tómeme bajo su protección y aleje de mí la pesadilla de los interrogatorios y pruebe que todo es un error. Sufro siendo inocente, créame. El tiempo confirmará que digo la verdad; no soy un agente provocador de la policía secreta del Zar; no soy un espía; no soy miembro de una organización anti-soviética, de lo cual se me acusa en las viles denuncias. No soy culpable de crimen alguno contra el Partido ni contra el Gobierno. Soy un viejo bolchevique, limpio de toda mancha; he luchado honradamente durante cuarenta años dentro de las filas del Partido por el bien y la prosperidad de la nación...
Hoy tengo 62 años de edad y me siguen amenazando los jueces con torturas degradantes y severas. Ellos ya no son capaces de reconocer su error, de darse cuenta de que la forma en que están llevando mi caso es ilegal en todo sentido. Tratan de justificar sus acciones imaginándose que soy un rabioso enemigo del Partido. Soy inocente y no hay nada que pueda desviar a un hijo del Partido y transformarlo en un enemigo, ni aún en el momento de la muerte,
Estoy en una encrucijada; no hay manera de que yo pueda desviar los rudos golpes que se me lanzan encima. No obstante, todo tiene su limite. Se me ha torturado hasta el extremo. Se ha quebrantado mi salud y desfallecen mis fuerzas y mi energía. Se acerca mi fin. ¡ Morir en una prisión soviética, acusado de ser un vil traidor a la patria; ¡algo más monstruoso no puede sucederle a un hombre honrado! ¡Y cuán monstruoso es todo esto! Una amargura y un dolor indecibles oprimen mi corazón. ¡No, no. Esto no sucederá; esto no ha de ser! Ni el Partido ni el Gobierno soviético ni el Comisario del Pueblo, L. P. Beria, pueden permitir una injusticia tan cruel e irreparable. Estoy convencido de que si se me sometiese a un interrogatorio tranquilo, sin torturas feroces, sin ira, se demostraría fácilmente que las acusaciones no tienen base. Creo sinceramente que la verdad y la justicia triunfarán. ¡Lo creo, lo creo!»
El Colegio militar reconoció inocente al viejo bolchevique, camarada Kedrov. A pesar de ésto, fue fusilado por orden de Beria. (Indignación en la sala.) Beria también trató cruelmente a la familia del camarada Ordjonikidze. ¿Por qué? Porque Ordjhonikidze había intentado impedir que Beria llevase a cabo sus planes funestos. Beria había eliminado de su camino a todas las personas que podían oponérsele. Ordjhonikidze fue siempre un adversario de Beria y se lo dijo a Stalin, quien, en vez de examinar el asunto y de tomar medidas apropiadas, permitió la liquidación de los hermanos de Ordjhonikidze por lo cual finalmente se suicidó el camarada. (Indignación en la sala).
El Comité Central desenmascaró a Beria poco después de la muerte de Stalin. Como resultado de un proceso legal muy detallado, se estableció que Beria había cometido crímenes monstruosos y por ellos fue fusilado. ¿Hemos de preguntarnos por qué Beria que había liquidado a decenas de millares de trabajadores del Partido y del Soviet, no fue desenmascarado en la vida de Stalin? No fue desenmascarado antes porque se servía con mucha habilidad de las debilidades de Stalin despertándole sospechas ayudaba a Stalin en todo y, además, siempre lo apoyaba.
EJEMPLOS DE LA VANIDAD DE STALIN
¡Camaradas!. El culto al individuo alcanzó proporciones tan monstruosas debido principalmente a Stalin, puesto que él utilizó todos los medios concebibles para enaltecerse, Múltiples pruebas respaldan lo que acabamos de observar. Uno de los más característicos ejemplos de la forma en que Stalin se enaltecía, se encuentra en la absoluta falta de modestia que exhibe en su «Breve Biografía» publicada en 1948. Este libro es la expresión de la adulación más servil y un ejemplo de cómo se endiosa a un hombre, transformándolo en un sabio infalible, en el más grande líder, en el estratega más sublime de todos los tiempos y de todas las naciones. Ya es imposible encontrar palabras que puedan acercarlo más al cielo.
