CANTINAS,
CANTERAS Y CANCIONES
En el programa
del día de hoy martes 29 de noviembre de 2011, Temas Lemas y Dilemas les hace
una propuesta, ya que al parecer estamos en los límites para saber si
resolvemos el conflicto, consideramos prudente "soltar tensión", por
ello les proponemos entrar a la recta de fin de año en donde la fiesta es un
acto importante y por tanto daremos inicio a las fiestas de fin de año, por que
para quienes hacemos este programa, "con el arranque formal de la carrera
hacia la elección presidencial y otras chunches, del calendario electorero de
este país, se le quiere imponer al pueblo, por encima de todo. Y claro ese acto
autoritario de la clase política no lo vamos a permitir", aún más, pasadas
las celebraciones sobre la gesta armada de 1910, !no hay nada que valga la pena
resaltar¡, claro hasta el día 14 de diciembre por obvias razones.
Hoy hablaremos de
La Cantina, sus estructuras arquitectónicas, las calles de nuestro México
particularmente de la capital y no podía faltar la música que acompaña un buen
trago, para amenizar la tertulia con un buen grupo de amigos, claro en este
tema debemos establecer con meridiana claridad, que una cosa es el
"echarse un trago", y otra muy distinta intoxicarse como lo hace
Felipe Calderón Hinojosa con los terribles efectos sobre el pueblo de
México. Así la cosa el Tema será Cantina, Cantera y Canto, como forma de
dar quebranto a los males y alegría a los bienes.
Entendiendo que
el beber es polémico desde cualquier punto de vista pero el tema es más bien
ubicar la tradición de “echar trago” en una cantina de tantas y tan buenas que
hay y “como díos manda,”escuchando una buena canción. Principiaremos
señalando (para vernos chipocludos), que la revista médica británica The Lancet
publicó un informe elaborado por los ex asesores del gobierno británico David
Nutt y Leslie King y concluyeron que de entre todas las drogas, el alcohol es
la más dañina, los expertos señalaron que su consumo es tres veces más perjudicial
que la cocaína y el tabaco. En la Ciudad de Md-align: none; mso-pagination: none; text-align: justify; text-autospace: none;">
En los tiempos
prehispánicos, en las culturas mesoamericanas, la asociación de la producción y
el consumo del pulque estuvo íntimamente ligada a lo sagrado. Bebida medicinal,
nutritiva, embriagante si se toma en exceso y vehículo para comunicarse con los
dioses, era tomada por ancianos, mujeres amamantando, personas convalecientes y
también era ofrecida a los guerreros prisioneros en combate antes de ser
sacrificados en honor a Huitzilopochtli, dios de la guerra y también del sol.
Al templo de esta deidad llegaban adormecidos los guerreros con un brebaje de
pulque y yerbas; ya muertos viajaban con él desde que despuntaba luminoso tras
las montañas del oriente hasta el medio día.
LAS RAÍCES DE LA
BEBIDA SAGRADA DE LOS MEXICAS
En los tiempos
prehispánicos, en las culturas mesoamericanas, la asociación de la producción y
el consumo del pulque estuvo íntimamente ligada a lo sagrado. Bebida medicinal,
nutritiva, embriagante si se toma en exceso y vehículo para comunicarse con los
dioses, era tomada por ancianos, mujeres amamantando, personas convalecientes y
también era ofrecida a los guerreros prisioneros en combate antes de ser
sacrificados en honor a Huitzilopochtli, dios de la guerra y también del sol.
Al templo de esta deidad llegaban adormecidos los guerreros con un brebaje de
pulque y yerbas; ya muertos viajaban con él desde que despuntaba luminoso tras
las montañas del oriente hasta el medio día.
En el mercado de
Tlatelolco se vendía pulque bajo la supervisión de vigilantes nombrados para
cuidar el orden social. La embriaguez no era un atributo del imperio de los
mexicanos. La gente joven y los adultos del pueblo sólo podían ver cómo el
espumoso pulque era disfrutado por esos ancianos de la familia, las madres con
sus nenes y los enfermos en convalecencia. Orden, ornato y castigo era también
la norma y reglamento que imponía la sabiduría en la bebida del pulque. En la
sociedad mexica, la embriaguez era una vergüenza de Estado. Todo esto término
con la derrota de los pueblos mexicas, tlaxcaltenses, cholultecas,
huexotcingas, tezcucanos, xochimilcas, tlocopenses… ante el Imperio español.