No es necesario dar ejemplos aquí de la odiosa adulación que satura este libro. Basta decir que Stalin los aprobó todos y que editó él mismo el libro. Él insertó algunas alabanzas en el de su puño y letra. ¿Qué es lo que Stalin consideraba indispensable incluir en este libro? ¿Intentó en alguna ocasión disminuir los halagos que contenía su «Breve Biografía»? No; señalaba los lugares en que, según su parecer, no se le halagaba lo suficiente. He aquí algunos ejemplos característicos de lo que Stalin agregaba de su puño y letra
«En la lucha contra los escépticos, los capituladores los trotskistas, los zinovietistas, bujarinistas, los kamenevistas, se aglutinaron definitivamente, después de la muerte de Lenin, los núcleos más destacados del Partido que levantaban el estandarte de Lenin. Ellos agruparon al Partido en torno a los principios de Lenin y guiaron al pueblo soviético por el camino de la industrialización y de la colectivización de la economía rural. El líder do este núcleo, su fuerza directriz, tanto en el Partido como en el Estado, fue el camarada Stalin.»
Así escribe Stalin de sí mismo y luego agrega:
«A pesar de que condujo al Partido y al pueblo con inmensa habilidad y de que gozaba del apoyo ilimitado de todo el pueblo soviético, Stalin nunca permitió que su trabajo fuese en grado alguno contaminado por el menor rastro de vanidad, engreimiento o autoadulación.»
¿Dónde y cuándo se ha había visto que un líder dirigente se halagara en tal forma? ¿Es digno todo esto de un líder marxista-leninista? No fue precisamente contra esto que Marx y Engels adoptaron una posición muy definida. También Lenin condenó esta práctica.
En el borrador del texto de su libro aparece la siguiente frase: «Stalin es el Lenin de hoy día». Pero esta frase le pareció demasiado débil a Stalin, de modo que él la cambió de su puño y letra por la siguiente: «Stalin es el valioso continuador de la labor de Lenin; o, como se dice en nuestro Partido, Stalin es el Lenin de hoy día». Es posible dar muchos ejemplos semejantes de adulaciones escritas por él mismo en las pruebas de los textos del libro. Se dota especialmente y con mucha generosidad de genio militar y de talento estratégico. Citaré un trozo que insertó Stalin respecto a su genio militar
«La ciencia militar soviética, ya muy avanzada, recibió aún mayor impulso del camarada Stalin. El camarada Stalin elaboró la, teoría de los factores operantes permanentes que deciden las guerras, la de la defensa activa, y las leyes de la contraofensiva y de la ofensiva, de la cooperación de todos los servicios y de todas las armas en la guerra moderna, el papel que desempeñan las grandes masas de tanques y las grandes fuerzas aéreas en las guerras modernas, y la artillería, por ser la más formidable arma de todos los servicios. En las diversas etapas de la guerra el genio de Stalin descubrió las soluciones exactas y ellas tomaban en cuenta todas las situaciones.» (Agitación en la sala).
Más adelante, Stalin dice: «La maestría militar de Stalin quedó demostrada tanto en las acciones defensivas como en las ofensivas. El genio del camarada Stalin le permitió adivinar los planes del enemigo y derrotarle. Las batallas en las cuales el camarada Stalin dirigió a los ejércitos soviéticos son brillantes ejemplos de destreza militar». De esta manera se halagó Stalin como estratega. ¿Quién lo hizo? Stalin mismo y no mientras actuaba como estratega, sino cuando operaba como autor y editor, ya que es uno de los principales creadores de su halagüeña biografía. Y un dato más tomado de esa «Breve biografía de Stalin». Como se sabe, «Breve curso de la historia del Partido Comunista bolchevique» fue escrito por una Comisión del C.C. del Partido. Hecho que se refleja en la siguiente declaración en la copia de prueba de la «Breve biografía de Stalin». «Una comisión del C.C. del Partido Comunista Bolchevique, bajo la dirección de Stalin, y con su participación activa, ha preparado un libro intitulado: «Breve Curso de la Historia del Partido Comunista Bolchevique», pero aún esa declaración no satisfizo a Stalin. La siguiente frase la reemplazó en la versión final de la «Breve Biografía» : «En 1938 apareció el libro «Breve Curso de la Historia del Partido Comunista Bolchevique», escrito por el camarada Stalin y aprobado por una Comisión del C.C. del Partido Bolchevique». ¿Habrá que agregar algo más? (Animación en la sala.)
Como ustedes ven, una sorprendente metamorfosis cambió una obra realizada por un grupo en un libro escrito por Stalin. No es necesario explicar cómo y por qué se verificó esta metamorfosis. Se nos ocurre ahora preguntar, ¿si Stalin es autor de este libro, por qué sintió la necesidad de alabar tanto en él a Stalin y de transformar toda la historia de nuestro glorioso Partido Comunista de la época posterior a la Revolución de Octubre en una consecuencia circunstancial del genio de Stalin?
¿Refleja este libro en debida forma los esfuerzos del Partido por lograr la transformación socialista de este país, por construir el Estado Socialista, por completar la industrialización y colectivización del país, y tantos otros pasos dados por el camino señalado por Lenin Este libro habla ante todo de Stalin, contiene sus discursos y sus informes. Todo sin la menor excepción, se halla ligado a su nombre. Y cuando Stalin afirma que él mismo escribió «Breve Curso de la Historia del Partido Comunista Bolchevique», nos llenamos de asombro. ¿Es posible que un marxista-leninista escriba así de su persona, poniéndose por los cielos? O tomemos ahora el asunto de los premios Stalin. (Agitación en la sala). ¡Ni los zares crearon premios y les dieron su nombre! Stalin reconoció como el mejor texto para nuestro himno nacional uno que no contiene una sola palabra sobre el Partido Comunista, pero que contiene la siguiente frase: « Stalin nos crió leales al pueblo, él nos inspiró en el trabajo y en la acción». En estas líneas del himno nacional están todas las tendencias leninistas-marxistas atribuidas a Stalin en aquello que concierne a la educación.
Se trata, es claro, de una desviación de la doctrina marxista-leninista, de una disminución consciente del papel desempeñado por el Partido. Debemos agregar que el Presidium del Comité Central ha aprobado una resolución, encargando que se escriba un nuevo texto para el himno nacional, en el cual se destacará la labor del pueblo y la labor del Partido. (Fuertes y prolongados aplausos).
¿Y fue sin el conocimiento de Stalin que se dió su nombre a tantas de nuestras grandes empresas y de nuestras ciudades? ¿Fue sin su conocimiento que se erigieron tantos monumentos a Stalin en todo el país? Es un hecho que Stalin mismo firmó el 2 de julio de 1951 una resolución del Consejo de Ministros de la U.R.S.S. referente a la erección en el Canal Volga-Don de un impresionante monumento a Stalin: el 4 de septiembre del mismo año ordenó que se entregaran treinta toneladas de cobre con el objeto de que se construyese ese impresionante monumento.
Todo el que ha visitado Stalingrado, tiene que haber visto la inmensa estatua que él puso ahí en un sitio que poca gente frecuenta. Se gastaron sumas fabulosas para construirla en un área en que la gente vivía en casuchas desde la guerra. Mediten ustedes mismos si Stalin tenía razón para decir en su biografía que no se había permitido nunca soportar la sombra de un engreimiento, de orgullo o de autoadulación.
EL AUTORITARISMO DEL «JEFE GENIAL»
Al mismo tiempo Stalin demostraba a cada paso su falta de respeto por la memoria de Lenin. No es una coincidencia que, a pesar de la decisión tomada hace treinta años atrás de construir un palacio de los Soviets como monumento a Vladimir Ilich, dicho monumento no se haya construido nunca. Su erección se posponía siempre y el proyecto se archivó. No podemos dejar de recordar la resolución del Gobierno Soviético del día 14 de agosto de 1925 referente a la fundación de premios Lenin para el trabajo educacional. Esta resolución se publicó en la prensa, pero hasta el momento no hay premios Lenin. Esto también debería corregirse. (Tumultuosos y prolongados aplausos).
Durante la vida de Stalin, gracias a los métodos conocidos que yo he mencionado, y también debido, para referirme a un caso específico, a la «Breve biografía de Stalin», todos los hechos se explicaban de tal modo que parecía que Lenin había desempeñado siempre un papel secundario, aún durante la Revolución Socialista de Octubre. En muchas películas y en muchas obras literarias, la figura de Lenin se presenta en forma incorrecta y se disminuye su importancia en forma inadmisible.
A Stalin le encantaba ver la película «El Año Inolvidable de 1919», en la cual se le muestra en un tren blindado y en que prácticamente aparece derrotando al enemigo con su sable. Que Kument Yefremovich Voroshilov, nuestro querido amigo, halle el coraje necesario para escribir la verdad acerca de Stalin; al fin y al cabo, él sabe cómo luchó Stalin. Ya sé que le costará el hacer tal cosa; sin embargo, sería bueno que lo hiciera. Todos aprobarán su trabajo, tanto el pueblo como el Partido. Incluso sus nietos se lo agradecerán. (Prolongados aplausos).