EL
PULQUE: LA BEBIDA DE LOS PUEBLOS VENCIDOS.
Siglos XVI.
Después de la derrota del imperio el día 13 de agosto –día de San Hipólito – de
1521, el pulque deja de tener control en su producción y consumo. La bebida
ceremonial y de consumo privilegiado para unos cuantos se va con su bonanza
para el mejor postor y bebedor. Así, los pueblos mesoamericanos, derrotados
hacen del pulque la bebida de consumo diario. El Pulque, bebida sagrada de las
antiguas culturas del Anáhuac, paso a ser el refugio etílico de los vencidos. Tenochtitlan y
sus templos sagrados fueron destruidos para levantar una nueva ciudad a imagen
y semejanza de la europeas. Así los sobrevivientes del pueblo de México y de
otras naciones indias miraron cómo sus dioses y templos desaparecían, y con
ellos desaparecía una forma de vivir la vida. Y el cielo de Anáhuac nunca más
volvió a ser el mismo. Arriba la lucha de los dioses también había terminado.
Sin sus dioses Tenochtitlan y
sus templos sagrados fueron destruidos para levantar una nueva ciudad a imagen
y semejanza de la europeas. Así los sobrevivientes del pueblo de México y de
otras naciones indias miraron cómo sus dioses y templos desaparecían, y con
ellos desaparecía una forma de vivir la vida. Y el cielo de Anáhuac nunca más
volvió a ser el mismo. Arriba la lucha de los dioses también había terminado.
Sin sus dioses
propios, una cultura y sus hombre pierden el equilibrio en el cosmos, se quedan
el en limbo de la incertidumbre. Empezar una nueva vida como vasallo, duele.
Esto lo padecieron los pobladores del imperio mexica que quiso ser destruido
desde sus cimientos y ahogado en las aguas sangrantes del lago de Texcoco.
El vino y la
bebidas fermentadas no alejan las ganas de olvidar, pero sí ayudan para que el
cuerpo y el alma se embrutezcan hasta cansar la memoria. El pulque fue la
bebida de los desamparados. Sin dioses el desamparo es triste, y hay que ahogar
las penas en el agave fermentado aunque ya no este Mayahuel, la diosa de los
cuatrocientos pechos. Se fue para nunca más volver, y ¿ahora quien cuidará los
excesos en el consumo?
Las Cantinas Ese
Lugar Para Armonizar Bebida Y Manjar.
- Regocijo del corazón y contento del alma, es el vino bebido a tiempo y con medida. Eclesiástico, libro del Antiguo testamento
¡Salud y buen
provecho!, para decir que el vino y otras bebidas bondadosas han recorrido el
tiempo deambulando en la humedad del cuerpo. ¡Salud y buen provecho¡, para
decir que mucho se ha hablado de las tabernas, cantinas, cervecerías,
tendajones, vinaterías, botillerías, y pulquerías en esta noble leal y
sicalíptica ciudad de México de cantera, canto y cantinas.
Los años van y
vienen, el tiempo retoza en las bebidas
espirituales y leves. El tiempo de los dioses y el tiempo de los hombres se
unen para venerar a unos y para deleitar a otros. La medida ya es cosa de cada
quien; el rumbo es despertar el gozo. Por devoción los hombres – hoy también
las mujeres – buscan el mejor de los tiempos para reunirse y comer en
comunidad; degustar y beber lo que brinda la tierra y lo que las deidades
sembraron en los surcos.
- Brindar es alzar la copa y decir ¡Salud! Salud por la vida.
- Bien lo has gritado señor:/sosiégate y ten cordura,/
- Más no es culpable el furor,/ que si Amor solo es locura,/
- ¿Qué será Vino y Amor?.
Relatan los archivos
coloniales que en los barcos, el vino en las barricas se mareaba – perdía
cuerpo y sabor – con tanto oleaje y para no echarlo al caño, había que
mezclarlo. También que los
expendios donde se comercializaban vinos y otras bebidas se llamaban botillerías
y tabernas. De éstas últimas se ha hablado mucho, de las botillerías sólo se
han escrito pocas líneas.