Cada vez que se hablaba de los episodios de la Revolución de Octubre y acerca de la Guerra Civil, se daba la impresión de que Stalin había desempeñado el papel principal, como si en cada ocasión y en todos los casos Stalin le hubiese sugerido a Lenin lo que debía hacer y cómo lo debía hacer. Esto es difamar a Lenin. (Aplausos prolongados). No creo que pecaré contra la verdad al decir que el 99% de los presentes sabía poco y había oído hablar poco de Stalin antes de 1924, mientras que a Lenin lo conocían todos lo conocía toda la nación, todo el Partido y también todos los niños y aún los ancianos.
Todo esto debe revisarse cuidadosamente para que la historia, la literatura y las bellas artes, reflejen en forma debida el papel desempeñado por Lenin en las grandes conquistas del Partido Comunista y del pueblo soviético, el pueblo creador. (Aplausos).
Camaradas: El culto a la personalidad ha sido causa de que se empleen falsos principios en el trabajo del Partido y en la actividad económica; engendró la violación inicua de la democracia interna del Partido y del Soviet. Esterilizó la administración, causó desviaciones de muchos tipos y propició el encubrimiento de limitaciones personales, tergiversando la verdad. Nuestra nación engendró a causa de él muchos aduladores y especialistas en falsos optimismos y en el engaño.
No debemos olvidar tampoco que, debido a las numerosas detenciones de líderes del Partido, del Soviet y de la economía, muchos trabajadores comenzaron a trabajar con incertidumbre, mostrándose excesivamente cautos; temerosos, respecto a su capacidad, perdían toda iniciativa y además temblaban ante su propia sombra. Tomemos por ejemplo las resoluciones del Partido y del Soviet. Se preparaban en forma rutinaria, muchas veces sin tener en cuenta la situación real. Esto llegó a tal punto que los trabajadores del Partido, aún en las sesiones de mínima importancia, leían sus discursos. Todo esto facilitaba la burocratización y el aniquilamiento del Partido.
El hecho de que Stalin se resistiera a tomar en cuenta las realidades de la vida y que desconociera el estado verdadero de los asuntos en las provincias, lo comprueba la dirección que imprimió al desarrollo agrícola. Todos los que se interesaban por la situación nacional, entendían lo difícil de la situación en el campo, pero Stalin nunca se dio cuenta de esto. ¿Informamos a Stalin sobre esto? Sí, le informamos, pero él no nos apoyó. ¿Por qué? Porque Stalin jamás iba a ninguna parte, no conocía siquiera a los trabajadores koljoz de la ciudad; ignoraba totalmente la situación en las provincias. Conocía el campo y la agricultura a través de las películas y, en esas películas, se disfrazaba y adornaba la situación existente. Muchas películas sobre la vida de los koljos muestran vistas sobrecargadas de pavos y gansos. Stalin aparentemente creía que reflejaban la verdad. Lenin veía la vida de otra manera; siempre se mantuvo cerca del pueblo, él recibía a delegaciones de campesinos y con frecuencia hablaba en las reuniones de las diversas fábricas; él visitaba las aldeas y conversaba con los campesinos. Stalin se separó del pueblo y jamás iba a parte alguna. Esto duró diez años. La última vez que visitó una aldea fue en enero de 1928, cuando fue a Siberia a supervigilar unas entregas de cereales. ¿Cómo, entonces, iba a comprender la situación de las provincias? Y cuando una vez se le dijo, durante una discusión, que la situación en el campo era difícil, y muy especialmente la de la ganadería, se organizó una comisión a la cual se le encargó la preparación de una resolución llamada «medios para desarrollar aún más la crianza de animales en koljoses y sovjoses».
Trabajamos en este proyecto. Es claro que nuestras proposiciones de ese tiempo no abarcaban todas las posibilidades, pero sí exploramos varios caminos que podrían conducir al mejoramiento de la crianza de animales en los koljozes y sovjozes.
Habíamos propuesto entonces que se elevara el precio de esos productos para aumentar el incentivo de los trabajadores del koljoz y sovjoz. Pero no se aceptó nuestro proyecto y en febrero de 1953 lo descartamos totalmente. Más aún, mientras Stalin preparaba el proyecto, propuso que los impuestos pagados por los koljoses y por los trabajadores del kojos, se elevaran en 40.000 millones de rublos. Según él, los campesinos estaban bien y los trabajadores del koljos apenas necesitaban vender una gallina más para pagar el impuesto total. Imagínense lo que esto significaba. Desde luego, los 40.000 millones de rublos representaban una suma superior a las entradas de los trabajadores del koljoz por sus ventas al Gobierno. En 1952, por ejemplo, los koljozes y los trabajadores del koljos recibieron 26.280 millones de rublos por los productos que vendían al Estado. ¿La posición adoptada por Stalin descansaba en datos de alguna clase? Claro que no. En tales casos, los números no le interesaban. Si Stalin decía una cosa, tenía que ser así... Al fin y al cabo era un genio y el genio no necesita contar, le basta con mirar e inmediatamente sabe cómo deben hacerse las cosas. Cuando él expresa su opinión, es un deber repetirla y admirar su sabiduría. ¿Pero, cuánta sabiduría encerraba su proposición de aumentar en 40.000 millones de rublos los impuestos de los agricultores? Ninguna, absolutamente ninguna, porque esa proposición no se basaba en un estudio cuidadoso de la situación, sino en las fantasías de una persona que vivía alejada de toda, realidad. En este momento hemos comenzado lentamente a liberarnos de esta difícil situación agrícola. Los discursos de los delegados al Vigésimo Congreso nos complacen a todos. Nos agrada que tantos delegados expresen que existen bases para que se cumpla el Sexto Plan Quinquenal para la ganadería, no dentro de un período de cinco años, sino de dos o tres. Estamos seguros de que las finalidades del nuevo Plan Quinquenal se lograrán con éxito. (Prolongados aplausos).
¿POR QUE NO SE REBELARON LOS MIEMBROS DEL POLITBURO?
Camaradas: puesto que criticamos tan agudamente hoy día el culto a la personalidad que tanta fuerza tomó durante la vida de Stalin, puesto que hablamos de muchos de los fenómenos negativos que engendra este culto que es tan ajeno al espíritu del marxismo-leninismo, se nos podría preguntar: ¿Cómo es posible? Stalin encabezó el Gobierno y el Partido durante 30 años, en los cuales se lograron muchas victorias. ¿Cómo pudo ser esto? En mi opinión, esta pregunta sólo pueden hacerla las personas cegadas, hipnotizadas irremediablemente por el culto a la personalidad, sólo por aquellos que no entienden la esencia de la revolución y del Estado soviético, sólo por aquellos que no entienden, en un sentido leninista, el papel desempeñado por el Partido y por la nación entera en el desarrollo de la sociedad soviética.
La Revolución Soviética la realizaron la clase trabajadora y los campesinos pobres con ayuda parcial de la clase media campesina. Fue ganada por el pueblo conducido por el Partido Bolchevique. El gran servicio prestado por Lenin fue el de crear un partido militante de la clase trabajadora, pero él iba armado por una compenetración marxista de las leyes del desarrollo social y él templó este Partido en la lucha revolucionaria de las masas y del pueblo. Ustedes recordarán bien las sabias palabras de Lenin respecto a que el Estado Soviético es fuerte, porque las masas tienen conciencia de que la historia es creada por los millones y las decenas de millones de personas que forman el pueblo. Nuestras históricas victorias las obtuvimos gracias a la organización dada por el Partido, a las muchas organizaciones provinciales y al abnegado trabajo del pueblo. Estas victorias fueron el resultado del gran empuje y la gran actividad de la nación y del Partido en conjunto; no son todas fruto del genio de Stalin como se intentó hacer creer durante el periodo del culto a la personalidad.
Si hemos de considerar este asunto como marxistas-leninistas, entonces tenemos que afirmar categóricamente que la dirección practicada durante los últimos años de la vida de Stalin, fue un serio error y constituyó un obstáculo en el camino del desarrollo social soviético. Stalin con frecuencia dejaba pasar meses antes de abocarse a la solución de problemas de inmensa importancia para la vida del país y del Estado y cuya solución no podía posponerse.
Durante la jefatura de Stalin, nuestras relaciones pacíficas con otras naciones se vieron múltiples veces amenazadas, porque las decisiones de un hombre pueden causar y muchas veces causan, serias complicaciones. El último año, cuando logramos liberarnos de las dañinas prácticas del culto a la personalidad y tomamos varias medidas necesarias en la esfera de los asuntos internos y de la política externa, todos notaron cómo la actividad se incrementaba ante sus propios ojos, cómo se desarrollaba la actividad creadora de las grandes masas trabajadoras, y cuán favorablemente influía todo esto sobre el desarrollo de la economía y la cultura. (Aplausos).