Les diré que Sor
Juana Inés de la Cruz, en su vida cortesana, bien conoció la botillería que
había debajo de las escaleras principales del Palacio Virreinal (hoy Palacio
Nacional), seguro se enteró de las libaciones, escándalos y amores furtivos que
ahí se generaban. La musa Jerónima, entonces, recitaba:
Bien lo
has gritado señor:/sosiégate y ten cordura,/
Más no es
culpable el furor,/ que si Amor solo es locura,/
¿Qué será
Vino y Amor?.
Tiempos aquellos
porque, muchos años después, devino una hija de todos estos lugares del buen
beber: La Cantina. Nace en el último tercio del siglo XIX. Pulcritud e imagen
la distinguen del antro sucio que es la taberna, herencia española; del espacio
de malandros o malandrines: la cervecería; o del lugar de indios y castas mestizas y plebeyas: la
pulquería.
La cantina fue el
lugar donde sólo entraba gente que calzaba y vestía bien, herederos de los
buenos modales, influencia del viejo continente. Las Cervecerías y pulquerías
entonces se convirtieron en el refugio para los pobres de los barrios que
rodeaba la ciudad y uno que otro degustador del aguamiel fermentado, sagrado y curativo. Hay que
recordar que el emperador, don Maximiliano de Habsburgo era un buen degustador
del pulque; aunque en su cava imperial, en el Castillo de Chapultepec, tenía
una excelente de vinos, pues se proveyó de las mejores cosechas antes de venir
a México.
Serán las
cantinas la suma de las bebidas mezcladas como el whisky, el vino, los licores
y otros inventos etílicos y
etéreos ( por aquello de que el vino se sube). Las copas los vasos son
recipientes que brindan la transparencia de los colores llamativos de los
licores. La mezcla es el regalo de variadas bebidas para mirar al mundo de
colores.
Así nace la
cantina, con mezclas de vino y otras bebidas espirituosas; con la exigencia de
unos clientes que nos invadieron en 1847, los yanquis, que dicen ya gustaba de
las bebidas que donde la química de porciones, medidas, menjurjes y colores
elevaban el paladar a rumbos antes desconocidos.
Las mezclas
también fueron asuntos de griegos y romano. Hipócrates decía que los vinos “son
buenos por si mismos y son buenos mezclados”. O Bien: “Cuando aparezca la
primavera es necesario beber a sorbos vino con más agua”.
“La cantinas o
bares a la manera americana, sombría y pulcra”, son parte del bello trajinar
que imita a los nuevos estilos de vida. En éstas ya no habrá más cochambre ni
mugre ni miasmas ni telarañas ni hollín ni desarrapados ni malolientes
taberneros. Ahora tendrán altos mostradores con imprescindibles barras de cedro
y caoba; con metal pulido a sus pies. Sus mesillas, muchas de ellas, estarán
cubiertas de mármol y sus sillas de bejuco. Los meseros de las cantinas estarán
bien vestidos, bañados y peinados; con una sonrisa complaciente. “Aseo y espero”,
diría Don Artemio.
Las mezclas
también fueron asuntos de griegos y romano. Hipócrates decía que los vinos “son
buenos por si mismos y son buenos mezclados”. O Bien: “Cuando aparezca la
primavera es necesario beber a sorbos vino con más agua”.
Y el porfiriato
heredó del siglo XIX las bebidas compuestas que, con suma habilidad,
combinan sabores distintos.
Entonces, sobre las mesas y sobre las barras mismas, lucían los cock-tailes, los high-ball, los
draks y los olorosos mint-jules. La cantina es, desde entonces, luminaria por
sus bebidas y por su luz eléctrica
que inunda estos espacios para la libación, lubricidad del sentimiento.
Pero la cantina
también se distingue por el decorados de asientos mullidos y acojinados,
vitrinas multiplicadoras de imágenes. Algo más hay que agregarles: las finas
maderas que lucen portentosas tanto en la barra como en la contrabarra.
¡Puro lujo! Y qué
decir de los espejos franceses de
varias pulgadas de grueso que multiplicaban las botellas obsesivamente
alineadas y limpias. Pero en el espejo también se reflejan los que quieren
mirar: Dime qué bebes y te diré por qué
te miras tanto. . El Espejo es una multiplicación de las vanidades.
POR EL TAMAÑO DEL CONTENIDO SOBRE EL TEMA
EL PROGRAMA COMPLETO EN FORMATO PDF
EN LA APLICACIÓN ISSUU
LA MEDIA VUELTA
EL HIJO DESOBEDIENTE
EL CHARRO AVITIA