Algunos camaradas pueden preguntarnos: ¿ Dónde estaban los miembros del Politburo del C.C.? ¿Por qué no lucharon a tiempo contra el culto al individuo? ¿Y por qué esto se está haciendo sólo ahora?
Ante todo debemos considerar el hecho de que los miembros del Politburó miraron estos asuntos de una manera diferente en diferentes épocas. Inicialmente muchos de ellos apoyaron activamente a Stalin porque Stalin era uno de los más fuertes marxistas y su lógica, su fuerza y su voluntad tenían gran influencia sobre los núcleos y parcialmente sobre el trabajo.
Se sabe que Stalin, después de la muerte de Lenin, especialmente durante los primeros años, luchó activamente por el leninismo contra los enemigos de la teoría leninista y contra aquellos que se desviaban. Respaldado por la teoría leninista, el Partido, con el C.C. a la cabeza, empezó en gran escala el trabajo de industrialización socialista del país, de colectivización agrícola y la revolución cultural. En ese tiempo. Stalin adquirió gran popularidad, simpatía y ayuda. El Partido tuvo que luchar contra los que intentaban desviar al país del correcto sendero leninista; tuvo que luchar contra los trotkistas, zinovievistas y derechistas, y los nacionalistas burgueses. Esta lucha fue indispensable. Más tarde, sin embargo, Stalin, abusando de su poder más y más, empezó a luchar contra eminentes líderes del Partido y del Gobierno y gente soviética honrada. Como ya lo hemos mostrado, Stalin trató de esa manera a líderes tan eminentes del Partido y del Gobierno como Kossior, Rudzutak, Eikhe, Postyshev y muchos otros.
Quien intentara oponerse a cargos y sospechas sin base, esgrimidas contra inocentes, terminaba por caer víctima de la represión. Esto fue justamente lo que perdió al camarada Postyshev. En uno de sus discursos, Stalin reveló su disconformidad con Postyhev y terminó preguntándole : «¿Qué es Ud. realmente?». Postyshev le contestó en voz alta : «Soy un bolchevique, camarada Stalin, un bolchevique. En un comienzo se consideró que esta aseveración constituía una falta de respeto hacia el camarada Stalin y posteriormente se le miró como un acto malvado y esto fue la causa de que se aniquilara a Postyshev, tildándosele de «enemigo del pueblo». Cuando aún persistía esta situación, conversé en varias ocasiones con Bulganin; y una vez, cuando los dos íbamos juntos en automóvil, me dijo: «Ha sucedido a veces que un hombre ha ido a visitar a Stalin, invitado por él como amigo, y se ha sentado a su mesa sin saber si luego iba a regresar a su casa o se le llevaría preso». Es obvio que en tales circunstancias la situación de los miembros del Politburó era dificilísima. Ahora si agregamos a esto el hecho de que en los últimos años no se convocaron sesiones plenarias del C.C. y que sólo ocasionalmente se reunía el Politburó, se comprenderá cuán difícil resultaba al Politburó defender a quienes se acusaba injustamente.
Ya hemos demostrado claramente que se tomaban muchas decisiones sin consultar a las organizaciones colectivas. El triste fin del camarada Voznesensky, miembro del Politburó, víctima de las represiones de Stalin, es conocido de todos. Es característico de esta etapa que la decisión de degradar al camarada Voznesensky no se discutió jamás; se llegó a ella de un modo muy oscuro. Del mismo modo se llegó a la decisión de degradar a los camaradas Kuznetsov y Rodionov. Se redujo así la importancia del trabajo del Politburó del C.C. y luego se desorganizó su trabajo, creando dentro del Politburó varias comisiones que se llegaron a conocer como «Quintetos», «Sextetos», «Septetos», etc. He aquí, a modo de ejemplo, una resolución del Politburó tomada el 3 de octubre de 1946.
«Proposición de Stalin : 1. - La Comisión del Politburó para las Relaciones Exteriores (sexteto), se ha de preocupar, en el futuro, no tan sólo de la construcción interna y de la política doméstica. 2.- El Sexteto incorporará al Presidente de la Comisión Estatal para la Planificación Económica de la U.R.S.S., camarada Voznesensky, y se le conocerá en adelante como Septeto. (Firmado) J. Stalin, Secretario del C.C. »
¡Díganle si no es la terminología de un jugador de naipes! (Risa en la sala).
STALIN QUERIA LIQUIDAR A MOLOTOV Y MIKOYAN
Es obvio que la creación dentro del Politburó, de este tipo de comisiones -«Quintetos», «Sextetos», etc.- contradecía el principio de gobierno colectivo. Esto trajo como resultado que muchos miembros del Politburó se vieron impedidos de participar en la preparación de decisiones de alta importancia para el Estado.
Uno de los más antiguos miembros del Partido, Voroshilov, se halló en una situación casi imposible. Se le privó por muchos años del derecho a participar en las sesiones del Politburó. Stalin le prohibió asistir a las sesiones del Politburó o recibir documentos.
Debido a su naturaleza extremadamente suspicaz, Stalin abrigó la absurda creencia de que Voroshilov era un agente inglés. (Risa en la sala). Es cierto, ¡un agente inglés! Se instaló en su casa un aparato especial que registraba todo lo que allí se conversaba. (Indignación en la sala). Por su decisión unilateral, Stalin también separó del Politburó a otro hombre, a Andreyev. Este fue uno de sus actos más absurdos y caprichosos.
Consideremos ahora el primer Pleno del C.C. posterior al Décimonono Congreso del Partido, cuando Stalin en su discurso analizó las personalidades de Molotov y Mikoyan, sugiriendo que estos viejos militantes de nuestro Partido eran culpables de algunos cargos in fundamento. Es posible que, si Stalin hubiese permanecido en el mando por algunos meses más, tanto el camarada Molotov como el camarada Mikoyan no habrían estado entre nosotros para dirigirse a este Congreso. Parece que Stalin tenía la intención de terminar con todos los miembros antiguos del Buró Político para reemplazarlos por gente nueva. La proposición que hizo al XIX Congreso, referente a la selección de 25 personas con el objeto de que ingresaran al Presidium del C.C., tenía como fin alejar a los viejos miembros del Politburó para introducir a gente de menos experiencia, que por ello lo halagaría en forma desmedida.
Podemos suponer también que así preparaba el camino para la aniquilación futura de todos los viejos miembros del Politburó, por ser ésta una manera de cubrir todo rastro de sus actos más vergonzosos, justamente los que estamos analizando ahora.
Camaradas: Con el objeto de evitar que se repitan estos errores del pasado, el Comité Central se ha declarado absolutamente contrario al culto a la personalidad. Consideramos también que se halagó en forma excesiva a Stalin. No obstante, Stalin sin duda realizó en el pasado obras de importancia en beneficio de las clases trabajadoras, del Partido y del Movimiento Obrero Internacional.
Este asunto se complica debido al hecho de que lo que acabamos de discutir aconteció durante la vida de Stalin, bajo su mandato y con su aprobación; parece que Stalin estaba convencido de que procedía en defensa de los intereses de la clase trabajadora y contra los enemigos que complotaban y también contra los ataques del campo imperialista. Miraba las cosas desde el punto de vista de los intereses de la clase trabajadora, de los intereses de la gente laboriosa, de los intereses de la victoria del socialismo y del comunismo. No podemos asegurar que éstas fueron las obras de un déspota atolondrado. Él juzgaba que lo que se hacía, debía hacerse en bien del Partido, de las masas trabajadoras y en nombre de la defensa de los objetivos revolucionarios. ¡He ahí toda la tragedia!
CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS
Camaradas: Lenin hizo hincapié frecuentemente en que la modestia es una necesidad indispensable a todo buen y verdadero bolchevique. Lenin fue siempre la personificación de la modestia. No declaremos que hemos seguido constantemente y en todo sentido el ejemplo de Lenin. Basta señalar que muchas ciudades, fábricas, empresas industriales, koljoces, sovjoses, como también instituciones culturales soviéticas, llevan el nombre de servidores del Gobierno o líderes del Partido que, cuando así se les bautizó, gozaban aún de muy buena salud. Muchos de nosotros somos responsables de haber dado nuestros nombres a varias ciudades, estaciones de radios, empresas y koljoses. Debemos corregir esto. (Aplausos). Pero esto debe hacerse con calma y lentamente. El C.C. discutirá este asunto y lo estudiará con cuidado para evitar errores y excesos. Recuerdo cómo Ucrania llegó a saber que se había detenido a Kossior; la radio de Kiev comenzaba sus programas de esta manera: «Esta es la radio de Kossior». Cuando un día comenzaron los programas sin que se mencionara a Kossior, nadie dudó de que algo le había sucedido a Kossior y que lo probable era que se le había detenido. Así, si hoy día comenzamos a cambiar los nombres en todas partes, el pueblo va a pensar que los camaradas en cuyo honor se asignaron esos nombres, han caído en desgracia y han sido detenidos. (Animación en la sala). ¿Cómo se ha de juzgar la autoridad e importancia de un líder? ¿Sobre la base de cuántas ciudades, industrias, fábricas, koljoses y sovjoses, llevan su nombre?
¿No es ya tiempo de que eliminemos este vestigio de «propiedad privada» y que «nacionalicemos» las industrias, las fábricas, los koljoses y los sovjoses? (Risas y aplausos. Una voz grita : «Está bien»).
Es nuestro deber examinar muy seriamente el problema del culto a la personalidad. No podemos permitir que este asunto salga del Partido y llegue a la prensa. Por esta razón lo estamos discutiendo aquí en una sesión secreta. No es conveniente proveer al enemigo de municiones; no debemos lavar nuestra ropa sucia ante los ojos del mundo. Creo que los delegados a este Congreso comprenderán bien el significado de lo dicho y valorarán debidamente estas sugestiones. (Aplausos tumultuosos).
Camaradas: Debemos abolir el culto a la personalidad en forma absoluta y definitiva; debemos llegar a conclusiones correctas tanto en el campo ideológico y teórico, como en el campo del trabajo práctico. Es necesario adelantar la siguiente moción: Condenar y eliminar de una manera bolchevique el culto a la personalidad por ser contrario al marxismo-leninismo y ajeno a los principios del Partido y a sus normas y combatir inexorablemente todo intento de reintroducir su práctica en cualquiera forma. Debemos volver a respetar la tesis más importante del marxismo-leninismo científico, que establece que la historia la crean los pueblos, como así también todos los bienes espirituales y materiales de la humanidad.
Debemos volver a interpretar la responsabilidad del partido marxista en la lucha revolucionaria por la transformación de la sociedad, viéndolo como responsable de lograr la victoria final del comunismo.
En relación con esto, nos veremos obligados a examinar críticamente, desde un punto de vista marxista-leninista, muchos de los errores derivados del culto a la personalidad que se hallan presentes en nuestros estudios históricos y filosóficos, en nuestra posición económica y en otras ciencias como también en la literatura y en las bellas artes. Es indispensable que en un futuro cercano preparemos un texto serio de la historia de nuestro Partido y que esté de acuerdo con el objetivismo científico del marxismo. También un texto de la historia de la sociedad soviética y un libro sobre los acontecimientos de la Guerra Civil y de la Gran Guerra Patriótica.
En segundo lugar, para continuar sistemáticamente el trabajo realizado por el C.C. del Partido durante años, una obra que se caracterice por un minucioso estudio de todas las organizaciones del Partido desde abajo hasta arriba, de los principios leninistas acerca de la dirección del Partido y, ante todo, sobre el principio del Gobierno Colegial, el cual debe regirse por las normas del Partido establecidas en sus estatutos y que atribuyen gran importancia a la crítica y a la autocrítica.
En tercer lugar habrá que restablecer completamente los principios de la democracia soviética, tal cual se enuncian en la constitución de la Unión Soviética y que son contrarios al abuso caprichoso, por parte de un individuo, del poder.
Camaradas: El XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, pone de manifiesto con nuevo vigor la inquebrantable unidad de nuestro Partido y su cohesión en torno al C.C., como también su decisión de lograr la culminación de su gran tarea que es construir el comunismo. (Aplausos tumultuosos). Y el hecho de que nosotros hayamos presentado en todas sus facetas los problemas que se plantean para destruir el culto a la personalidad, que es ajeno al marxismo-leninismo, como también la pesada tarea de liquidar sus consecuencias, es una prueba más de la gran fuerza moral y política de nuestro Partido. (Prolongados aplausos).
Tenemos la seguridad más absoluta de que nuestro Partido, fortalecido por las históricas resoluciones del XX Congreso, conducirá al pueblo soviético por la senda leninista hacia nuevos éxitos y nuevas victorias. (Aplausos prolongados y tumultuosos).
¡Viva el victorioso estandarte de nuestro Partido, el Leninismo!
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